SUIZA 2005

INTRODUCCIÓN

En el verano del año 2003 y mientras recorría las Dolomitas me animé a ir relatando mis aventuras de cada día en un diario. La verdad es que no lo había hecho nunca, pero al hacer el viaje solo, era una buena manera de estar entretenido las horas que no estaba sobre la bicicleta o en el coche. Fue del agrado de todos, mío y de los amigos a los que entregué dicho diario. Posteriormente y tras enseñárselo a mi amigo Ander Guaza (Webmaster de APM), me comentó que sería bonito tenerlo en la página. Pese a ser un diario con un montón de referencias a gente que por supuesto los lectores de APM no conocían, me resultó muy gratificante la buena acogida que tuvo. Así que tras este viaje me sentía un poco en deuda con todos ellos y me he animado a relatar de nuevo nuestras andanzas por los Alpes Italianos y los puertos Suizos en este Agosto del 2005.

La verdad es que nos han ocurrido un montón de anécdotas y cosas para contar. De las buenas, con el paso del tiempo, guardas un imborrable recuerdo, de las menos buenas te ríes sin más o al menos esbozas una leve sonrisa, pensando firmemente en tener más cuidado para la próxima vez.

Espero que paséis un rato agradable con su lectura, y a aquellos que algún día os animéis a venir por estos lugares tan maravillosos, os pueda servir de guía o ayuda a la hora de escoger vuestras propias rutas.

Por último me gustaría dedicar este Diario al gran KULAK, (inseparable e inestimable compañero de viajes en esta aventura), a Silvia y por supuesto a todos aquellos que como nosotros están enganchados a esta “droga” que es subir los Puertos de Montaña.

ÍNDICE

Miércoles 3 Agosto. San Sebastián – Albertville (viaje de ida)

Jueves 4 Agosto. Alvertville – Susa (Col de la Madeleine)

Viernes 5 Agosto. Susa – Pinerolo (Col delle Finestre)

Sábado 6 Agosto. Pinerolo – Ivrea (Refugio Barbara Lowrie)

Domingo 7 Agosto. Ivrea – La Thuile (Col del Nivolet)

Lunes 8 Agosto. La Thuile – Sion (Petit San Bernardo – Colle de San Carlo – Pila)

Martes 9 Agosto. Sion – Domodosola (Col du Sanetsch)

Miércoles 10 Agosto. Domodosola – Ulrichen (Passo del Furguu)

Jueves 11 Agosto. Ulrichen (Grimselpass – Furkapass)

Viernes 12 Agosto. Ulrichen (Grindel - Grosse Scheideg – Nufenenpass)

Sábado 13 Agosto. Ulrichen. (San Gotardo – Oberalpass – Sustenpass)

Domingo 14 Agosto. Ulrichen (Griesalp)

Lunes 15 Agosto. Ulrichen – San Sebastián (viaje de vuelta)

DIA 1: San Sebastián - Albertville

Salimos a las 6.00 de la mañana. Kulak y yo dejamos casi todo listo dentro del coche la noche anterior. Poco nos queda por meter, las bolsas de viaje. La del Kulak es bastante pequeña. No nos hemos complicado mucho la vida. Ropa de bicicleta y poca ropa de calle. Tampoco vamos a necesitar mucho más.

Esa maleta, como podréis entender, con el paso del tiempo ha ido siendo menos compacta y hasta un pelín pequeña, no estábamos para doblar toda la ropa y meterla dentro con ese mimo que tienen otras personas. Yo por eso llevo una maleta bastante más grande y donde hay espacio de sobra. De todos modos, yendo dos y con las bicis desmontandas y cuidadosamente colocadas entre mantas y toallas, el espacio no ha sido un problema. Luego cada uno ha ido teniendo sus propios “txokos” (rincones) y así hemos ido dejando zapatillas, casco, gafas, siempre en los mismos lugares para encontrarlos con facilidad. Hay que ser un poco metódico con estas cosas porque sino luego te puedes pasar veinte minutos buscando los guantes o la crema solar.

Hacemos un viaje tranquilo. Turnándonos al volante. Paradas no muy largas, pero cada dos horas aproximadamente. Durante el camino voy pensando a ratos dónde he metido al bueno del Kulak. Lleva año y medio andando en bici, y aquí está junto a mi, dispuesto a conocer nuevos puertos. Yo se que a su ritmo, con tranquilidad puede subir muchos puertos. Desarrollo lleva de sobra, hasta un 30x28, y es sufridor y bastante cabezón. Este pasado Julio hemos ido unas cuantas veces al Pirineo. De esta manera se ha ido enfrentado a puertos como el Aubisque, el Tourmalet y hace una semana el Soudet. Con calma y si el calor no aprieta en demasía, es capaz de subirlos. Así que yo estoy convencido de que va a poder coronar muchos de los puertos de este viaje. Otra cosa será como vaya encontrándose con el paso de los días y como he dicho antes, el calor, que le merma bastante en su rendimiento. A las 16.00 horas llegamos a Albertville. Entro por la entrada oeste e inmediatamente vamos a parar con el hotel donde nos alojaremos esta noche. Hotel Le Roma. Me mira un poco alucinado, sin dudar ni titubear le he llevado como si fuera la puerta de mi casa. En realidad sí que lo conozco, puesto que en Junio del 2000 pasé aquí cuatro días y estuve alojado en este hotel. Es un hotel construido en su día para los juegos olímpicos de invierno y que es muy utilizado hoy en día por equipos y selecciones para hacer concentraciones. Lo digo por la gran cantidad de fotos que hay en sus pasillos y en la recepción, que así lo atestiguan.

Reservamos una habitación y descansamos un rato. Antes de las siete salimos a hacer una pequeña compra al supermercado que está a la afueras del Albertville y que hemos divisado al llegar. En esta zona de la Savoia, funcionan con horarios muy distintos a los nuestros, y siempre es bueno tener en la nevera del coche bebidas, un poco de pan, embutido, yogures, que te puedan salvar de algún apurillo.

Hacemos una pequeña compra de este tipo. Sobre las 20.30 nos acercamos al pueblo. No es demasiado grande y vemos que está vacío. Hace fresco, pero no hace ni mucho menos frío. De todos modos la ciudad da la impresión de estar bastante vacía. Anda muy poca gente por la calle, ya se que en Francia y en estas zonas siguen otro tipo de horarios, pero no creáis que esto va a cambiar a la noche y se va a montar un juergón. Nuestro amigo “Martiñena” se llevaría un chasco, pero pocas cervezas después de cenar se iba a poder tomar. Lo siento David, pero el concurso de lanzamiento de cuchillos se ha abierto, y el primero ha ido para ti.

Cenamos en un Italiano. Menú que repetiremos mucho a lo largo de este viaje. Ensalada o pasta de primero y una pizza después. A las 22.15 regresamos a la habitación y enseguida nos vence el sueño. Parece mentira, tanto tiempo esperando esto, ya estamos en marcha, mañana comienza el jaleo…

DIA 2: Albertville – Susa

A las 8.00 tocan diana. Ahí se levanta el Kulak el primero, con ganas, con las energías intactas. Se va a la ducha, yo me hago el remolón, un poquito más en la cama.

Bajamos a desayunar. El desayuno es bastante completo. Junto a nosotros está desayunando un equipo de Rugby. No es difícil adivinarlo, a parte de por el tamaño de los tipos en cuestión, por lo que pone en sus camisetas.

Descansamos un rato y a las 9.30 estamos camino del primer puerto del viaje: La Madeleine. El plan de hoy, para mi, es hacer la Madeleine por La Lechere, bajar a la Chambre y de ahí subir el Glandon para volver a bajar a la Chambre. El Kulak dejará el coche en la Chambre y subirá la Madeleine por ese lado.

Sobre las 10.00 estoy cambiado y en la bici, enseguida veo el cartel de 26 kilómetros hasta la cima. Ya lo sabía, así que no me coge de sorpresa. Nada más montar me noto extraño en la bici. No se cómo explicarlo, pero es como si me hubiesen tocado las medidas, como sino fuera la bici sobra la que he andado durante todo el año. Llevo otras ruedas, y la semana pasada la llevé al taller para hacerle una revisión completa, cambié la cinta del manillar, las zapatas y alguna cosilla, pero eso no debe afectar en nada a las medidas, me digo. Lo cierto es que no voy cómodo. Serán los nervios me digo a mi mismo, pero la verdad es que estoy muy tranquilo. Noto que la pierna izquierda me molesta, me levanto mucho más de lo habitual para entrar en calor y romper a sudar pronto. Acelero el ritmo. La verdad es que de caja voy muy fácil. Así paso rápidamente los primeros kilómetros. Miro el cuenta y veo que llevo 37 minutos a una media de 17 por hora, pero las molestias en la pierna izquierda no desaparecen, es más, han ido incrementándose. A mitad de puerto me acerco a un ciclista, sube con mucha cadencia y va ligero, pero lo voy alcanzando.

Cuando finalmente me pongo a su altura veo que es una mujer. Alucino, aunque un poco menos cuando veo el maillot que lleva y la bici. Luego me dice que es una ciclista profesional. Subo con ella unos kilómetros, pero el dolor sigue sin cesar. A mitad de puerto la Madeleine por este lado da un prolongado descanso, donde hay que meter plato grande. Me voy dando cuenta que no puedo pedalear. Cada vez me duele más encima de la rodilla izquierda, en pleno cuadriceps. Es como si me hubiesen hecho el clásico bocadillo. El dolor es muy grande y a falta de 9 kms para la Madeleine tengo que parar. Le digo a la ciclista que prosiga, y sin ir para nada fatigado me veo obligado a echar pie a tierra. Pero qué me pasa. ¿Será que antesdeayer en el masaje se pasaron y me metieron demasiado los dedos?, ¿serán las ruedas? ¿Será que no he calentado nada? Bueno, eso tampoco es nuevo, y bien que lo sabe el amigo Tana. Siempre he sido capaz de salir en frío cuesta arriba, alguna vez eso me ha supuesto algún disgustillo, y desde luego hoy me lo está suponiendo. Tenía la esperanza que el dolor que sentía fuese remitiendo con el paso de los kilómetros, pero ha ido a más y ahora es tan simple como que  no puedo doblar la pierna izquierda, no puedo pedalear con la pierna izquierda. De pie, con un día espléndido, en un paraje precioso, analizó la situación. El Kulak, hace tiempo que salió con el coche puerto arriba, ahora debe estar ya a punto de comenzar a subir la Madeleine por el otro lado. No le voy a llamar, para decirle que venga a buscarme, vamos a ver cómo subimos los 9 kms  que me quedan.

Zona de la Madeleine pasado el descanso. El dolor era muy intenso y tuve que parar a estirar.

