Descripción: Nos hallamos en la frontera rusa, en una base aérea, con todo nevado en derredor. Y mucho, mucho frío. Por ahí anda James Bond disfrazado de Pierce Brosnan, dando vida al mítico personaje de Ian Fleming que, como suele ser habitual, hará que todo salte por los aires. Así comienza “007 El mañana nunca muere” en el pequeño aeródromo de Peyragudes-Balestas, final de la etapa más importante del Tour de Francia 2017 en la que el propio Froome confesó que podía haber perdido la carrera. El muro final de la pista del pequeño aeródromo allí ubicado, un sitio perdido muy cerca de la frontera española, dio la victoria a Romain Bardet, quien estrenó el palmarés por esa vertiente. En esta misma estación invernal, pero no en el aeródromo sino subiendo por la vertiente de Luchon, venció Valverde al “invencible” Armstrong. La ascensión a la “piedra sorda” (dicen que al sufrimiento de los ciclistas) comienza en la localidad de Arreau, al pie del col de Aspin, con el que se encadena habitualmente, pero los primeros 9 km son muy irregulares y no vamos a incluirlos en la altimetría a pesar de que se vence un desnivel de 280 m. Será al dejar a la derecha la ruta que se dirige a la estación de Val Louron y en un puente sobre la Neste homónima donde empiecen las auténticas hostilidades, como podemos comprobar en los carteles altimétricos que nos acompañarán hasta el alto. Los dos kilómetros iniciales son muy llevaderos y nos van a permitir disfrutar de unas magníficas vistas sobre el Lago de Avajan. Al paso por la localidad de Anéran-Camors un breve descenso nos da el último impulso para abordar los 8 km finales cuya media se sitúa en el 8%. Un nuevo cruce a Val-Louron nos permitiría descender a un nuevo lago, el de Loudenvielle, mientras avanzamos por un trazado rectilíneo sobre el valle a la derecha. No es una ascensión con muchas herraduras, pero la primera nos espera al llegar a Loudervielle (no confundir con la citada con “n”), mientras la ruta se mantiene sombría para permitirnos un pedaleo más agradable. Pronto empezaremos a divisar desde el privilegiado balcón donde nos encontramos las aguas del último lago citado, que en días tórridos pueden resultarnos una tentación insoportable. Al llegar al cruce hacia la estación que aquí nos ocupa, las sombras han dejado espacio al praderío y el sol puede asfixiarnos en días de calor. Aún nos restan 2,5 km muy irregulares, porque tienen 400 m al 13% de media en el primero de ellos y acaban en el ya famoso muro del aeródromo con otros 480 m y un máximo del 17%. Y al concluir el reto podremos disfrutar de una buena cerveza en cualquiera de los múltiples establecimientos de la estación, contemplando los numerosos picos de más de 3000 m que nos rodean. |