PIRINEOS
PIERRE SAINT-MARTIN, LA
Arette
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Altitud: 1766 m Distancia: 25,73 km Desnivel: 1442 m Pendiente Media: 5,6 % Coeficiente: 335
Pierre Saint-Martin, La



Fotos cortesía de ZIKLO
Localización: Es la D-132 que desde la localidad de Arette se dirige hacia la Estación Invernal del mismo nombre para coronar unos kilómetros más adelante en la Pierre St. Martin.
Especificaciones: Carretera en perfectas condiciones y con señalización horizontal, abundantes sombras hasta el Col de Labays y tráfico frecuente en fines de semana de buen tiempo.
Fuentes: Una a la derecha, junto a una cabaña, pasado el Plateau de Chouse, mediada la subida.
Descripción: Esta larga ascensión pirenaica une los Valles de Baretous y el Roncal navarro. En su cima tiene lugar cada 13 de Julio la tradicional ceremonia de entrega por parte de las autoridades del valle zuberotarra del popular Tributo de las Tres Vacas a sus homónimos roncaleses junto al "mojón 262” situado en la cima del puerto. Según se lee en la web de turismo.navarra: "La leyenda habla de que el origen del acto estuvo en la reyerta mantenida entre un Roncalés y un Baretonés, que desembocó en sucesivas emboscadas que terminaron con el pacto del Tributo. Por otro lado parece más fiable la versión que habla de conflictos por el derecho sobre pastos y fuentes que se tradujo en diversos episodios de violencia entre los de uno y otro lado de las vertientes pirenaicas, y que terminó en el tratado de paz que secularmente se conmemora. Los Roncaleses van ataviados con sus indumentarias tradicionales y los Baretoneses con una banda al pecho. El alcalde de Isaba, presidente de la ceremonia, pregunta por tres veces a los Baretoneses, si están dispuestos, como en años anteriores, a pagar el tributo de las tres vacas, «del mismo dentaje, pelaje y cornaje»; los alcaldes galos contestan afirmativamente. Acto seguido uno de los alcaldes Baretoneses coloca su mano derecha sobre el mojón (punto de reunión). Sucesivamente superponen sus manos los roncaleses y los galos. El alcalde de Isaba coloca la suya encima de todas las demás y pronuncia las palabras rituales «pax avant, pax avant, pax avant», repetidas por los franceses. Se entregan a continuación las vacas y, como no podía ser menos, se finaliza con el tradicional banquete de hermandad”.Hasta aquí la cita costumbrista que pone una nota de curiosidad en esta dura ascensión que pasamos a comentar.
Los primeros 8 km son de suave perfil ascendente hasta que, pasado el Pont de La Mouline, las rampas vayan adquiriendo ya la categoría que se supone a un puerto catalogado de Especial en las pruebas ciclistas al uso. Cada tramo kilométrico, como es habitual en los cols pirenaicos, está señalizado con datos altimétricos, si bien, como también es habitual, no son demasiado fiables aunque sirven de referencia. A partir del citado puente las sombras protegen nuestro pedaleo en un esfuerzo cada vez más exigente para vencer muros de hasta un 15%, mientras el río Vert d'Arette deja oír su clamor a nuestra izquierda. Ese rumor del agua desaparece totalmente al trazar una herradura derecha en el Km 10 de la subida: estamos totalmente inmersos en la primera zona dura de la escalada.
Al llegar al Plateau de Chouse los bosques dan paso a las praderas donde pastan plácidamente rebaños de vacas y ovejas. No conviene dejarse engañar por el nombre de plateau (meseta) y pensemos que se trata de una zona llana: la pendiente media se mantiene cercana al 7% también en ese idílico paraje. Los siguientes 5 km, los más terroríficos, se sitúan inalterablemente por encima del 9% con continuas rampas y curvas de herradura que nos mantienen bien entretenidos en nuestro esfuerzo. Al alcanzar, por fin, el Col de Labays tendremos un kilómetro para recuperar fuerzas porque lo que aún nos queda tampoco tiene desperdicio. Entre ese punto y el Col de Soudet atravesaremos una de las zonas más atractivas de la ruta, el Paso de Guilhers con sus rocas calcáreas de variadas formas que le dan ahora un toque mágico al paraje.
Desde ese último col citado hasta el alto nos quedarán aún 4 km, menos duros, pero también exigentes, y más aún al dejar a nuestra izquierda la Estación Invernal de Arette. Lo normal es que el viento azote con tremenda rudeza en este tramo final de la ascensión, llena de preciosos lazos que la ruta va trazando y que nos permiten ir cambiando la perspectiva de nuestra extasiada visión. Unos toboganes finales dan paso a la cima del puerto tras casi 26 km de escalada y ya solo nos queda buscar el mojón 262 para sacarnos la foto de rigor que conmemore nuestro éxito ciclista por haber llegado con bien hasta aquí. Muy cerca de este punto se encuentra la Sima de San Martín cuyo desarrollo vertical supera los 1000 m, sin duda menor que el que hemos vencido con nuestra bicicleta. Será mejor no cambiar de deporte, ¿no os parece?
Mapa situación:

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