Hago unos estiramientos, pero es tarde, como el estudiante que un día antes

quiere aprenderse toda la materia. Comienzo a subir con una pierna el puerto, así es. Pedaleando con la pierna derecha y dejando la  izquierda fuera del pedal y completamente estirada e inmóvil. Buff, es insufrible, no avanzo. A ratos subo de pie, me doy cuenta que subiendo de pie moviendo el cuerpo de un modo extraño, sobre todo la pierna izquierda cada vez que doy una vuelta de pedal, minimizo el dolor. Así pedaleo otro rato. Es un calvario. A falta de 4 kms pruebo a echar el cuerpo hacia atrás y pedalear sentado, aguanto otro ratito hasta que se me cargan otros músculos. Por fin y tras alguna parada para estirar corono la Madeleine en poco más de 2 horas. ¡Qué rabia me da! Hoy hubiese volado en este puerto. Del Glandon, obviamente, hace tiempo que me he olvidado. Me abrigo arriba, en la cima, a 2000 metros, hace fresco. Bajo el puerto, los 20 kms con la pierna izquierda estirada, inmóvil y fuera del pedal. El subir el puerto me ha hecho forzarla muchísimo y ahora siento un gran dolor. No puedo ni moverla. Lo único que pienso es en recuperarla para mañana como sea, que toca subir un puerto al que le tengo muchísimas ganas. El Colle delle Finestre.

En el descenso me encuentro con Kulak, le digo lo que me ha pasado y que voy a buscar una farmacia para comprar algo que mitigue el dolor.

De momento va bien, lleva 8 kms de subida. Le digo que vaya tranquilo, que no va a tener grandes rampas, pero que el puerto no va a dar tregua en otros 12 kms.

Bajo a la Chambre. Busco y encuentro una farmacia. A las 12 han cerrado y abrirán de nuevo a las 14.30.

Me cambio y voy a por el Kulak con el coche. Le acompaño en sus últimos kilómetros, al final se le hace duro, pero como un campeón corona este famoso puerto alpino.

Últimos kilómetros del puerto por la Chambre. El Kulak en pleno esfuerzo.

Mientras subía, le iba esperando en las curvas para tirarle alguna foto, aprovechaba y seguía haciendo estiramientos. Qué imagen, tumbado en las praderas de la parte alta de la Madeleine sobre una toalla, el coche con música a mi lado, haciendo o intentado hacer estiramientos, para definirlo mejor, mientras el Kulak se va aproximando. La movilidad de mi pierna izquierda ha mejorado un poco, pero sigo estando muy lejos de poder doblarla.

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Recta final de puerto.

Bonito y cuidado cartel de la cima de la Madeleine.

Sacamos unas fotos en la cima de este coloso y bajamos unos kms hasta un merendero que hemos visto antes de llegar a Longchamp.

       Estación de Ski de Longchamp.

Ahí comemos un bocata de jamón y queso, unos yogures y un poco de chocolate. Bajamos de nuevo a la Chambre. Paso por la farmacia y compro una pomada para el dolor y otra que me permita calentar. Musclor se llama, es muy potente y hace las funciones de típico Reflex o Flogoprofen.

Me aplico el musclor en la pierna izquierda y muy preocupado cojo el coche dirección a Susa en Italia. Pasamos por el túnel de Frejús. Nos cobran la friolera de 30 €, pero sino el rodeo era terrible, así que no había más remedio. Tras pasar el túnel entramos en Italia, están haciendo bastantes arreglos, y cuesta llegar a Susa. Por fin llegamos sobre las 18.00 horas. Encontramos rápidamente un hotel. Hotel Napoleón. Le pido que me de un baño con bañera. Pongo agua helada y allí me meto por espacio de 15 minutos. Al salir vuelvo a aplicar el musclor. Estoy preocupado porque pese a que esto ha mejorado, aún está muy lejos de estar bien. A las 19.30 salimos de hotel y nos acercamos a echarle un vistazo al coloso de mañana, el Finestre. Kulak da una lección magistral de co-piloto y tras recorrer Susa (plano en mano) y casi cuatro pueblos más, damos por fin con la “salita” del Col. Menos mal que el puerto comienza en Susa, que sino a lo mejor estaríamos aún buscándolo.

Hacemos toda la zona del bosque y vemos que la carretera está perfectamente asafaltada, cuidada y que es muy estrecha. La pendiente es todo el rato muy

constante, entorno a un 9% y no hay descansos. En los kilómetros intermedios hay un sinfín de curvas de herradura. Sin lugar a dudas es una auténtica joya este col.

Tramo del bosque. Una de sus múltiples herraduras.

Tras llegar al Colleto, se acaba lo bueno. Adiós al asfalto y comienza la pista. No seguimos mucho más, puesto que se nos va a hacer tarde, así que el final del puerto lo veremos mañana. Al menos eso espero, sigo con muchas dudas de si seré capaz. Estoy pensando en ir a algún masajista y si eso no funciona, pues dejar de subir el Refugio de Barbara Lowrie y subir el sábado el Finestre.

Vamos a cenar. Mientras cenamos le pido una bolsa de  hielo a la camarera y me lo aplico en la pierna dolorida.

Salimos del restaurante, hace una noche muy agradable. Todo el pueblo está en la calle, hay una banda de música tocando en la plaza del centro del pueblo. Damos un paseo, cojeo ostensiblemente. Ya no se si es mental o es real el dolor, porque la pierna la llevo ya adormecida con todos lo potingues que me he puesto.

A las 23.00 regresamos al hotel. A dormir y veremos qué ocurre mañana. Hoy desde luego no ha salido el día como esperaba ni mucho menos. A ver si mañana hay más suerte.

DIA 3: Susa – Pinerolo

Durante la noche me he movido más de lo habitual. He dormido regular, siempre moviendo algo la pierna y buscando el doblarla un poco más. Ayer al acostarme con mucho esfuerzo era capaz de al menos doblarla y aguantar.

Al levantarme sigue el dolor, esa especie de “auto bocadillo” que yo mismo me he provocado.

De nuevo se levanta primero el Kulak, y tras asearnos nos vamos a desayunar. Hoy hemos dormido un poco más y nos hemos levantado a las 9.00. Pagamos el hotel y dejamos el coche en un parking enorme que hay junto a la estación de tren del pueblo. Es gratuito y la verdad es que es enorme.

Comenzamos a sacar nuestras bicis, tengo muchas ganas de dar una pedalada para ver hasta dónde llega el dolor y comprobar si puedo pedalear. Sacamos mi bici y al coger la de Kulak…, otro contratiempo. La cadena está completamente enganchada y no hay manera de ponerla. Intentamos un buen rato arreglar el asunto, pero nada. Ninguno de los dos ha traído un aparato tan simple como un tronchacadenas. Si estuviera Iñaki aquí otro gallo cantaría. En fin, a buscar una tienda de bicis para que nos echen una mano le digo al Kulak. Monto mi bici y veo que puedo pedalear, las molestias han remitido y la zona del bocadillo me duele, pero no es lo de ayer. No canto victoria de todas maneras, en el llano voy, pero veremos qué ocurre cuando me enfrente a un puerto de 18,5 kms al 9% de porcentaje medio y donde sus últimos 8 kms están sin asfaltar. Es tremendo, pero con todo el jaleo que tenemos montando, entre mi pierna, la cadena de la bici del Kulak, el Finestre y sus tremendos números están en un segundo plano.

Finestre: www.altimetrias.com

Voy a una tienda de motos y pregunto por una de bicicletas. Me explican donde hay una. Voy montado en la bici, el Kulak está con el coche por detrás. Resulta incómodo, pues no se puede mover, lógicamente, de una manera ágil y menos con el “tanque” que llevamos. Tras preguntar un par de veces más, por fin llegamos a una tienda llamada “Coletta” No es sólo de bicis, yo diría que es la típica tienda de vehículos industriales y donde también tienen bicicletas, aunque de paseo. Pregunto a un señor mayor si pueden arreglar bicicletas. Me dice que sí, el Kulak le lleva la bici y yo me voy a aparcar el coche, de nuevo al parking de la estación. Regreso y ahí me los encuentro. El “viejecito” tiene la cadena del Kulak en el suelo y ha puesto otra, pero es muy larga, está completamente destensada y la está mirando una y otra vez. De vez en cuando nos dice que le demos a los pedales. Pasan los minutos y este hombre no se aclara, poner una cadena para un mecánico es dos minutos. Pero hasta la ha metido mal y todo. Tras casi media hora, dice haber terminado el trabajo y que probemos la bici. La chapuza que ha hecho es tremenda, cambia pero eso no está bien. Le digo a Kulak que aquí no hay más tiendas de bici y que en Pinerolo habrá que buscar una. Por lo menos tiene la cadena puesta, pero repito, está muy destensada. Por fin a eso de las 12 pasadas comenzamos a cambiarnos para atacar el puerto del día. Salimos a las 12.30, yo “acojonau” con mi pierna y mis molestias y el Kulak con la cadena en dudosas condiciones.

Comenzamos la subida, nos deseamos suerte mutuamente.

Desvío a la derecha y comienza el coloso.

De momento la pierna me va respetando. El primer kilómetro es duro. El segundo tiene unas rampas muy duras, posiblemente las peores de todo el puerto, al paso por Meana di Susa.

Al paso por Meana deberemos superar rampas superiores al 10%

Yo echo mano del 39x25. Tras estos dos primeros kms nos adentramos en el denso bosque. Carretera en inmejorable estado y muy estrecha como pudimos ver ayer.

Comenzamos la zona del bosque. En el cartel donde vemos fin de la localidad de Meana, podemos ver escrito “No all’ asfaltato” No quieren que se asfalte, desean seguir teniéndolo así.

Ponemos marcheta en el comienzo, 13, 14 a la hora y van pasando los kilómetros. De todos modos se hace larga la cosa, puesto que cuando diviso una piedra en el suelo que me dice que llevo cinco, tenía la sensación de llevar ocho. Mientras subo trato de no pensar en la pierna, me sigue respetando, pero aún queda mucho. Me acuerdo de mi buen amigo Juanjo. Sin lugar a dudas esta es una subida que le va como anillo al dedo. Larga, dura, pero constante y como él suele decir “de las que dejan pedalear”. Poner 30x19x21 y hasta arriba. Seguro que podrá acompañarme a algún que otro viaje, este año no ha podido ser, pero habrá otras ocasiones.

Sigo distraído entre tanta curva de herradura, en este solitario bosque.

Resulta muy entretenida la ascensión. Siempre dura y ganando mucha altura.

No hay rampas brutales, pero no cede en ningún momento, no da tregua. Al pasar junto a una caseta, veo la altitud a la que me encuentro allí marcada. 1.150 metros. Buff, aún me quedan más de mil metros de desnivel. Paciencia. Del kilómetro ocho al diez, la pendiente incrementa un poco. Se hacen especialmente duros, no hay apenas curvas de herradura donde coger aire y las pendientes son del 10%

El tramo sin curvas antes de llegar al  Colleto es especialmente duro.

La pierna donde tenía el bocadillo va sin problemas, pero sigo sin estar

cómodo en la bici. Repito, como si me hubiesen tocado las medidas. Ahora noto molestias en la misma pierna pero por detrás, como si llevara el sillín demasiado alto. Aflojo el desarrollo y paso del 39x25 que traía al 30x21. Estoy llegando al Colleto, el asfalto, perfecto hasta entonces, está a punto de acabar. Se acaba…

Colleto di Meana 1457 m. La ascensión asfaltada hasta aquí ya supondría todo un puertazo, 11 kilómetros al 8,7% de media, pero aún nos restan otros 8 kilómetros sin asfaltar y con una media similar.

