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La zona boscosa ha quedado atrás y nos introducimos en el reino de los pastos de montaña.
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Comenzamos a curvear para alcanzar el col d’Asketa.
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La carretera se abre paso entre las praderas, pasado el col d’Asketa.
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La grandiosidad de los Pirineos nos envuelve.
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Atravesamos diversos collados donde se ubican los puestos para la caza de palomas.
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De vez en cuando las peñas nos brindan el contraste entre el gris y el verde.
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Un puerto tan hermoso solo puede subirse en solitario para gozarlo a tope.
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La inmensidad de las praderas nos acercan al espectáculo final.
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El esfuerzo se acaba: aún podemos seguir subiendo hacia Errozate o nos lanzamos cuesta abajo hacia los Chalets de Irati.
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