APRENDIENDO con APM

Cómo interpretar las altigrafías

Ander Guaza y Juanto Uribarri, ZIKLO nº 11

Son ya más de 15 los años que APM-Altimetrías de Puertos de Montaña viene poniendo al alcance de todos los aficionados gráficas, comentarios, mapas y fotos de una gran cantidad de puertos de montaña de todo el mundo. Y en esta ocasión quiere ofrecernos, además, unas sencillas aclaraciones de conceptos y términos que todos manejamos en este mundo de puertos y altimetrías. Son conceptos muy básicos pero que muchos profesionales del tema siguen utilizando en los medios de manera equivocada.

Ya estamos metidos de lleno en plena temporada. Las retransmisiones televisivas de tantas y tantas carreras nos permiten gozar de nuestro deporte favorito, aunque sea desde el sillón. ¡Cómo han cambiado los tiempos! Quienes peinamos canas todavía recordamos aquellos años en que ni siquiera la Vuelta estaba a nuestro alcance. ¡Y para qué hablar de las clásicas, Giro o Tour! La radio o la prensa eran nuestros medios de información casi exclusivos. El ciclismo no sólo ha progresado en materiales, manetas de cambio o pesos reducidos: ¡ahora podemos disfrutarlo sin movernos de casa!

Pues bien, quizás sea porque nos hemos hecho mayores y cada vez más tiquismiquis, o porque no podemos ocultar nuestro particular punto de vista de profesores, el caso es que, cuando escuchamos a locutores y periodistas, nos sentimos bastante molestos por la poca precisión en el lenguaje que utilizan quienes precisamente son profesionales del tema. No vamos a meter el dedo en el ojo de nadie concretando nombres o programas; no queremos herir susceptibilidades ni fomentar el morbo de twiteros ávidos de motivos para poner a parir al personal. Simplemente vamos a intentar en estas líneas aclarar una serie de términos, todos ellos relacionados con la montaña y los puertos, en los que más detectamos su uso inconveniente.

Los términos que a continuación se puntualizan tienen que ver todos ellos con los gráficos que podéis analizar en las siguientes páginas. A ello pues.

Esas gráficas que estáis viendo son las altigrafías, término que no aparece en el diccionario pero que es totalmente correcto por cuanto el sufijo -grafía significa «descripción, tratado, escritura o representación gráfica». Esta última acepción justifica la utilización de tal término para diferenciarlo del de altimetría, que si bien el diccionario nos señala que es «el conjunto de operaciones para medir y representar las cotas de un terreno», nosotros para esta segunda acción preferimos utilizar el término altigrafía, como acabamos de explicar. ¿Y por qué esta diferenciación? Pensamos que no es lo mismo la toma de datos y su plasmación en un documento (altimetría) que la representación gráfica de esos datos (altigrafía). Os mostramos un cuadro de los que solemos usar para recoger esos datos numéricos: esto sería la altimetría, que no es exactamente lo mismo que las altigrafías recogidas en las páginas siguientes, aunque estas no serían posibles sin sus altimetrías correspondientes.

También podéis ver todos los símbolos que aparecen en nuestras altigrafías. En él aparecen, entre otros símbolos, unas líneas verticales, continuas y discontinuas, para representar las curvas de herradura y de vaguada del puerto del que se trate.

Pues bien, este es el momento de diferenciar unas de otras. Una curva de vaguada es una curva llamada así porque suelen salvar alguna vaguada entre dos laderas opuestas y muchas veces bajo ella pasa algún arroyo o torrente. Nosotros en plan broma solemos decir que «van aguadas», o sea, con agua por debajo (aunque no siempre es el caso), para distinguirlas más claramente de las de herradura. En otros países no sabemos que hagan distinción entre unas y otras y llaman a todas ellas «lacets» en Francia o «tornanti» en Italia.

Las curvas de herradura ascienden sobre una misma ladera, remontándose la ruta sobre el tramo anterior de la carretera tras trazar la curva en la misma ladera montañosa, y las de vaguada, en cambio, suponen un cambio de ladera. No sabemos si os ha quedado claro, porque hemos de reconocer que también a nosotros nos cuesta a veces diferenciarlas. Y lo cierto es que tampoco es especialmente importante; lo admitimos.