Quedan 8 kms para coronar y unos 740 metros de desnivel que salvar. Voy bien con el desarrollo. Los siguientes cuatro kms, están menos mal, hay mucha piedra suelta grande, pero siempre encuentro un caminito por donde seguir. El paisaje es bestial, espectacular. Veo a gente que está con las mesas y sillas comiendo. Los últimos kms están bastante peor, muchísima piedra suelta y a veces cuesta buscar el camino. Voy sorteando las piedras como puedo, pese a la gran pendiente. En alguna curva me derrapa la rueda trasera hasta tres veces, pero pese al 12% de inclinación y las gordas piedras controlo la bici. Quién me lo iba a decir, haciendo de Rossi con la bicicleta. Bueno déjate de Valentinos, y vete pensando que en la bajada te va a tocar hacer de Tarrés, porque del Kulak no se nada de nada. Cada vez que oigo a lo lejos venir un coche, pienso que puede ser él. Tal y como tenía la cadena y el cambio, no doy mucho por él en esta subida. Por fin y tras 1 hora y 40 minutos corono este puertazo impresionante. Por sus vistas, por su desnivel global, por su pendiente media, por su altitud, por el estado del asfalto, en fin. Algo único, sin lugar a dudas. Pero ya os digo que el giro no lo pasó con tanta piedra suelta. Al menos he tenido muchísima suerte con el tiempo, mira que si llega a llover…

Me saco una foto en la cima,

Sobran los comentarios. Estoy muy contento.
Este puerto es una maravilla.

y comienzo con muchísimo cuidado a bajar. Voy tirando un montón de fotos. La bajada se hace muy dura, y voy muy despacio, a ratos a 8 la hora. Todo el rato

pensando en no pinchar y no caerme. Finalmente y tras más de 40 minutos interminables vuelvo al Colleto y a la comodidad del asfalto. Sigo bajando, ahora mucho más rápido y ahí me encuentro al Kulak. ¡Increíble! Está con todo el maillot manchado de negro y jurando en Arameo, dice que no para de poner la cadena, que se le sale continuamente, que sino ha parado 50 veces no ha parado ninguna. Pero que él llega al Colleto como sea. Ya os decía que éste es duro de mollera, porque ha tenido que pasar las de Caín. Me dice, que le coja líquido y así quedamos. Bajo el Finestre, tiro alguna foto más y al parking. Compro líquido, aún nos queda algo de comida y me lanzo en su búsqueda.

Entre que meto la bici, me cambio y compro el líquido el Kulak ha bajado y al llegar a Susa ha cogido un atajo y no nos cruzamos. Menos mal que me llama al móvil y regreso al parking a por él. Me cuenta su historia. Joder, vaya viajecito que llevamos. Yo tengo la pierna tocada, pero me ha permitido subir, pero las molestias siguen, aunque ahora en otro lado de la misma pierna. Pero lo que no va es la bici del Kulak, le digo que en Pinerolo lo primero va a ser encontrar una tienda de bicicletas. Subimos por última vez el Finestre, esta vez en coche (no sabéis lo que se agradece haber venido a este viaje con un 4x4, sobre todo en este puerto), el Kulak ve su grandiosidad en la cima. Es algo impresionante.

A continuación os enseño una pequeña muestra de la belleza de este puerto en sus kilómetros finales.

Primeros metros de la zona sin asfaltar. Aún se puede pedalear relativamente bien.

Seguimos con árboles junto a nosotros. Pronto desaparecerán de nuestra compañía.

Hay que sortear las piedras grandes que nos vamos encontrando.

El bosque se ha abierto completamente. Las vistas son impresionantes.
Fuertes pendientes y a veces grandes piedras. Menos mal que el día acompaña.

Allí al fondo podéis divisar la cima. Aún queda desnivel por salvar.

Lo que hemos ido ascendiendo. Vistas espectaculares.

Vistas desde la cima del puerto.

Últimas curvas de herradura.  
Ahí arriba está la cima del puerto. Esto son los últimos metros.

El Kulak también se merece su foto en la cima. No cabe duda de que aquí habrá que volver a intentarlo con la bicicleta en condiciones, ¿no?.

Lo bajamos por la otra vertiente. A Fenestrelle. Desde allí llegamos a la carretera que sale de Pinerolo a Sestrieres. Cronoescalada durísima del Giro de 1993 y donde Indurain se las tuvo que ver con un pletórico Ugrumov.

Hay tráfico y se va despacio. Paramos para comer algo a las 6 de la tarde. Sobras de ayer y menos mal que las guardamos porque hoy con todo el trajín que llevamos no hemos comido nada sólido. Mañana habrá que volver a hacer compra. Por fin llegamos a Pinerolo. Es relativamente grande, pero asombrados vemos que no hay hoteles en el centro. Debemos ir a las afueras y allí nos alojamos en el Hotel Cavalieri. Nos aseamos y marchamos con el coche al centro de la ciudad. A las 9 no hay  demasiada gente. Hace calor fuera y cenamos en la terraza de una Pizzería nuestro menú habitual. Mientras buscábamos hotel hemos localizado una tienda de bicicletas donde mañana llevaremos la bici del Kulak. El puerto de mañana es el terrible Refugio Barbara Lowrie. Un puerto de apenas 9,3 kms de longitud pero de 11,4% de pendiente media. El Kulak ya tenía decidido de antemano que mañana descansaría, así que tenemos más tiempo para que nos arreglen la bicicleta, porque ha forzado mucho el cambio y me temo que la cadena no es lo único que no anda bien en su bicicleta ahora.

Damos una vuelta por Pinerolo, está bastante vacío, pero es Viernes y la gente se va animando. El parking donde hemos dejado el coche, vacío antes, está ahora mucho más concurrido. Estamos muy cansados, hoy ha sido otro día duro y con imprevistos. Llegamos al hotel sobre las 23.00. Yo sigo con mis estiramientos y la pomada, y el Kulak dándole vueltas a lo que le ha pasado hoy. Mañana nos decimos que será otro día, a ver si los sobresaltos cesan y podemos tener un día tranquilo.

DIA 4: Pinerolo – Ivrea

Nos levantamos a las 9. Bajamos a desayunar. El desayuno de hoy no es para echar cohetes, pero es suficiente.

A las 9.45 estamos en el coche listos para salir. Meto la llave en el contacto y… el coche no arranca. Se ha quedado sin batería. Nos hemos dejado dos noches la nevera en marcha y la batería está completamente descargada. Vamos que no hay manera de arrancar el coche. Otra “jaimitada” o “juanitada” más. Llevamos una racha impresionante. A “globerada” por día. Esto es un suma y sigue. 100% de efectividad. Pues sí que empezamos bien el día.

Nos vamos a donde el recepcionista del hotel y le explicamos el problema. Nos entiende y nos comenta que lo que no tiene son pinzas. Conseguimos hablar con alguien de mantenimiento pero tampoco tiene pinzas. Es sábado, al menos en eso hemos tenido suerte, y le pregunto donde hay una gasolinera cerca. Me lo explica, pero como el hotel está a las afueras me dice que hay unos dos o tres kilómetros. No es problema, monto la bici, me pongo el casco y con las zapatillas de la bici salgo en dirección a la gasolinera. Me llevo en una mochila las instrucciones del coche donde habla del tema de la batería con un dibujo, mas que nada para hacerme entender con rapidez. El Kulak se queda en el coche esperando.

Llego a la gasolinera y pregunto si tienen pinzas. Al principio me dice que sí, pero tras mirar más detenidamente, me dice que “niente” No tienen pinzas. De todas formas me indica que siguiendo la carretera hacia abajo, en un par de kilómetros hay un supermercado y que pregunte allí. Allá me dirijo, algo nervioso, mira que como no consiga unas pinzas… Llego enseguida, entro al supermercado con la bici y todo. Ando cardiaco y la verdad es que voy sólo pensando en poder arrancar nuestro coche. En el supermercado me miran asombrados. Me dirijo a información, con la bici en la mano, el casco puesto y andando con cuidado sobre mis calas, que con el suelo resbaladizo está fácil caerse y sólo faltaba cantarme una galleta ahora. Pregunto en información, me dicen que no tienen, pero en la tienda de al lado hay un “Praline” y que allí tendrán. Estoy a las afueras y todas las tiendas son grandes superficies donde la gente irá a hacer compras en plan masivas, como los Garbera, Urbil o Al Campo. El Praline resulta ser como un AKI enorme. Misma operación. Con bici y todo me dirijo a donde la chica de información. Resulta ser una chica muy guapa y simpática y con unos grandes y preciosos ojos. En castellano de Cervantes y dibujo en mano le digo que necesito unas pinzas para la batería. Se sonríe por la pinta que llevo y me lleva hasta las pinzas, me entrega unas y luego me acompaña hasta el cajero. Con su amiga en la caja se traen un cachondeo que no veas. La cajera me dice algo en Italiano, yo no entiendo nada y pongo cara de

asombro, la otra le dice que soy “Espagnollo” y que no la voy a entender. No se lo que comentan, pero no paran de reírse. A mi lo que quieras, pero yo tengo lo que necesito, ahora sólo espero que pueda arrancar el coche y no sea nada más serio. Me despido de las dos simpáticas dependientas, siguen sonriendo. Salgo disparado al hotel. Meto todo el desarrollo, voy “nervi”. Mientras le doy a los pedales con fuerza pienso, en un reconfortante momento, que el Kulak ya habrá hablado con alguien, habrán conseguido unas pinzas y estará con el coche en marcha

esperándome. Nada más lejos de la realidad, allí me lo encuentro, esperando tranquilamente en el asiento del copiloto. De oír rugir el motor… nada de nada. Hombre, no es que el bueno del Kulak pudiera hacer mucho, pero yo tenía la ilusión de que a mi llegada el problema estuviera resuelto.

Ya tengo las pinzas le comento. Venga vamos a ver si lo arrancamos. Llamamos al recepcionista, conectamos las pinzas y…. por fin arrancamos el coche. Qué gusto escuchar el sonido de nuestro motor y qué alivio. Hemos aprendido dos lecciones más, de viaje siempre unas pinzas contigo (seis euros me han costado, y te pueden sacar de un gran apuro. Mira que si llega a ser domingo… era sábado y no ha sido tan complicado conseguirlas) y cuidadito con dejarnos la nevera en marcha toda la noche.

