GUADALAJARA PEÑALBA DE LA SIERRA
Río Jaramilla
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Altitud: 1515 m Distancia: 9,49 km Desnivel: 532 m Pendiente Media: 5,6 % Coeficiente: 130
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GU04
Peñalba de la Sierra






Localización: En la carretera, desconocida en los mapas, que une Roblelacasa con Campillejo y que posteriormente continúa hacia Peñalba de la Sierra. Para llegar a ella deberemos partir de la GU-186 y tomar, entre los pueblos de Campillo de Ranas y Espinar, el desvío que va hacia Roblelacasa. Continuaremos sin tomar el desvío que sube, a la izquierda, a dicho pueblo. El asfalto se convierte en pista hormigonada y baja al fondo de un barranco y sobre un puente de piedra bajo el que pasa el río Jaramilla, empezará nuestra ascensión.
Especificaciones: Carretera inicialmente de hormigón rayado perfectamente transitable, hasta las proximidades de Corralejo y luego tramos de asfalto muy diferentes, normalmente irregular y gastado. Prácticamente sin sombra y tráfico nulo.
Fuentes: Una en la plaza de Roblelacasa y otra en la de Peñalba de la Sierra: ninguna en toda la subida.
Descripción: La ascensión que nos ocupa nos traerá recuerdos del Lejano Oriente para definir parte de nuestro trazado. El abismo del Jaramilla o Muralla China, es el nombre con el que se conoce a este paraje mágico del Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara.
Tras pasar Roblelacasa en la zona occidental de los pueblos negros, comenzaremos esta nueva aventura pasando a la mancomunidad de El Cardoso de la Sierra. Nuestro trazado, que parece conducirnos a «ningún sitio», discurre entre terrenos para ganado divididos por muretes levantados con pizarra. Tras algo más de 2,5 km desde Roblelacasa, el asfalto se convierte en hormigón y, sin ningún motivo aparente y al final de una recta, observamos cómo la carretera semeja ser engullida por la tierra. El hormigón rayado parece desaparecer en el horizonte y, según nos acercamos, nos damos cuenta de que la pequeña loma que divisábamos al fondo no es tan accesible como se preveía. Nuestro camino da un giro brusco, se hunde en la montaña y nos sorprende mostrando ante nuestros atónitos ojos un espectacular barranco, al que deberemos bajar, en un vertiginoso descenso, por una «muralla» que bien pudiera tratarse de un fragmento de la que durante más de 15 siglos construyeron las distintas dinastías chinas. Convendrá tener muy en cuenta este tramo si es que vamos a regresar por él ya que en apenas un kilómetro, y tras cinco inclinadísimas curvas de herradura, habremos caído casi 130 m en el abismo. Durante el descenso tendremos en todo momento dibujado en la ladera opuesta el trazado que deberemos superar en nuestra aventura: una «Z» invertida que parece no tener fin y que cada vez se inclina más.
En el fondo del abismo, el río Jaramilla cruza bajo un puente de pizarra negra, como los refuerzos y muretes de nuestra mini-muralla. En ese punto la carretera comenzará a levantarse paulatinamente entre trozos de tejas caídas de las alturas. La tonalidad del barranco es completamente distinta desde este punto de vista. Lo abrupto del terreno y la vegetación hace que todo se oscurezca: a un lado, el verde esmeralda oscuro del monte bajo y arbustos; al otro, el negro de la pizarra que se desescama de las paredes del barranco. La carretera gira 180º y comienza nuestra particular tortura china en forma de porcentajes no inferiores al 15%. Nuestra mente puede entretenerse y engañar al sufrimiento observando el zigzagueo que nos condujo hasta el puente. Otra curva de herradura nos sitúa en un nuevo corte en la ladera y nos enseñará, al otro lado de la montaña, otro y no menos profundo barranco por el que discurre el río Jarama. Pero ahora nos enfrentamos al tramo más duro de toda la ascensión: una recta que parece no tener fin y no terminar de levantarse nunca. Deberemos echar mano de un buen desarrollo y de una enorme dosis de pundonor para concluir el tramo hormigonado y sus rampas que alcanzan el 17%. Al final del mismo, desaparece la muralla, vuelve el asfalto, al igual que vuelve la luz y el sol brilla de nuevo. La ruta nos conduce hacia el pequeño pueblo de Corralejo, con todavía algún tramo al 14% que salpica el camino.
De ahí en adelante nuestro camino se hará más tendido y suave hasta coronar una pequeña loma bajo la majestuosa mirada del Ocejón a nuestra derecha y con permiso del Pico del Lobo que parece esperarnos algo más adelante. La jara se ha apoderado de casi todo el terreno. Grandes y ancianos robles nos acompañan puntualmente. Restará solo un tramo muy agradable y con unas vistas fantásticas de la sierra de Ayllón. Dejaremos a nuestra izquierda la desviación hacia El Cardoso de la Sierra, epicentro de la mancomunidad en la que nos hallamos: este desvío es la entrada a la comunidad de Madrid a través de la Hiruela. A nuestra derecha, a la misma altura, se encuentra el desvío al pueblo de Cabida. Bordeando la ladera, ya se atisba el final de nuestro camino: solo un par de kilómetros más tarde llegaremos a nuestro destino. Unas antenas a nuestra izquierda y un pinar nos avisan de que ya no encontraremos ningún punto más alto por esta carretera. Desde el mismo alto parte, a la izquierda, la pista forestal, no transitable con bicicleta de carretera, que enlaza con la subida al puerto de La Quesera.
Si continuamos descendiendo 3,5 km entre pinos, castaños, nogales y robles llegaremos a Peñalba de la Sierra: curioso panorama el de esta pequeña población en los meses otoñales con las calles llenas de nueces caídas de los árboles. Si continuamos nuestro camino unos 200 m más allá del pueblo, podremos contemplar un antiguo molino situado sobre el arroyo Cañamar, ya en desuso, que en su tiempo se utilizaba para moler los cereales que hacían más llevaderas las semanas de aislamiento que sufrían estas comarcas durante los largos y fríos meses invernales.

(texto de Ismael Sánchez y Ricardo Landaburu)
Mapa situación:

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