CÓRDOBA EL VACAR
Río Guadalbarbo (Norte)
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Altitud: 624 m Distancia: 5,02 km Desnivel: 324 m Pendiente Media: 6,5 % Coeficiente: 60
 

Altigrafía y comentarios enviados por:
Miguel Baeza y Martín Cerván

 

Localización: En la zona más oriental de la Comarca del Valle del Guadiato, a unos 40 km. de la capital cordobesa, se inicia la subida a El Vacar en el puente sobre el río Guadalbarbo por la carretera CP-81.


Especificaciones: Actualmente la carretera se encuentra en obras (febrero de 2009), por lo que el firme, de por sí estrecho (unos 4 m.), se encuentra en muchos tramos reducido y en un estado no demasiado aceptable.
Cuenta con perfecta señalización vertical, aunque la horizontal, cuando la hay, se encuentra muy borrosa.
La arboleda no llega a ser tan tupida como para propiciarnos sombra.

Fuentes: No hemos observado ninguna durante el ascenso.

Comentario: Si en la balanza de tus preferencias tiene más peso la dificultad que entraña ascender un puerto que la belleza de su entorno a la hora de trazar una ruta o de programar una salida con tu inseparable bicicleta, hemos de advertirte que no estás ante el más adecuado para tus pretensiones.
Salta a la vista que la subida a El Vacar no es ningún coloso ni nada comparable. A duras penas podríamos decir que se trata de un puerto de segunda y no de tercera categoría. Pero ello es tan cierto, como que sus poco más de cinco kilómetros obsequian al cicloturista con una terraza de espaciosas vistas. Y lo afirmamos sin empacho alguno.
Adentrarse en el valle del Guadalbarbo, detenerse instintivamente en el mirador de la cima, descender, al punto, por la cornisa –cuesta pensar que eso por donde rodamos sea una carretera- que conforman los primeros kilómetros de descenso, refrenar constante y firmemente con la maneta derecha la natural querencia de nuestra bicicleta para lanzarse cuesta abajo con el único deseo de prolongar este instante, todo ello constituye uno de esos momentos que dejan una huella indeleble impresa en la retina.
Que distamos de encontramos en una de las grandes cordilleras europeas, está claro y no lo ignoramos. Pero quizás por lo inesperado –para quien no conoce de las maravillas de la provincia cordobesa- el puerto resulta aún más grato.
Cada curva, cada recodo de la carretera, invita a asomarse al balcón y dejarse atrapar por una siempre sorprendente perspectiva.
Abajo el río, que excava su valle a diestra y siniestra. Enfrente la sierra. Allí buscamos la carretera de Obejo, la localizamos y, repentinamente, unos riscos se asoman tímidos como queriendo disimular la predominante altivez del olivar en el paisaje.
Herradura a derechas y cambiamos momentáneamente nuestra dirección. Ahora el río, que busca el Guadalquivir, parece fluir menos inquieto –como si tampoco él tuviera demasiada prisa en concluir su curso- y la ribera se ensancha en un remanso a fin de propiciar pasto al ganado.
Otra herradura nos sirve para enfilar camino definitivo hasta el río. El descenso se ha vuelto más técnico y ello, unido a la pérdida de altura sobre el valle, aconsejará que nos concentremos en trazar cada curva. No obstante, con el rabillo del ojo aprovechamos el menor indicio de recta para no dejar escapar el más mínimo detalle de los instantes finales.
Llegamos al Guadalbarbo, donde una nueva parada, sin prisas, vuelve a ser obligatoria. Y, por fin, nos aprestamos a continuar la ruta.
¿Tercera o segunda? ¡Y qué más da!, ¡si aún no lo hemos subido y ya estamos satisfechos!
¿De verdad que no merece la pena decantarse, aunque sólo sea una vez, por el otro plato de la balanza?


Fotos:
El puente sobre el Guadalbarbo da comienzo al ascenso del puerto:


Sin rampas duras desde el inicio…


La carretera es, no obstante, de ésas que agarran:


La vegetación a ambos márgenes de la carretera es abundante:


La carretera, en obras, se estrecha aún más:


El paisaje se va abriendo a medida que ascendemos:


Trazamos una de las pocas herraduras que adornan el puerto:


Observamos la carretera por donde hemos ascendido a la par que el valle del Guadalbarbo se muestra ante nuestros ojos:


Un ascenso para disfrutar:


Al salir de la vaguada afrontaremos el kilómetro más duro, si bien apenas sobrepasará el 7% de pendiente media:


El ensanche y arreglo de la carretera prometen:


Seguimos asomados a este constante mirador:


El valle se pierde río abajo:


Nos vamos acercando a la cima del puerto:


Volvemos a ver el río, que fluye valle abajo:


Y nos disponemos a coronar:


En la cima no podemos más que detenernos unos instantes para guardar este hermoso cuadro en nuestra memoria:


Altimetrías de Puertos de Montaña
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