ALMERÍA CALAR ALTO
Tíjola
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Altitud: 2158 m Distancia: 33,3 km Desnivel: 1493 m Pendiente Media: 4,5 % Coeficiente: 332
 

Altigrafía y comentarios enviados por:
Miguel Baeza y Martín Cerván

 

Localización: Nos encontramos en la cuenca alta del río Almanzora. En la A-334 tomamos el cruce hacia Tíjola por la AL-3102. Antes de llegar a Bacares giramos a la izquierda por la AL-5407 para, una vez coronado el Collado del Ramal incorporarnos a la A-1118. Finalmente abandonaremos la carretera autonómica en el Collado de Venta Luisa por la AL-4404 que nos lleva hasta el Observatorio Astronómico de Calar Alto.


Especificaciones: Carretera de unos 6 m. de ancho y en perfecto estado, cuenta con señalización vertical y horizontal, mientras que apenas soporta tráfico de vehículos de motor.
Desde el Collado del Conde hasta el de Venta Luisa existe un pinar de reforestación, pero no ofrece una abundante sombra, así pues, en el resto del puerto estaremos expuestos a los rigores del sol.

Fuentes: La fuente de Venta Luisa se ubica en el km. 29 a uno sólo del collado homónimo, aunque no podemos asegurar que preste servicio en época estival.