Damos las gracias al chico del hotel y al centro de Pinerolo. Hay que arreglar la bici del Kulak. Le conozco y aunque no dice nada, se que está agobiado y no es para menos. Vienes a hacer un viaje en bici y te falla la bici. Entramos en la tienda de ayer. Es una tienda que a simple vista parece muy vieja y pasada de moda, pero yo creo que si la tiene así es por algo. Tiene dos bicicletas antiguas a la entrada de la misma y tiene un nombre curioso: “1820 1870 1920 1970 Cicli Ezio Asvisio” Nada más entrar veo que están reparando bicicletas, y observo que trabajo no les falta. No es mala señal. Hablamos con el dueño. Aquí entro yo y le digo que venimos de desde San Sebastián, que estamos haciendo un viaje subiendo los Cols con nuestras bicicletas, y que tenemos un problema. Le explico lo que ocurre. Le pido que por favor mire a ver si nos puede hacer un hueco. Hoy vamos al Refugio de Barbara Lowrie, asiente y sonríe. Le pregunto a qué hora cierra la tienda. Me dice que a las 19.00. Le comento si podemos dejarle la bici y a la vuelta volvemos a por ella, a ver si puede hacer algo. La mira y rápidamente ve el problema. Nos pregunta, ¿quién ha hecho esta chapuza? Nosotros NO, respondemos al unísono. Nos ha visto algo desesperadillos (que es lo que yo pretendía, pero a parte de ello, lo estamos) y nos dice que verá lo que puede hacer. Salimos, el Kulak sigue dubitativo, yo le digo que estoy seguro que aquí le van a dejar la bici inmaculada. Ese sabe lo que se hace, no tengas ninguna duda, el único problema es que tenga que cambiarte alguna pieza y que no la tuviera, le comento a Kulak.

Por fin, y mucho más tarde de lo previsto, salimos hacia Bobbio Pellice, en el valle de Pellice, lugar donde comienza esta subida. Antes pasamos por un supermercado para hacer algunas compras.

Por fin salimos hacia allá. Este puerto está considerado como uno de los más duros de Italia, pese a tener apenas 9,5 kms. Sus números son claros. Fue un consejo de Morgar, así que creo que habrá que hacerle caso. Ya tengo ganas de conocer a Ángel personalmente, pero eso no será hasta el próximo viernes, hasta entonces le haré caso con este puerto y el Lunes con el Col de San Carlo desde Morgex.

Barbara Lowrie: Gráfico Javi Fuertes

De camino a Bobbio Pellice pasamos por unos cuantos pueblos y sólo vemos tiendas de bicicletas y de  recambios con pinzas. Suele pasar, a lo mejor es que nos fijamos sólo en ellas, pero las encontramos con mucha facilidad, y es que hemos pasado un rato de bastante agobio.

Llegamos a Bobbio Pellice, más tarde de lo que teníamos pensado, pero tampoco me preocupa en demasía. No va a ser mucho más de una hora de esfuerzo. Me cambio, caliento, bueno Tana no vamos a engañarnos, no caliento “ni pijo”, me aplico el musclor y comenzamos la escalada.

No es el cartel más bonito del mundo, pero tiene su encanto, ¿no os parece?

Yo sigo sin ir del todo cómodo sobre la bici. Los dos primeros kilómetros no son muy duros, tienen alguna rampa suelta, discurren por una carretera estrecha, con un asfalto aceptable y con el río siempre a mano izquierda. De los puertos duros que he subido, Punta Veleno, Zoncolan, Bocca di Forca, Mortirolo, es el más bonito sin lugar a dudas.

Cascada y río a mano izquierda. Durante gran parte de la subida.
Tramos inciales. Pendientes más suaves.

 

En el kilómetro tres la cosa se pone más difícil, pero no es hasta el cuatro cuando aparecen las grandes rampas. Del cuatro al seis son los kilómetros más duros del puerto, rampas muy duras, alguna que otra por encima del 20%.

Probablemente la rampa más dura de todo el puerto. Algo por encima del 20%

Luego la pendiente se estabiliza en un 14% aproximadamente y jugando con el 30x21 y el 23 en rampas más duras voy sin problemas. Pasado el Kilómetro seis noto mucho dolor en la pierna izquierda, como si el sillín lo tuviera demasiado alto. Los dos últimos kilómetros pese a no ser tan duros, resultan ser un calvario porque casi no puedo pedalear sentado.

Encontraremos rampas duras en este puerto.

Pero qué está pasando, me tengo que levantar y a mi me gusta subir sentado. En la Madeleine eso no suponía ningún problema, pero aquí sí. Corono el puerto con gran dolor en mi pierna izquierda, o esto mejora o así no puedo continuar. Pese a que los últimos dos kilómetros los he hecho más despacio, he tardado 54 minutos en subir los 9,3 kms.  

Últimos metros antes de llegar al Refugio.

No me ha parecido tan duro como los otros grandes colosos, pero sí que es mucho más bonito que ellos, y ojo, que es muy duro pese a todo. Esta noche debo mirar mi bici y tocar algo las medidas, yo sigo extraño y sin entender nada.

Refugio de Barbara Lowrie 1753 m.

Comemos algo arriba en las campas junto al refugio. Es punto de partida para muchos excursionistas y lugar de recreo para otros. Junto al río tomamos un rato el sol, yo sigo estirando, a ver si mejora mi pierna izquierda. Qué viajecito me está dando.

Lugar de recreo junto al refugio.

Sobre las 16.00 salimos de nuevo dirección Pinerolo. Sacamos fotos a la subida y a por la bici. Entramos. Nada más entrar la veo, y le hago un gesto al Kulak diciéndole que le ha dejado la bici impecable. La cadena y el cambio en perfectas condiciones, se ve a simple vista. Nos dice lo que tenía y nos cobra 20 €. Sin lugar a dudas es un buen tipo, porque además de hacérnosla enseguida, no se ha lucrado nada. Vista la necesidad que traíamos, te piden 50 o 60 € y los pagas sin rechistar y hasta agradecido. La cara de alivio del Kulak al salir de la tienda no tiene precio. Lo conozco y se que por fin ha respirado tranquilo (y no es para menos).

Foto en la tienda donde dejaron perfecta la bici del Kulak.  

Venga vamos a Ivrea, capital más importante cercana al coloso de mañana, el Nivolet.

Llegamos enseguida. De nuevo nos cuesta encontrar un hotel en el centro. Yo creo que la gente de estos pueblos en verano se va a la montaña o a la playa y los deja vacíos. Porque encontramos hoteles cerrados y todo. Por fin y de casualidad damos a parar con un hotel en las afueras. Hotel Sirio, que resulta ser perfecto para lo que nosotros queremos. Parking en la puerta, buena ducha, aire acondicionado. Descansamos un rato, que llevamos otro día muy movidito y donde no hemos parado. Bajo y empiezo a mirar la bici. De entrada veo que cuando me cambiaron la cinta de manillar, dejaron éste más bajo. Modifico su posición y bajo algo el sillín. Si mañana con estos cambios sigo notando molestias, ya no sabré qué hacer. A las 20.00 salimos a cenar al centro del pueblo. Damos una vuelta y es bastante bonito, con todo empedrado y cortado al tráfico en el centro. Anda poca gente para ser sábado a la tarde. Encontramos un restaurante y como la mejor carbonara que me han dado jamás. Una delicia. Es sábado y me apetece tomar una cerveza, pero el Kulak me dice que está agotado, así que a eso de las 23.00 horas regresamos al hotel. No tardamos en dormirnos, el día ha sido otro ir y venir. Ya no me propongo no hacer más “jaimitadas” sino resolverlas como las estamos resolviendo, con celeridad y satisfactoriamente, jeje.

DIA 5: Ivrea – La Thuile

A las 8.15 tocan diana. Bajamos a desayunar. Yo al menos desayuno muy fuerte. Salimos hacia Locana, desde donde vamos a empezar a subir el Nivolet. En realidad podría empezarse antes o incluso después. Va haber un terreno llano aunque siempre con tendencia ascendente. El “maestro” Mario Ruíz, cuando publicó este gigante en una CAF allá por 1993, lo hizo desde Locana. En la altimetría de Mauro Melani, en la página www.salitomania.it (página que me está sirviendo de referencia en muchas ocasiones), también comienza en Locana, así que desde allí atacaremos la ascensión del día. Son 41 kms desde Locana, un paseo de nada. Desde Ivrea debemos tomar dirección Rivarolo, para luego desviarnos a Castellamonte y Cuorgne. Con esas indicaciones llegamos a Locana con facilidad, si bien nos cuesta un rato puesto que hoy es Domingo. Este coloso está en la zona de Gran Paradiso y es una auténtica joya del lugar. Hoy hay un mundo de excursionistas, campistas, gente que va los lagos, motoristas de visita. Otro día os contaré mis experiencias con los motoristas, sobre todo la que he tenido en la zona de Suiza. Hay de todo, pero qué pesados, qué ruido meten, son como moscardones gigantes vestidos de cuero, que en vehículos de dos ruedas de grandes cilindradas suben los puertos a toda leche y casi siempre haciéndose notar por el ruido que meten.

Cerca de las 10.45 llegamos a Locana. El Kulak va a adelantarse algo, no lo va a hacer desde aquí. 41 kilómetros pueden ser demasiados, así que se adelantará a Noasca y desde allí hará los últimos 30 aproximadamente. De todas formas le digo que espere a qué salga. No se cómo me va a responder la pierna ante mis nuevos cambios de posición, pero que creo que han sido absolutamente necesarios y mira que es algo que nunca haría.

Primeros kilómetros del Nivolet. Pendientes suaves, río a la izquierda.

 

Me cambio con calma, aquí abajo a 500 metros hace un día espléndido. Me doy el musclor, y enseguida noto sus efectos, llevo los muslos bien calientes y aún no he dado ni una pedalada. Por fin a las 11.05 salgo. Estos primeros kilómetros no tienen dificultad, al 2-4%. Voy con el 39x17 para dar muchas pedaladas y ver qué tal me voy encontrando.

Así unos kilómetros. Sin molestias, voy cómodo sobre la bici, mucho mejor que los días anteriores. Pero qué habrá podido pasar. Vamos a darle caña al asunto. Meto plato y me pongo a subir por rampas no muy fuertes eso sí, pero como un auténtico mulo. Pongo la bici a 40 por hora. Así otros kilómetros hasta que una rampa donde pone 15%, me obliga a quitar el plato. La paso, no tendría mucho más del 10%. Voy muy a gusto y disfrutando a tope del día y del paisaje. Me adelanta el Kulak con el coche. ¿Qué tal? – me pregunta. Le digo que bien, que siga y que deje el coche a la vista. Él lleva una llave y yo otra, así si hay problemas siempre podemos recurrir a él.

El paisaje es bonito. Se ven grandes montañas, pero muy al fondo, al final del valle. Por allí vamos a tener que pasar, por algún lado, aún no se por cuál. A mi izquierda el río.

Tras 13 kms de ascensión llego a Noasca,

Noasca

al salir del pueblo hay 4 tornantes (curvas), muy duras. Es un tramo con gran desnivel, marca 15% y aquí sí que me lo creo.

Durísimas rampas a la salida de Noasca.

Afortunadamente el tramo no es excesivamente largo, pero nos hace sufrir.

Meto el 39x25, justo al acabar el tramo veo al Kulak, con el coche aparcado en un hueco y a punto de salir, me anima. Hago lo propio. Tras este complicado tramo la pendiente se estabiliza en un 8%. Sigo subiendo y me acerco a un túnel de 3,5 kilómetros. Antes de entrar en él, marca pendientes del 15%. Salvo en un pequeño tramo de unos cien metros casi al final del mismo, la pendiente en el túnel rara vez pasa del 10%, pero tampoco va a bajar del 8%. Así que echad cálculos, con esas pendientes y esa longitud, nos va tocar estar en el túnel al menos un ratito.

