MÁLAGA PUERTO DE LOS PINOS-LLANO DE LAS CRUCES
Río Guadiaro (Sur)
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Altitud: 700 m Distancia: 18,09 km Desnivel: 483 m Pendiente Media: 2,7 % Coeficiente: 135
 

Altigrafía y comentarios enviados por:
Miguel Baeza y Martín Cerván

 

Localización: Comenzamos el ascenso en el puente sobre el río Guadiaro (en la carretera MA-512) para atravesar El Colmenar (Estación de Gaucín) y continuar por una pista forestal que atraviesa a base de herraduras un recodo del Parque Natural de los Alcornocales perteneciente a la provincia de Málaga.

Especificaciones: La pista, que está asfaltada, se encuentra en buenas condiciones para el ascenso en bicicleta de carretera, aunque muchos tramos están bacheados. Eso sí, es estrecha (unos 4 m. siendo generosos), sin arcén y carece de señalización horizontal. El tráfico es escaso y la sombra abundante durante toda la subida, excepto alguna parte más abierta a la penetración de los rayos del sol.
Hay que tener en cuenta la presencia de animales sueltos durante todo el recorrido.

Fuentes: Hemos observado un total de dos. La primera, la “fuente de los laberintos” (con abrevadero para animales), está en el cuarto km. del puerto de los Pinos y, aunque lleva agua durante los meses estivales, su potabilidad es dudosa. La segunda, al poco de comenzar el descenso, está seca, por lo menos en verano. Podemos abastecernos de agua en alguno de los bares que hay a lo largo de la travesía de El Colmenar.

Comentario: En el puente sobre el Guadiaro comenzamos, como hemos dicho, esta preciosa subida, una de las más atractivas, sin duda, del occidente malagueño. A unos 400 m. entramos en El Colmenar y la pendiente suaviza momentáneamente cuando una amplísima herradura nos guía hasta el paso a nivel de la línea de FF.CC. Bobadilla-Algeciras.
El origen de la población actual es reciente, ligado fundamentalmente a la Estación Eléctrica de las Buitreras y a la estación de ferrocarril (de ahí su otra denominación como Estación de Gaucín). No obstante, en sus cercanías se encuentran la cueva de Las Motillas, que alberga pinturas rupestres del período paleolítico, y los restos arqueológicos de la ciudad romana de Saepo.
Continuamos nuestra marcha y, al punto, nos topamos con una pequeñísima rotonda –si es que a eso se le puede llamar rotonda- y comenzamos una serie de herraduras más serias, en un primer lugar a través del pueblo y, posteriormente, ya entre espigados eucaliptos. En esta parte el piso deja bastante que desear, aunque nosotros estaremos ya embobados por la belleza del entorno.
En el km. 2,5 aproximadamente, después de la serie de ocho herraduras, abandonamos los eucaliptos en lo que será una zona sin sombras durante 700 m., justo cuando nos adentramos en la masa forestal de alcornoques y afrontamos un descansillo tras un breve tramo al 10% y una amplia herradura.
La carretera sigue ascendiendo muy irregularmente hasta la cima del puerto, alternando descansos y rampas que, en numerosas ocasiones, se acercan o sobrepasan el 10%. Y todo ello con otra sucesión de nueve paellas en tres kilómetros.
Unos 700 m. antes de coronar aparecen tímidamente esos pinos que aportan su nombre al puerto y que poco a poco irán imponiéndose ante los alcornoques. No obstante, la presencia de su aroma en el ambiente se hace patente antes de su visión.
Coronamos en una recta, junto a un cortafuegos, aunque la carretera aún parece subir levemente hasta el desvío hacia puerto Calderona, pista forestal sin asfaltar que comunica con el Peñón del Berrueco directamente.
A partir de este punto, cuando nos lo permite la tupida vegetación –seguimos entre pinos y alcornoques- podemos observar la Sierra de los Pinos (hacia donde nos encaminamos no sin antes dar algún rodeo motivado por la orografía del terreno). Así, encontramos una preciosa vista panorámica en el Peñoncillo, donde disponemos de un pequeño recodo para pararnos a contemplar relajadamente la excelente panorámica.
El descenso, aunque es de esos de dar pedales, resulta muy técnico por el constante curveo y la estrechez de la calzada y se ve a menudo interrumpido por cortos repechos o falsos llanos, mientras que en otras ocasiones, por el contrario, permite que la bicicleta se lance rauda en pos de la Garganta de la Pulga, lugar donde se inician los algo más de cuatro kilómetros que nos restan de subida hasta el Llano de las Cruces, justo en la intersección con la A-373 entre el Mojón de la Víbora y Cortes de la Frontera.
El primer kilómetro y medio castiga a unas piernas -ya de por sí fatigadas- con rampas de hasta el 14%, que harán que deseemos alcanzar la cima por encima de cualquier cosa en el mundo. A ello también se unirá el hecho de tratarse de una zona algo más despejada de vegetación, por lo que el calor se convertirá en aliado de la montaña en su empeño por tirar al traste nuestros esfuerzos.
Pero nosotros, hombre y máquina, continuamos más tozudos que los elementos en pos de nuestro objetivo, situado dos mil metros más allá. Así que redoblamos el pedaleo en un tramo de falso llano -¡más falso que nunca el maldito!- y afrontamos la ulterior subida con unos últimos bríos extraídos de no se sabe dónde.
Dientes prietos, a chepazos, vamos superando las nuevas dificultades que nos ofrece la carretera en forma de rampas. El cruce ha de estar cerca, pero no podemos verlo con tanta arboleda. Estos cuatro kilómetros son puro chicle, ¡cómo se estiran!
La barrera canadiense nos alerta, por fin, del final de la subida, aunque antes, a modo de despedida, 50 m. de hormigón en plena herradura, la vigésimo tercera desde que comenzáramos el puerto, y 70 m. más de asfalto nos sitúan en el cruce ¡Uf!, cojamos aire.


Fotos:
Puente sobre el Guadiaro y primera rampa:


Ya en El Colmenar cruzamos el paso a nivel:


En esta “rotonda” seguimos por la izquierda:


Ya en el pueblo comienzan las herraduras:


Y siguen entre eucaliptos...








Vamos saliendo de los eucaliptos:


Un pequeño claro al 10%...


Y aparecen los alcornoques:


A la izquierda dejamos el área recreativa:


Seguimos culebreando:


“Fuente de los laberintos”:


Nueva y amplia herradura con picos de más del 11%:


El Hacho de Gaucín:


Más herraduras:






Aparece el primer pino:


Continúan los “tornanti”:




Una de las pocas rectas del puerto jalonada, eso sí, de alcornoques:


Otra herradura. Cada vez iremos viendo más pinos:


Ya resta muy poquito para coronar:


Un agradable aroma a pino nos embriaga:


Y, por fin, coronamos el Puerto de los Pinos:


En la cima llaneamos durante unos cientos de metros:

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