Comentario: Si algo parece escasear a lo largo y ancho de la piel de toro, eso es precisamente la presencia de grandes puertos de paso, sobre todo si acudimos a la comparación con nuestros vecinos franceses o con la envidiable orografía de “la bota” italiana. Sin embargo, sí que existen, quizás más de los que los aficionados al pedal podrían pensar. Y el puerto de Calar Alto por Tíjola es un claro ejemplo: más de 30 km. de ascenso para unos 1.500 m. de desnivel y una altitud por encima de los 2.100 m. hablan bien a las claras de lo que puede dar de sí nuestra geografía.
Avanzamos hacia Tíjola desde la A-334 por unas suaves rampas atravesando, por vez primera, el río Bacares, hasta que tomamos un primer desvío, ya en la localidad tagilitana.
Aunque la presencia del hombre en la zona remonta a la prehistoria, la presencia de cartagineses y romanos está perfectamente atestiguada debido, principalmente, a la abundancia de mineral. Sin embargo, estos pueblos de sierra guardan una fisonomía esencialmente musulmana. De hecho, parte esencial de la historia de Tíjola está unida a la “Guerra de las Alpujarras”, sublevación de los moriscos que tuvo lugar entre 1668 y 1670 en la famosa serranía granadina y que se extendió también por las localidades de la Sierra de los Filabres.
Al tomar ese primer desvío, como decíamos, las rampas tornan más serias y las herraduras se van a suceder durante un kilómetro permitiéndonos contemplar la estampa de Tíjola con su blanco caserío en que ermitas e iglesias descuellan por encima del resto de techumbres.
Tras dos km. a casi el 7% de pendiente media ganamos un primer altillo –el puerto goza de numerosos descansillos- y nos deslizamos hacia las inmediaciones de Bayarque.
El villorrio se presenta dividido en dos por la rambla de Bayarque, a un lado el barrio de la ermita, al otro el pueblo propiamente dicho. Las viviendas se disponen según el modo característico entre los pueblos de origen morisco: casas apiñadas y un sin fin de intrincados callejones.
Sin embargo, en nuestro pedaleo apenas sí rozamos el pueblo, concretamente su camposanto, para seguir ascendiendo nuevamente por unas duras rampas que llegarán a superar el 10%.
El tramo, corto aunque bastante duro, termina tras más de un kilómetro de ascenso en el denominado “alto del pino” no sin antes torcer una hermosísima herradura a derechas que nos obsequia con unas magníficas vistas sobre Bayarque.
Luego el ascenso torna irregular a medida en que nos introducimos plenamente en el valle del río Bacares. A los poco más de 8 km. de ascenso atravesamos nuevamente el río en una vaguada a derechas. Contrasta la vegetación de ribera con la dominante desertización de la zona, tan sólo paliada por la presencia de olivos y de frutales -reseñables son en este sentido los almendros plantados en bancales-, a más de los arbustos capaces de soportar las duras condiciones climáticas de Los Filabres. El pinar de repoblación irá ganando terreno desde este punto hasta las zonas más altas de la sierra en que predominará sobre cualquier otro tipo de vegetación.
Tras el río se van a suceder varias herraduras y la carretera toma decididamente tendencia ascendente durante seis km. que se aproximan al 7% de pendiente media y que esconden alguna rampa puntual de doble dígito.
En este tramo ya vamos a ir fabricándonos una idea certera de la magnitud de la empresa que estamos afrontando: atrás queda el Valle del Almanzora flanqueado por la Sierra de las Estancias. Opuestamente, dirección sur, la garganta que excava el Bacares se presenta guardada por unos cerros cada vez más elevados.
El cierre de éste tramo llega tras una rampa de unos 600-700 m. al 9% que hacen buena mella en nuestras piernas y en nuestro ánimo. Por suerte, la cuesta se debilita y alcanzamos un par de km. de descansillo antes de encarar el descenso camino de Bacares.
Este pueblo serrano, de extraordinaria belleza, se ubica en una hoya en las entrañas de la Sierra de los Filabres y a las faldas de la Tetica (2.080 m.), cima de peculiar forma puntiaguda que le ha granjeado tan curioso topónimo.
Su entorno es sencillamente sobrecogedor: la austeridad del paisaje; los tres cauces salvajemente excavados que confluyen en el pueblo para formar el río Bacares merced a esas poco frecuentes, aunque siempre torrenciales, precipitaciones; la cal viva que resplandece desde el caserío como una perla engastada en un medallón rimando con el blanco cortinaje del almendro durante su estación frente al parduzco color de las pizarrosas lomas que conforman los Filabres. Y el calor. Y el frío. Porque Bacares se ubica a unos 1.200 m. de altitud y en verano no está exento de los rigores de la canícula, mientras que los inviernos son secos y severos.
Este paisaje crudo, rudo, desgarrado está en clara consonancia con el siguiente trecho de ascenso: el Collado del Ramal.
Al llegar al cruce de Bacares, aun tentados por la proximidad de la villa y de la carretera que trepa a base de herraduras hasta la Tetica, giramos a la derecha en pos del afamado collado. Afamado, decimos, porque ya ha sido ascendido en una carrera profesional de la talla internacional de la Vuelta a España donde su dureza no pasó precisamente inadvertida.
Podríamos definirlo como una pared y no exageraríamos un ápice. Desde el mencionado cruce debemos subir unos 5 km. a una pendiente media que supera el 9% y con abundantes rampas de doble dígito.
Lo mejor en estos casos, nos dicta nuestra experiencia, suele ser no cebarse, engranar el desarrollo adecuado, regular las fuerzas y fijarse un objetivo a corto plazo sin pensar en que aún estamos en la mitad del puerto.
Nuestro lento pedalear va dando sus frutos poco a poco y conseguimos ganar altura sobre Bacares. Torcemos una curva a derechas muy amplia y algo más adelante una herradura a izquierdas para, tras un descansillo, afrontar el kilómetro más duro del puerto, próximo al 11% de media.
Luego ganamos un nuevo descansillo a unos 2 km. del collado y observamos una carretera que nace a nuestra izquierda. Es el camino que lleva a la hoy día abandonada aldea minera de El Cortijuelo, vestigio mudo de la actividad industrial que otrora propiciara un importante florecimiento económico y demográfico en el pueblo, hoy en retroceso.
Las rampas se recrudecen hasta alcanzar el 17% de máxima y el ya de por sí escaso curveo se va atenuando de manera que el trazado se vuelve prácticamente rectilíneo, con lo que ello supone para nuestra moral.
Por fin coronamos en el cruce de la carretera de Serón y, tras retratarnos junto al cartel del collado, seguimos ascendiendo en pos del siguiente hito: el collado del Conde.
Pensar que ya está todo hecho sería un craso error por nuestra parte. En efecto, el kilómetro y medio que se sigue no baja del 7%, que no es poco. Sí que ganamos en un aspecto: la vegetación. Por lo menos podremos gozar de alguna sombra propiciada por el pinar de repoblación que cubre esta zona de la sierra.
Cuando a nuestra izquierda clarea la arboleda, gozamos de magníficas panorámicas del valle del río Bacares y de la Tetica. Si paramos y echamos la vista atrás, tendremos ocasión de divisar la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas además de las inconfundibles figuras del Pico de la Sagra y del Cerro de Jabalcón.
A pesar de alguna rampa aislada, la pendiente irá descendiendo y se sucederán los descansillos. De hecho el collado del Conde se corona en descenso. Se ubica en una encrucijada de caminos –de tierra todos ellos menos el que nosotros seguimos- a partir de la cual se retoma el sentido ascendente de la marcha. Hasta el collado de Venta Luisa el camino sí que resulta cómodo, con rampas ligeras y descensos, e invita a recrearnos en el entorno.
Después de 29 km. de puerto, un reponedor trago de agua en la fuente de Venta Luisa, verdadero oasis en el desierto, consigue devolvernos el aliento para encarar el duro tramo fin


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