Rampas y longitud del túnel. El 15 % será muy breve y en un momento muy concreto, no así los 3,5 kms que nos aguardan dentro del mismo.

Entrada del túnel.

Afortunadamente está perfectamente iluminado y hay un pequeño arcén. No es muy grande, pero sí lo suficientemente ancho como para una bicicleta. En el túnel refresca bastante y al salir del mismo siento hasta algo de frío, venía muy sudado, puesto que hace calor y vengo a una media alta, muy por encima de los 20 km/h.

Tras pasar el túnel hay una zona muy irregular. Estoy continuamente echando mano del cambio. Falsos llanos, bajadas y tramos con pendientes de hasta un 10%. La carretera está en perfecto estado, me voy adentrando en la montaña, pero aún se ve ésta muy lejos, al fondo. Lo que si veo al ir ganando altura es un montón de gente de picnic, otros en uno de los lagos que tiene este puerto, tomando el sol, gente en los refugios, incluso con ropa tradicional y de fiesta. Resulta un espectáculo la mar de entretenido.

Palazzo del Comunel.

Diferentes vistas que el puerto va ofreciendo. Todas ellas están tomadas a la     bajada del puerto, que realizamos juntos Kulak y yo. Aquí posa orgulloso en la foto. Prosigo el relato de la escalada que habíamos realizado antes.

Por fin, tras dejar ese lago enorme fuera de la vista y pasar una serie de curvas, nos adentramos de lleno en la montaña. Paisaje magnífico, de alta montaña, carretera estrecha pero en perfectas condiciones. Nos estamos acercando a los 2000 metros, si bien aún estaremos a unos 1500. Queda mucho desnivel por subir aún.

El paisaje ha cambiado mucho. Ahora es de alta montaña. Carretera en perfectas condiciones.

 La pendiente ahora sí que sube a un 9%. Pero el gran problema comienza a ser el fuerte aire que tengo en contra. Aire frío y que viene de arriba. Es muy fuerte y no tengo nada que me proteja de él, me obliga a un 30x21. Dependiendo de si subo por la izquierda o por la derecha lo tengo de frente o de espaldas. Es tan fuerte que cuando lo tengo en contra voy a 9 o 10 a la hora. Si lo tengo de espaldas paso a subir a 14 o 15. Pero como os podréis estar imaginando, casi todo el rato lo llevo de cara, castigándome mucho. Aquí hace bastante frío, y ya no se ve a toda la gente que había antes. Aquellos están más abajo y tomando el sol. Cerca de los 2000 metros a mi me empieza a chispear. Mi compañía son “mis queridas” motos, los pocos coches que siguen subiendo y los autobuses que te llevan hasta el final de la carretera, descendiendo cuatro kilómetros una vez pasado el Colle del Nivolet. Llevo viendo una especie de alto desde hace muchos kilómetros, allí arriba hay una caseta grande y poco a poco me voy acercando a ella. ¿Será ese el final del puerto? Bien podría ser, pero los kilómetros no concuerdan. Estoy muy cerca de ese refugio, que luego resultará ser un restaurante llamado Rabacca. Estoy en una zona de herraduras.

Queda poco para salvar este primer alto donde hay un restaurante.

Veo un bus que baja, seguro que me ha visto, ¿frenará antes de la curva?, ¡qué iluso soy! Estos chóferes que hay en estos puertos, no sólo en el Nivolet, también en el Grosse Scheideg y lugares donde normalmente no dejan subir a los coches, se creen los amos de la carretera, como si ésta les perteneciera. Casualidad, coincidimos justo en la curva de herradura. Ocupa todo, no hay ningún mínimo hueco por donde pueda pasar, así que no me queda más remedio que darme la vuelta y comenzar a bajar para que pueda tomar la curva. El chófer toma la curva, y se me pega, no me da ni un metro para que yo pueda girar de nuevo y seguir subiendo. ¡Pero qué cachondo! Y así 20 metros, 30, 40, hasta que le hago un gesto con la mano de que pare y le pego un grito en un castellano clarísimo. ¡¡¡ Párate Cojones!!! O es que quieres que me baje todo el puerto. Parece que me entiende, para, tomo los cinco metros que necesito para dar la vuelta y tiro para arriba a sprint, como si el final del puerto estuviera en la curva. Al pasar le echo una miradita de pocos amigos y a lo mío. He  salido disparado y tras la curva me doy cuenta de que esto sigue y que hay que bajar un poco la velocidad. Voy bastante agresivo, (bastante “calentau” como me diría Paula), sobre todo por todos esos pesaos de motoristas que aunque cuando me adelantan me respetan, meten un ruido ensordecedor y son terriblemente molestos. Parece que lo hacen adrede y alguno seguro que sí. Además el aire frío está convirtiendo la ascensión larga y dura en muy dura, porque sopla muy fuerte. Por fin llego al restaurante, de acabarse el puerto nada, llevo 34 kms, así que me deben quedar unos siete.

Foto sacada desde el restaurante Rabacca. Estos kilómetros como se puede apreciar, a parte de muy bonitos, han sido bastante duros y el viento ha contribuido a ello.

 Veo una presa, y la pendiente se suaviza un poco, pero el aire sigue siendo fuerte y casi siempre en contra. Llego a otro altito, ya no veo la presa y el restaurante Rabacca. Bajo un poco y llego a un gran lago, el Lago Agnel a casi 2300 metros de altitud.

Lago Agnel.

 Aún restan otros 300 y poco metros de desnivel. Aquí ya no hay casi nadie, algún montañero, algún bus con el que afortunadamente no tengo ningún problema y poco más. Paso otro lago que lo dejo a mano derecha según subo y por fin y casi sin ver el final tras 2 horas y 20 minutos llego a la cima del Nivolet.

Última parte de este gigante Italiano. Las vistas son magníficas.

Una montañera francesa me saca una foto, saco otra al cartel y otras desde la cima. El paisaje es sencillamente grandioso y espectacular. Ahora os diré que es el puerto más impresionante de este viaje.

Cima del Nivolet
Bonito cartel en la cima del puerto, el cuál con sus 2612 metros es el techo del viaje.

Me empieza a granizar ligeramente y eso a más de 2600 metros de altitud no es demasiado agradable. Me abrigo y bajo. Bajo hasta el lago Agnel y comienzo a subir el repecho, buff qué faena para mis piernas. Al coronar el repecho me encuentro a…. el Kulak. Casi me había olvidado de él, pero aquí está, me dice que él sube esta maravilla como sea, y no va del todo mal. Quedamos en el Rabacca. Allí me dirijo. Dejo la bici fuera y entro en el restaurante. Qué calentito que se está dentro, fuera a dos mil y pico metros hace frío. No me quito ni el casco y me siento en una mesa. El restaurante, bastante grande por cierto, está lleno. La gente me mira alucinada. Ahí tengo enfrente un grupo numeroso de grandes moscardones. Sí, mis amigos los motoristas. Éstos son alemanes, bigotes grandes, chupas de cuero, pantalones de cuero, tatuajes y unos 120 kilos de media por elemento y a lo mejor hasta me quedo corto, porque hay un espécimen en un extremo de la mesa que andará cerca de los 200. Desde mi mesita, con la ventana por detrás veo todo, los tengo enfrente y observo las miraditas que le echan a la guapa camarera. En fin, a lo mío. Pido una coca cola grande, un plato de pasta y un postre dulce. Que elija el postre el simpático chaval que me está atendiendo. Luego un café caliente y que le eche grapa, que ya que sólo me queda bajar, pues lo mejor es ir con el cuerpo calentito. Espero un buen rato y el Kulak sin aparecer. Rabacca dijo él bien claro. Paciencia, ya tiene mérito el tío, hay que subirse este puerto. Con esa longitud, desnivel, altitud y con el tremendo aire que nos sopla hoy. Pago y en ese mismo momento entra por la puerta. Le digo si quiere comer, que se siente. Me pregunta si queda comida en el coche, le respondo que sí. Pues abajo me dice. Cuando está cansado no suele tener apetito, siempre dice eso y así ha sido durante este viaje. Bajamos, sacamos fotos de esta maravilla. Como dice Kulak, para que Tana no se queje y para que podáis disfrutar de este paisaje de alta montaña. Me comenta lo del túnel y que le tiene mucho respeto. Me dice que lo ha pasado mal, porque no se ha fijado en la entrada que era tan largo. Hago un cálculo mental rápido. 3,5 kilómetros que tenía el túnel y con pendientes siempre superiores al 8%. El Kulak habrá ido entre 8 y 10 a la hora. Luego se habrá pasado en el túnel cerca de 24 minutos, que sino se había fijado en su longitud se le habrán hecho eternos. Le digo que no se preocupe, que bajando será otra cosa y que se pegue a mi rueda. Al llegar al mismo, eso hace. El túnel es bastante cerrado y no encontramos apenas resistencia del aire que nos pueda frenar. Sin darme cuenta miro el cuenta kilómetros y veo que estamos bajando casi a 90 kms/h. Freno un poco y enseguida salimos de él. Me doy cuenta de que al Kulak esto de bajar le gusta y además no se le da del todo mal. Otros muchos para rato hubiesen bajado a estas velocidades, tranquilo Martiñena, tú si. Para ser sinceros casi ni me he percatado hasta que he mirado el cuenta. Por fin llegamos al coche.

Nos cambiamos y mientras voy metiendo las bicicletas en el coche, el Kulak va comiendo. Tomamos por fin dirección Aosta. Cuesta salir un poco de esta zona, como he dicho es domingo y hay mucha gente. Pero la salida a la autopista está cercana y enseguida puedo acceder a ella. El Kulak cierra los ojos y se duerme, normal, está agotado.

Llegamos a Aosta, la idea de hoy es dormir en La Thuile. Un precioso pueblo de montaña donde pasé noche en el viaje del 2003. Además iremos al mismo hotel que en aquella ocasión, Hotel du Glacier. Dicho y hecho. En La Thuile hay también un gentío impresionante, pero la oferta hotelera es amplísima. Vamos al hotel y me recibe la misma señora que hace dos años. Muy simpática como siempre. Tenemos habitación. Así que lo de siempre, ducha, lavar ropa, descansar un poco y poner los Mundiales de Atletismo que acaban de comenzar en Helsinki. Aquí, en este pueblo de montaña, situado a 1440 metros de altitud, vamos a dormir de maravilla. Durante el día si hace sol se está muy a gusto, pero por las noches refresca mucho y se agradece para dormir. A las 21.00 salimos. Nos vamos a una Pizzería, La Grotte se llama. Cenamos muy bien y hasta nos tomamos una grappa para celebrar el éxito del día y que por primera vez en todo lo que llevamos de viaje no ha habido “jaimitadas” y a mi la pierna izquierda me ha respetado. ¡Ya era hora!