Vamos ahora con términos de mayor interés y en los que los errores de concepto revisten mayor gravedad. Y quizás el más utilizado de todos ellos es el de altitud que suele emplearse indistintamente que el de altura. Comencemos por señalar que la RAE define la altitud como «elevación o altura sobre el nivel del mar». Es decir, la propia Academia de la lengua nos lleva a confusión por cuanto, por lo menos en Topografía, Meteorología o Aviación ambos conceptos son bien diferentes. Veamos como ejemplo la diferencia que manifiesta entre ambos términos la Dirección de Operaciones y Explotación de Sistemas de Navegación Aérea: «altura es la distancia vertical entre el avión y la superficie terrestre, mientras que altitud es la distancia entre el avión y el nivel del mar». Creo que se empieza a ver con mayor claridad si se observa la imagen explicativa que os mostramos.

Aterricemos –nunca mejor dicho– distinguiendo ambas palabras. En Geografía, la altitud es la distancia vertical de un punto de la Tierra respecto al nivel del mar, en contraste con la altura, que indica la distancia vertical existente entre dos puntos de la superficie terrestre o –esto sí lo recoge la RAE– «la medida de un cuerpo desde su punto más elevado hasta su base». Como se sabe, en España se toma normalmente como referencia para el cálculo de la altitud el nivel medio del mar en la ciudad de Alicante.

Aún más claro: a nadie se le ocurriría decir que Alberto Contador tiene una altitud de 1,76 m; y si es así, ¿por qué no nos da apuro atribuir al Everest una altura de 8.848 m? Las personas, los objetos, tienen su altura respectiva, y los montes en cambio su altitud. Aún así son muchos los aparatos GPS que en su versión española llaman altura a la altitud, cuando no es lo correcto. El propio Visor de IGN (Instituto Geográfico Nacional) utiliza la palabra altura en vez de altitud. ¡Y son ellos los entendidos en el tema! Sí, sí, como os lo decimos. ¡Si hasta los hombres y mujeres de El Tiempo en televisión –meteorólogos, suponemos–, yerran a veces! Profesionalidad se llama esa figura. Y nuestros «pros» al decir que se concentran en Tenerife para hacer un «entrenamiento en altura»: ¿será que se van hasta la isla afortunada para ver si crecen un poco más?

Pero prosigamos. Con el término altitud tiene que ver nuestra siguiente palabra: cota, que es «la altura con respecto a un punto de referencia». El punto de referencia para establecer la cota de un punto es el nivel de mar, que se toma como valor 0; luego las cotas en montaña señalan la altitud a la que nos encontramos. Por tanto, la cota 2.000 equivale a 2.000 m sobre el nivel del mar.

Otro error muy habitual: confundir desnivel con pendiente. Distingámoslos. Según la RAE desnivel es la «diferencia de alturas entre dos o más puntos» y en Topografía se calcula tomando como referencia el nivel del mar. Pero aún hay más.

Hay que diferenciar asimismo desnivel positivo (la suma de las alturas ascendidas durante un recorrido o tramo); desnivel negativo (suma de las alturas descendidas); y el desnivel acumulado (suma de ambos desniveles, positivo y negativo, para la totalidad de un recorrido o tramo). Pero este último concepto no es algo que le diga nada a un ciclista, al que sólo le interesan los desniveles positivos Por eso, al hablar del desnivel acumulado de la QH (3.500 m), nos referimos al que sólo es el desnivel positivo, es decir, los metros totales de ascensión a lo largo de los 200 km de la prueba.

Un poco más. En un puerto, el desnivel a secas (se supone que positivo, claro) sería la diferencia entre la cota inicial y la final (este dato aparece en el recuadro de todas la altigrafías). En cambio el desnivel acumulado sería la suma de ese desnivel positivo y de los posibles desniveles negativos intermedios. Si nos estáis siguiendo y comprendiendo los conceptos anteriores, el desnivel (positivo) de un puerto, es decir, los metros de ascensión, sería la «altura» (que no la altitud) de ese puerto. Y para las marcha o etapas empleamos, aquí sí, el concepto de desnivel positivo acumulado, que es el que realmente se nota en las piernas y se podría definir como la suma de todos los desniveles positivos tras cada punto de inflexión, de descenso a ascenso, en el trayecto.