Salimos del restauranate, damos un paseo por el pueblo, algo abrigados pues hace fresco. Nos fijamos en los mapas que hay en el pueblo y nos damos cuenta de una cosa. Hoy tras pasar Aosta, hemos pasado también Morgex (que es el punto de partida del gran puerto de mañana), y desde ahí hemos empezado a subir para llegar a La Thuile. Pero vemos que desde La Thuile podemos subir el Colle de San Carlo por la otra vertiente y luego bajar a Morgex, siendo ésta una carretera a buen seguro mucho más tranquila, puesto que la otra está bastante concurrida. Además y tras ver esta posibilidad le comento al Kulak que él no suba San Carlo por Morgex, puede ser demasiado, pero que desde la Thuile comienza la subida al Petit San Bernardo y que es un puerto donde va a disfrutar muchísimo, porque no es muy empinado y es muy bonito. Así lo decidimos.

Regresamos al hotel y no tardamos en dormirnos.

DIA 6: La Thuile – Sion

Nos levantamos y vemos que hace un día precioso, si bien, aún no calienta el sol y hace fresco. Desayunamos fuerte, descansamos un poco, pagamos el hotel y nos dirigimos al parking del centro del pueblo, donde dejamos el coche. Hacemos algunas compritas y al coche de nuevo, a montar las bicis y

cambiarnos.

Yo subiré San Carlo desde la Thuile, bajaré a Morgex y lo subiré también  por esa vertiente. Kulak subirá el Petit San Bernardo y luego tras regresar, decidirá si sube San Carlo desde La Thuile.

Dicho y hecho. A las 11.00 partimos cada uno a hacer su etapa particular. En el mismo centro está el desvío a San Carlo, marca 7,3 kms. Un rápido cálculo, si estamos a 1440 y el Col está a 1971 son 530 metros de desnivel y una pendiente media del 7,2%. Buen calentamiento para la burrada que es la vertiente de Morgex, estamos hablando de 10,5 kms al 10% de media.

Colle de San Carlo. Gráfico Javi Fuertes

Salgo del parking de La Thuile en dirección al San Carlo, pero para mi sorpresa me doy cuenta que los dos primeros kilómetros son prácticamente llanos, se sube algo, pero muy poco, así que de 7,2 de media creo que tururú. El desnivel lo vamos a salvar en 5 kms. Rápidamente la pendiente sube mucho, se sitúa por encima del 10% en muchos tramos. Tiene descansos, pero tiene rampas durísimas de hasta un 15%. El puerto es una sucesión de curvas de herradura, en ellas coges aire para subir rampones tremendos, en ciertos momentos tiene mucho parecido con la Marmolada, aunque éste puerto ofrece descansitos. Menos mal. Tras 29 minutos de calentón, porque yo creía que iba a ser un paseo y finalmente no lo ha sido, corono el Colle de San Carlo por esta vertiente.

Duras rampas por esta vertiente. 15%

San Carlo por la Thuile, corto pero matón.

Me abrigo y me lanzo a Morgex. En el descenso voy parando para sacar fotos. El puerto es precioso, muchísimas curvas de herradura, carretera ancha y bien asfaltada, el Mont Blanc presidiendo todo en las alturas. Es un puertazo, no en vano fue recomendación de Morgar. Llego a Morgex, y giro sobre mis pasos para comenzar la durísima ascensión.

Morgex. Tras cruzar el puente comienza la subida.

De entrada echo ya mano del 39x25 porque las rampas de este puerto se las traen. Siempre  al 10% y a ratos por encima, con puntas que llegarán al 14 o 15%. A partir del tercer kilómetro paso al 30x21 y mantengo ese desarrollo hasta la cima. Es espectacular, con apenas tráfico. Me recuerda muchísimo al Giau, si bien aquel tiene más roca y aquí voy subiendo por un denso y muy cuidado bosque. Tras 54 minutos de importante esfuerzo corono esta vertiente del San Carlo. Han sido 10,5 durísimos kilómetros. No entiendo como el Tour no aprovecha un poco más esta zona. Se podría subir San Carlo, bajar a La Thuile, subir el Pequeño San Bernardo y desde Bourg St Maurice, subir les Arcs o acercarse a la Plagne. En fin, muchas posibilidades, pero parece que para Leblanc sólo existen el Galibier, Alpe d’Huez, Madeleine, etc…. en los Alpes.

Muy constante y muy duro. Todo el puerto es así.

Ascensión con muy poco tráfico y una carretera en impecable estado.

Foto en la cima y hacia abajo.

No es el cartel más bonito de los que hemos encontrado, pero por su dureza se merece una foto.  

Estoy llegando a la Thuile y por ahí viene la inconfundible silueta del Kulak. Me pregunta qué tal es. Jeje, le digo que se prepare, que tiene rampas muy duras, pero que da descansos. Le comento que bajo al coche y subo y que comeremos en el restaurante que hay en la cima del puerto. Dicho y hecho. Bajo, me cambio y comienzo a subir con el coche. Me encuentro al Kulak a falta de 2 kms para coronar el puerto. Va muy justito, pero dice que llegará arriba, que le pida un plato de pasta. Aparco el coche y entro el restaurante, pido algo para comer, no demasiado, que yo aún quiero intentar subir a Pila. Llega el Kulak, el final se le ha hecho muy duro y la verdad es que no me extraña, tiene rampas muy serias, también por este lado, pese a ser mucho más corto.

Foto del Kulak en la cima del Pequeño San Bernardo.

Un puerto muy bonito y que también merece la pena conocer.

Comemos y bajamos a Morgex. De ahí nos dirigimos a Aosta.

Son ya casi las tres de la tarde y hace mucho calor. Tengo las piernas bastante bien, pero el cuerpo me pide siesta. De todas maneras, aparco junto a la subida. Pila es una estación de ski que sale del mismo Aosta. Fue final de etapa en el Giro de 1992. Ramontxu González Arrieta iba escapado, pero se hundió en sus últimos kilómetros y fue superado por el alemán Udo Bolts. Por detrás Indurain de rosa, respondió a los ataques de los siempre combativos Chiappucci y Chiocciolli, para salvar la penúltima etapa de montaña y asegurarse el que sería su primer Giro de Italia. Ya ha llovido. No tengo el perfil de la subida en mano, se que está publicado con datos de Mario Ruíz en la CAF que hablaba de aquel Giro. La subida es seria, son casi 1200 metros de desnivel en 17 kilómetros. Mientras me cambio, pienso que tenía que haber hecho esta subida de seguido, sin haberme detenido a comer. Hubiese sido mucho mejor comer algo sobre la bicicleta y subir que lo que he hecho. Cambiarme, comer sentado. El cuerpo se ha relajado y ahora está muy aletargado como para pedirle este importante esfuerzo. Pero a pesar de todo, allí me lanzo sobre las 15.30 horas.

Los primeros kilómetros son duros, sobre todo desde un punto de vista mental. Están señalizados a lo largo de toda la ascensión. Es duro ver que aún restan 17, luego 16. Además son bastante exigentes y muy poco uniformes. Va a rampas y me obliga a estar continuamente jugando con el cambio, subiendo y bajando piñones. Tan pronto estoy al 5%, como subiendo una durísima rampa de más del 10%. Aosta va quedando más y más abajo y voy con un pedaleo cansino, no muy alegre, pese a que siempre llevo un piñón más de lo que necesito para que mi cadencia no sea demasiado baja.

Estos primeros kilómetros son duros y pienso que el puerto debe ofrecer algún descanso, de lo contrario la media final será muy cercana al 8% y el desnivel final superior a esos 1200 metros. Efectivamente a mitad de puerto hay un descanso de unos dos kilómetros, casi llanos. Me permiten descansar sobre todo mentalmente y lo que es más importante, bajar de la barrera psicológica de menos de 10 kms a cima. Eso hace que me anime más y pese que en los últimos kilómetros la pendiente vuelve a aumentar, mi cabeza ya ve el final del puerto mucho más cerca y eso sirve de estímulo para mis piernas que van muchísimo más sueltas que al principio. Por fin y tras poco más de una hora y diez minutos, corono Pila.


Se hizo dura esta ascensión. Sobre todo en su inicio que es muy desigual y alterna duras rampas con descansos.

Otra más para el zurrón pienso mientras me cambio y aseo junto al coche. Como un poco de chocolate y me voy al asiento del copiloto. El Kulak conducirá el coche a través del túnel del Gran San Bernardo dirección Suiza.

Comenzamos a subir el puerto y nos vamos al túnel. Ahí está la frontera. Pasamos sin problemas y luego el peaje. Son 22 €. Es caro, pero hacer este túnel no habrá sido nada barato, así que si quieres pasarlo hay que cotizar. Sino ya sabes, te vas hasta los más de 2500 metros que tiene el Gran San Bernardo.

Una vez que salimos del mismo, nos dirigimos hacia Martigni. De allí hacía Sion. Donde nos alojaremos esta noche. El paisaje es muy bonito. Llegamos a Sion, y lo primero que vemos a la entrada es un concesionario de Ferrari.

 

Echamos un vistazo a los coches. Menudas preciosidades.

El Famoso F40, el coche más rápido de serie, del mercado en su día. Hoy en día aún te lo puedes comprar por el módico precio de unos 40 millones de las antiguas pesetas.

Observamos que la ciudad está vacía y nos cuesta encontrar hotel. Si algo hemos aprendido de este viaje, es que lo mejor es irse a zonas turísticas, porque en esta época del año las ciudades están vacías y casi sin vida en ellas. La Thuile estaba a rebosar como muchos otros pueblos de montaña, pero Pinerolo, Ivrea, Sion, están semivacíos.

Reservamos hotel. Hotel La Pergola, tiene el mismo nombre que uno muy coqueto que hay en Saint Lary. Son las 20.00 horas para cuando llegamos. Yo estoy muy cansado. Ducha y nos vamos a cenar. Descubrimos que en Suiza comer no es nada barato. El precio del hotel es normal, pero la diferencia en precio en los restaurantes es grande. Por ejemplo si por una pizza estábamos pagando en Italia unos 6 €, aquí vemos que vale casi el doble. Es lo que hay.

Tras la cena, damos un pequeño paseo y como os comento hay muy poca gente. Regreso al hotel y a descansar, que mañana hay que seguir subiendo puertos.

DIA 7: Sion – Domodossola

A las 8.15 suena el despertador, no le hacemos ni caso hasta las 8.45. Le hago un gesto al Kulak que suele ser siempre el primero. Casi ni se mueve hoy. Pregunta a ver si hoy no se suspende la etapa, poniendo todo tipo de excusas. Le digo que no, que hoy toca el Sanetsch. Es un puerto desconocido y al que voy porque pusieron una foto suya en el foro y parecía muy interesante. No me acuerdo de los kilómetros que tiene, se me olvidó traerme su perfil, pero será una ascensión larga, rondando los 20 kilómetros.

Pagamos el hotel, antes de ir a por el puerto en cuestión nos acercamos a un supermercado para hacer algo de compra y pasamos por un banco a cambiar los billetes grandes en otros más pequeños y manejables. El artista del banco me dio los francos suizos prácticamente en dos billetes de 1000, que al cambio son casi 109.000 de las antiguas pesetas cada billete, y claro eso no es muy manejable. Preferimos cambiarlos en un banco a que nos pongan caras raras en una pizzería o un super. Hacemos ambas cosas y nos dirigimos hacia las afueras de Sion para subir este desconocido puerto, pero que a buen seguro y tras haberlo subido, no vamos a olvidar.

Encontramos el cruce, que sale casi desde la vía principal de salida o entrada a Sion. No vemos lugares para aparcar, en todos pone parking privados, así que comienzo a subir con el coche. Tras dos kilómetros encontramos un lugar perfecto para dejar el coche. Nos cambiamos, un poco de crema solar, que hace calor y algo de comida. El Kulak sale desde allí mismo hacia arriba, yo bajo hasta el cruce de nuevo y pongo el cuenta kilómetros a cero. Hemos mirado en algún mapa y Sion está a 502 metros, y a mi me suena que el Sanetsch pasa de los 2000. Luego comprobaré que los pasa de sobra porque llega hasta casi los 2250 metros. Así que sin saberlo nos estábamos enfrentando a un puerto de 1750 metros de desnivel y esto se dice fácil, pero no hay muchos así.

Salgo desde el cruce, el primer kilómetro es casi llano, se sube algo, pero muy poco. Los siguientes son durillos y yo paso al 39x23. Del cuatro al seis hay descansos y son más flojos. Vamos dejando poco a poco Sion abajo. Aquí a ambos lados de la carretera se ven viñedos, un sinfín de ellos.

Primeros kilómetros de la subida. Sion al fondo y viñedos por todas partes.

Kulak parafraseando a Martiñena dijo que había venido aquí a currar… jejeje

 Llegando a un pueblo llamado Ariollo en el kilómetro siete, alcanzo al Kulak. Me dice que ha preguntado y que le han dicho que arriba el puerto es muy duro. Pues paciencia le digo, me despido y cada uno prosigue su marcha. Hasta el kilómetro diez la subida tiene descansos. Llegamos a un cruce, a la derecha marca Saviese, a la izquierda Sanetsch. La carretera se estrecha y pasamos a un paisaje muy diferente al de los primeros kilómetros.

Cruce que tomamos a la izquierda para seguir subiendo.

En un bosque y con rampas ahora mucho más duras. A ratos incluso las pendientes son del 15% y hacen daño. Voy subiendo bien, pero no para echar cohetes, lo de ayer se nota. Alterno el 39x25 con el 30x21. Paso restaurantes muy bonitos y cuidados que hay durante el puerto.

Duras rampas al atravesar el tupido bosque.

Me voy acercando a un pueblito, pero aún no tengo ni síntomas de por dónde queda el Col. Llego al pueblito, con una cascada preciosa a mano izquierda, cruzo un puente y veo pintado encima de una casa “Altitude 1500 m” Acto seguido se oye perfectamente un “click” “clock”, es el sonido de “mis pelotas” que acaban de caerse al suelo. ¿Pero cuántos kilómetros tiene esto? ¿Hasta cuánto sube? Qué mala pinta… Voy bastante tocado y se que al menos me esperan 500 metros más de desnivel. Además acto seguido entro en una zona durísima de curvas de herradura que me hacen ganar altura con rapidez.

Comienza la sucesión de curvas de herradura.
Al fondo pueden apreciarse todas las curvas de herradura. Pendientes fuertes en este tramo y aún nos queda puerto.

El paisaje va cambiando, dejo el bosque atrás y voy pasando a una zona de praderas sin apenas vegetación. Escaso tráfico y poca gente. La pendiente es muy alta y tras pasar la curvas veo por dónde sigue la montaña, pero ni rastro de la cima.

El paisaje ha cambiado por completo. Zona de praderas altas y ya sin arbolado.

Pasan los kilómetros, se hacen duros. No puede quedar mucho, sigo subiendo y paso un túnel, hace frío en él y no está muy bien iluminado, pero afortunadamente no es muy largo.

Entrada espectacular al túnel.  

El final del puerto es una tortura psicológica, vas pasando altillos y tras el final de cada uno de ellos piensas que estará la cima, pero luego sale otro y otro.

Últimos metros de este puertazo.

Finalmente y tras 26 kilómetros recorridos y 1h 53 minutos de duro pedaleo, alcanzo la cima de este Col de Sanetsch a 2244 metros. Me digo a mi mismo que por aquí no se puede venir a ciegas, que luego te llevas estas sorpresas. En la cima hay coches de excursionistas aparcados. Por todos los lados salen picos de montaña y hay un montón de carteles indicándote diferentes rutas, te marcan hasta el tiempo aproximado que tardas en llevarla a cabo. Sopla aire y hace fresco. Así que saco una foto rápida a un exiguo cartel, un coloso de este tipo bien se merece algo más, y me lanzo hacia abajo convencido de que el Kulak esto no lo sube.

Exiguo cartel en la cima del puerto. Mas bien parece el horario de los autobuses.

Me lo cruzo cuando le restarán 5,5 kms para la cima, qué tío. Va muy tocado, pero va. Me pregunta lo que falta y cómo es el terreno. Le informo. Bajo al coche. Bajada muy rápida y me cambio con rapidez para ir en su búsqueda. He pensado que lo mejor es que comamos algo en esos restaurantes que hay en la parte central del puerto. Así hacemos. Está muy tocado, luego me ha comentado que ha habido un antes y un después de este viaje a partir del Col del Sanetsch y le creo. Si a mi me ha parecido largo y duro, al Kulak que se ha tirado tres horas subiéndolo, ni me lo imagino. Comemos un plato de pasta y tomamos una cerveza bien fría y un café, que nos entran a ambos de maravilla. Aseados y tras haber comido algo caliente descendemos el puerto con el coche.

Restaurante a mitad de puerto donde comimos algo caliente, lo necesitábamos, y compramos algún mapa de la zona.

 

Col del Sanetsch. Perfil obtenido por gentileza de Morgar. (Ángel Morales García).

Llegamos a Sion y desde ahí tomo dirección Brig. La idea de hoy es pasar el Simplonpass y dormir o en Simplon o en Gondo, pueblos muy cercanos para atacar los puertos de mañana. Tras pasar Brig, comenzamos el ascenso al Simplonpass. Por este lado es un puerto muy poco aconsejable para subir en bicicleta. Son todo galerías y túneles. Pero con muy poco arcén y además es un puerto de bastante tráfico, puesto que es fronterizo entre Italia y Suiza. El problema es que en coche vas subiendo a 80 por hora y tras una curva te puedes encontrar tranquilamente con un ciclista que va subiendo a 10 a la hora, y la carretera no tiene arcenes y por el otro lado bajan muchos coches. Si hubiese una o dos galerías pues las pasas, pero el puerto está repleto de ellas y creo sinceramente que es jugarte el tipo. Por eso no veo a casi nadie subiendo en bicicleta. A ver cómo es por el otro lado, por donde yo iba a subirlo mañana, pienso mientras subo el puerto. Coronamos el Simplonpass a más de 2000 metros y comenzamos su descenso. Al comienzo es abierto y sin problemas, pero las galerías no tardan en aparecer, y en la parte de abajo está repleta de ellas. Son bastantes kilómetros en total dentro de estos túneles, así que decido no jugármela y mañana no subiré el Simplonpass. Pasamos el pueblo de Simplon y vemos que son cuatro casas, pues a por Gondo. Cuando llegamos vemos que no son ni eso, es un paso fronterizo y tras pasarlo se vuelve a Italia. Miramos en el mapa la siguiente localidad cercana con un tamaño apropiado y vemos que es Domodosola a 22 kilómetros. Pues nada, allí vamos.

Encontramos hotel rápidamente. Es justito pero perfecto para pasar la noche. De nuevo son ya las 19.30 horas, así que no tenemos mucho tiempo. Lavar ropa, ducha, descanso y a cenar. Entramos en una Pizzería llamada Barcantonio. ¡Qué  acierto! Cenamos de maravilla. La mejor pizza de todo el viaje y unos escalopines milanesa excelentes, acompañados de una birra muy grande y fría. Se nos van los ojos a la mesa de al lado, donde una preciosa ragazza está cenando en compañía de su novio. Tras esta magnífica cena nos vamos al centro del pueblo. La plaza está a rebosar, hace una noche muy agradable y está todo el mundo tomando algo en las terrazas, los niños jugando a fútbol en la plaza, menudo partido que están montando. Les observamos y el Kulak se calienta y empieza a contarme que ves “estos italianos zurran desde pequeños” si pasa el balón no pasa el tío y viceversa. No como en la Real, que no hay quien de una patada, quién se gane una tarjeta amarilla de ese tipo y bla bla bla, joder cómo se calienta. Sólo falta aquí el señor Juanmartiñena para entrar al trapo y montan aquí una trifulca monumental. Yo antes sufría mucho por la Real, sigo siendo socio, pero hace tiempo que cambié el chip y decidí no pasarlo mal por un equipo de fútbol. Si ganan encantado sino, pues no pasa nada. Creo que el Kulak y Martiñena están aún muy lejos de esa fase, qué mal lo tienen que estar pasando, porque puedes ganar o perder, pero estamos ante un equipo que en los últimos años ha perdido sus señas de identidad y eso lo estamos notando.

Hubiese seguido allí un rato más, pero sobre las 23.30 regresamos la hotel. De camino vemos una tienda de bicicletas muy bien puesta y mañana antes de salir veremos si tienen algún maillot de la zona que llevarnos de recuerdo.

DIA 8: Domodosola – Ulrichen

Hoy por fin llegaremos a Ulrichen. Lugar que hemos elegido como fijo y donde nos quedaremos hasta el Domingo. Se acabó eso de estar todo el día con las maletas de un lado a otro, buscando hoteles en diferentes localidades. Sin duda el viaje va a ganar en comodidad. Tenemos el Hotel Astoria alquilado desde Junio, esperamos haber acertado. Ulrichen nos parece perfecto para subir los puertos que tenemos pensado. Está muy próximo a ellos y parece un lugar de lo más tranquilo, que es algo que también estamos buscando. Está situado a 1346 metros de altitud y lo elegimos tras verlo en la etapa reina de la Vuelta a Suiza de este año.

Desayunamos y tras pagar nos dirigimos a la tienda de bicicletas. Cicli Barela. Es una tienda bastante grande y que tiene de todo. Bicicletas y componentes de ultimísima generación, casi igual que en nuestra querida Colleta en Susa le comento a Kulak. Calla, calla, ni me lo recuerdes me contesta. Tienen un montón de maillots y pedimos a ver si tienen alguno de la tienda. Resulta que sí. Es un maillot rojo precioso. Lástima que sea rojo pienso, porque yo ya tengo dos de ese color. Pero el Kulak se lo compra. Seguro que cada vez que se lo ponga en Zarautz le vendrán un montón de recuerdos a la memoria. El dueño de la tienda nos comenta que hay una excursión muy bonita a la Cascada del Tolce donde venció Simoni en el Giro del 2003. Nos muestra un plano y todo, lo que pasa es que vemos que hay que ir y volver por el mismo sitio y se nos puede hacer un poco tarde, así que finalmente descartamos dicha opción.

Descartado el Simplonpass, por el tema de las galerías, nos dirigimos a Gondo, lugar donde comienza un puerto de 12 kms y con pendiente media del 9%. El Passo Furggu. Un puerto completamente desconocido. Lo vi en la página de Mauro Melani y me gustó y como quedaba a mano, pues aquí estamos, listos y dispuestos para subirlo.