Sin embargo la pendiente es algo bien diferente. Llamamos pendiente a la relación entre el desnivel que debemos superar y la distancia que recorremos para hacerlo. Lo correcto sería recurrir a la distancia horizontal, pero siempre se utiliza la distancia que nos indica el cuentakilómetros, ya que la diferencia entre ambos cálculos es inapreciable. Esa pendiente se expresa en las altimetrías en tantos por ciento (%), resolviendo una sencilla regla de tres: Pendiente (%) = Distancia en vertical (m) x100 / Distancia recorrida (m). Si en un kilómetro hemos subido 87 m de desnivel, ese dato nos está indicando que la pendiente a la que nos enfrentamos es de un 8,7%, y la denominamos pendiente media de ese tramo kilométrico. Para obtener la pendiente media de todo el puerto deberemos utilizar la misma fórmula con los datos de desnivel y distancia total de la ascensión que se trate.

Y si hablamos de la pendiente de un, generalmente, corto tramo nos referimos a una rampa. La rampa no es la pendiente, aunque tiene su pendiente concreta, que es bien diferente de la que llevamos en una zona del puerto en cuestión. Si decimos que «ahí viene una rampa», sabemos que, aunque ya estamos subiendo, nos vamos a enfrentar a una pendiente superior en un tramo que confiamos sea lo más corto posible, ¿verdad?

En las altigrafías de APM las pendientes de cada tramo kilométrico aparecen reflejadas al pie del dibujo y en cambio las rampas se muestran en pequeños recuadros por encima de la línea del perfil. Si nos fijamos en la de Peña Cabarga veremos que el kilómetro tras el descanso central tiene una pendiente media del 11,9% pero una de sus rampas alcanza el 18% en la primera de esas cinco herraduras encadenadas. ¿Y eso, si subimos en bici, se nota o no? Podéis ver la pendiente media del puerto en el recuadro de cada altigrafía.

Aquí nos ha aparecido otro término muy utilizado en las gráficas de las diversas pruebas ciclistas. El perfil es la «figura que representa un cuerpo cortado real o imaginariamente por un plano vertical». Si lo que cortamos, siempre imaginariamente, es la ruta completa o parcial de un recorrido, obtendremos el perfil de dicho recorrido en el que aparecerán reflejadas las subidas, los descensos, las zonas llanas, es decir, la representación gráfica de los datos altimétricos de esa ruta. Todas las marchas y carreras ciclistas publican los perfiles que quienes en ellas participen van a tener que recorrer para que sepan a qué distancias van a tener que enfrentarse. Os mostramos también el perfil de una de nuestras salidas con la grupeta.

Y algo más: una altigrafía, como tal, no sería más que el perfil de un tramo concreto en ascenso de un recorrido más amplio, esto es, las altigrafías no son sino los perfiles de cada uno de los puertos. Algunos, equivocadamente, llaman altimetrías a los perfiles.

¿Nos estamos aclarando o liando cada vez más? Pues vamos a ir acabando. ¿Y cómo afrontar una rampa dura? Siempre hay algún compañero que nos aconseja: «pon un desarrollo más grande para subir tranquilo». ¡Cuidado! No le hagáis caso. Si ponéis un desarrollo más grande lo que haréis es endurecer aún más vuestro ya cansino pedaleo por cuanto el desarrollo (métrico) no es sino la distancia que recorremos con nuestra bicicleta cuando damos una pedalada. Esta distancia está ligada directamente al número de dientes que estén engranados en el plato y el piñón, a cuya combinación también se la denomina desarrollo, si bien este término se suele expresar en metros de avance.

Por tanto, lo que nuestro buen colega nos ha querido decir es que pongamos el piñón más grande para subir más a gusto, pero eso supone disminuir el desarrollo que ahora debe ser más pequeño, es decir, que el avance por pedalada es menor. Un desarrollo de 53 x 11 es un desarrollo grande, mientras que un 34 x 25 es mucho más pequeño; lo que es más grande es la corona del piñón, pero no la distancia que recorreremos por cada golpe de pedal.

Encontraréis en muchas webs diversas tablas para esa comparación de desarrollos que nos permitan saber cuál es el que más se adecúa a nuestras necesidades o gustos. Nosotros os mostramos aquí uno de ellos para que hagáis vuestros propios cálculos, sabiendo que todos ellos responden a la fórmula:

Desarrollo (m) = Nº dientes Plato / Nº dientes Piñón x Circunferencia Rueda (m)

Bien. Esperamos que estas líneas os hayan servido para aclarar conceptos. Ojalá que los profesionales que deben manejarlos con soltura y sin errores les dediquen tanta atención como vosotros, si nos habéis leído hasta aquí.



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