Passo Furguu. Gráfico Javi Fuertes

 El Kulak me ha dicho que hoy no quiere saber nada de bicis, que con el Sanetsch ayer ya tuvo bastante y hoy descansará.

Llegamos a Gondo y tras pasar de nuevo a Suiza, giramos en el puente a la izquierda, bajamos 200 metros a una explanada y vemos que ahí mismo comienza el puerto. Aparco el coche, me cambio, me aplico el musclor para entrar rápidamente en calor y a por él.

Cascada que se ve desde el inicio de la subida.

El comienzo es sencillamente terrible. Un zig-zag brutal a mucho más del 10% con puntas de hasta un 18%. Rampa tremenda, curva de herradura, otro rampón y curva de herradura al otro lado. Comienzo con el 39x25, pero cuando la cosa se pone muy fea meto el 30x21.

Primera rampa del puerto.

Primeros kilómetros de la subida.

Rampas muy duras de hasta un 18%

Tras pasar este duro comienzo hay un tramo muy corto con un asfalto muy deteriorado. Luego un pequeño descansito y tras él una zona de galerías no muy larga donde la pendiente vuelve a subir considerablemente.

Serie de galerías en la primera parte de la subida.

El tráfico es inexistente. Tras pasar el cuarto kilómetro vemos un lago a mano izquierda, la pendiente baja y yo bajo piñones.

Lago que dejaremos a mano izquierda según ascendemos.

Hoy tengo unas piernas fantásticas, voy muy fácil y estoy disfrutando mucho. Del 4,5 al 6,5 se va fácil. Del 6,5 al 8,5 la pendiente incrementa muchísimo, por encima del 12% y con muchos tramos al 13 o 14%. Me recuerda mucho en este tramo al Mortirolo, por su estrechez, por su dureza y por el bosque.

Pendientes fuertes y constantes, carretera estrecha pero bien asfaltada.

La última parte del puerto es algo más llevadera. Tras superar el bosque entro en una zona alta de praderas con ganado. Al final la pendiente afloja mucho y corono el Furggu. 11,9 kms de subida y 58 minutos de pedaleo.

Se acabó el puerto, por no haber, no hay ni cartel que nos indique el final del mismo.

La carretera sigue, pero está cortada, posiblemente sea una carretera privada. Es una pena, porque mapa en mano, veo que se puede bajar por aquí y se llegaría a Simplon y desde allí habría pasado la zona conflictiva del Simplonpass y podría subir los últimos kilómetros del puerto. Vuelta por donde hemos venido y por fin tomamos la dirección que nos conducirá a Ulrichen. Llegamos de nuevo a Brig y ahora giramos hacia el Furka/Grimsel que es lo que marca la señal. Es una carretera de montaña con un paisaje espectacular. Vamos ganando altura continuamente, pasando pueblitos pequeños y turísticos. Finalmente sobre las 14.30 horas llegamos a Ulrichen. El hotel está justo enfrente del cruce que sale a Nufenenpass. La habitación del hotel está muy bien. Tras dejar las maletas bajamos al restaurante. La cocina está cerrada, aquí para las dos se cierra y a la tarde poco antes de las nueve. De todos modos nos sacan algo para comer, un Ros beaf con una ensalada y aliñada de una manera típica del lugar. Yo devoro todo, el Kulak, mucho más especialito cuando lo sacas de casa, come, pero casi sin tocar el aliño y la ensalada.

Es hora de llamar a la gente, no hemos hablado con casi nadie en esta semana. Así que hablamos con la tropa de Cádiz (que están allí a la bartola), el Ondarru, Martiñena. Llamamos a Tana para darle un poco de envidia. “ya me la dais “cabrones” - nos contesta.

Echamos una siesta, primer día que podemos hacerlo, y la verdad es que nos quedamos fritos, porque hasta las seis y media no despertamos. El cansancio acumulado se nota. Hacemos algo de tiempo antes de cenar y nos vamos a visitar el Nufenenpass en coche, ya que lo tenemos junto al hotel. Subida de casi 14 kms, y dura. No tiene rampones, pero se pone al 9-10% y no cede. Paisaje muy bonito, de alta montaña. En sus últimos kilómetros muchas curvas de herradura. Al coronarlo vemos el letrero, 2478 metros. Es muy alto, el más alto de los que tendremos que subir aquí en Suiza. Estamos un rato en la cima, junto al lago y sacamos alguna foto, pero hace frío y está oscureciendo, así que enseguida regresamos al coche para bajar el puerto e ir a cenar, que ya va siendo hora.

Ulrichen visto desde los primeros metros de ascensión del Nufenenpass.

 Nos acercamos a un asador llamado Baschi. Tienen una carne a la brasa fantástica. Hasta el Kulak devora todo, cosa que como os digo, es poco habitual fuera de casa. Vuelta al hotel, lectura y a ver un poco el atletismo. Mañana comenzaremos a subir los famosos Passos Suizos, ya hay ganas.

DIA 9: Ulrichen

Suena el despertador temprano, sobre las 8.00. Nos damos un rato más. El Kulak me dice que hoy vaya yo primero, a partir de aquí siempre me levantaré ya primero, el Kulak ni se mueve, está destrozado me dice.

Bajamos a desayunar. A las 9.00 está el buffet del hotel muy concurrido, casi lleno. El Kulak provoca un atasco monumental en la zona del zumo. Se ha quedado casi dormido de pie, con el vaso en una mano y el zumo en la otra. La gente mirándole y esperando a que acabe y éste con la mirada fija, perdida, y sin saber muy bien dónde. Le pego un toque en la espalda y le digo que espabile, que vaya cola que está organizando. Me hace un gesto como que aún está dormido y que pese a la ducha, donde por cierto, ya ha montado otra, sigue todavía en su último sueño.

Desayunamos bien y regresamos a la habitación a descansar un poco y hacer la digestión, puesto que hoy no nos hace falta el coche y vamos a salir desde el mismo hotel. Tenemos un breve llaneo hasta Oberwald. Desde ahí comenzaremos a subir tanto el Furka como el Grimsel, que comparten sus primeros kilómetros hasta Gletsch. Allí cada puerto sigue su camino. Yo comenzaré subiendo Grimsel, para bajar por el mismo sitio hasta Gletsch. Desde allí el Furka y luego bajaré el Furka hasta Realp para subirlo por esa vertiente también. Kulak subirá Grimsel y Furka pero sin hacer la otra vertiente del Furka. Hemos quedado que nos veremos en el hotel, no hay pérdida posible.

Nos cambiamos y comenzamos nuestra marcha pasadas las 10. Está nublado y hace fresco. Yo comienzo llaneando muy suave con el 39x19 para ir calentando. Veo que el Kulak ya lleva el plato metido y con un piñón más bien bajo. ¡Qué bruto! pienso, pero ya aprenderá. Vamos juntos en este breve llano. Pasamos dos túneles, uno largo de kilómetro y medio y el otro más corto que apenas llega a los cuatrocientos metros. Enseguida llegamos a Oberwald. La carretera se pone hacia arriba y nos despedimos. Le pregunto si lleva ropa de abrigo para la bajada. Asiente. Pues entonces hasta luego y que vaya bien. Hoy de nuevo vamos a subir bastante alto. El Grimsel está a 2165 metros, pero el Furka pasa de los 2400, concretamente 2436 y eso es muy alto. Además las nubes tapan el sol y no hace precisamente calor que digamos.

Fuente: www.salitomania.it

Comenzamos a subir. Estos kilómetros van aumentando su dureza poco a poco, de momento no se intuye ninguno de los dos pasos. Tras ganar altura rápidamente después de pasar varias curvas de herradura, veo por fin el Grimsel. Es bastante espectacular. La carretera sube la montaña a base de curvas de herradura. Aún se ve lejos.

Primera vista que tengo de cómo es el Grimsel. Aún queda para llegar a las curvas de herradura.

Tras casi ocho kilómetros desde que hemos comenzado a subir en Oberwald, llegamos a Gletsch. Allí a mano izquierda tomo dirección Grimsel, el Furka queda a mano derecha. Al subir los últimos kilómetros del Grimsel es cuando comienzo a apreciar y poder ver mejor el Furka. Resulta impresionante ver uno mientras subes el otro. El puerto te permite ver casi todo lo que llevas ascendido. Me queda poco para coronar el Grimsel cuando allá abajo veo un ciclista de naranja, vestido de Euskaltel. No hay duda, es el Kulak, y toma dirección Furka. Yo sigo a lo mío y con el 39x23 y el 25 en algún ratito para ir más cómodo, corono el Grimselpass. Hay un lago en su cima. Hace bastante frío, así que saco alguna foto y no me detengo demasiado en su cima.

Por este lado no es un puerto excesivamente duro, la otra vertiente, la que comienza en Interkichen es eterna, casi 26 kilómetros de subida y un desnivel de 1500 metros, casi nada. Mañana debemos pasar por allí para encontrarnos Morgar, así que mañana veremos su otra vertiente.

Grimselpass visto desde el Furia.

Foto del Grimselpass sacada desde casi su propia cima. Al fondo a la izquierda el Furka.

Lago situado en la cima del Grimselpass.

Cima del Grimselpass.

Comienzo un rápido descenso hasta Gletsch, y tomo dirección Furka. De inmediato comienzo a subir. Por este lado no es una subida muy exigente y con la digestión ya pasada, en el Grimsel no iba del todo bien del estómago, puedo poner la “patata” a altas revoluciones. Bajo piñones y subo bastante rápido. A falta de 4 kilómetros aproximadamente, y antes de llegar a un hotel llamado Belvedere y que se observa casi desde cualquier lugar por muy lejos que te encuentres, se encuentran las rampas más duras de esta vertiente. No duran mucho, pero por un momento hay que subir piñones y hacer un esfuerzo extra. Justo pasado el hotel alcanzo al Euskaltel escapado, el Kulak. No esperaba cogerle antes del Furka, y le pregunto qué tal va. Me dice que bien, tranquilo y sin forzar. La verdad es que no lleva mala cara, pero va regulando para luego subir el otro. Nos queda muy poco para coronar, además el puerto afloja bastante en su final, así que enseguida estoy sobre los 2436 metros de la cima del famoso Furkapass.

Furka y Grimsel juntos, fotografiados desde el Grimsel.  
Furkapass.  
 
El Kulak orgulloso en la cima del Furka.

Hace frío en la cima y los primeros kilómetros de descenso no son agradables. Al perder algo de altura me encuentro mejor. No tardo mucho en bajar, veo un poco el pueblo y comienzo a subir esta otra vertiente del Furka.

Furka por Realp. Gráfico Javi Fuertes.

Al finalizar el descenso me he cruzado con un grupo de tres ciclistas. Ahora al empezar a subir echo mano a dos. Coger al tercero me cuesta bastante más. Pero finalmente le alcanzo. Tiene bastante buena pinta, piernas finas y lleva una Trek Madone preciosa. Comienzo a hablar con él y es alemán de nombre Martin. Un chico muy simpático que me cuenta un montón de cosas. Hago toda la subida con él, a un ritmo tranquilo, charlando, y se me hace muy amena. Menos mal, porque llevo haciendo todas las subidas sólo y hablar un poco de vez en cuando se agradece. Me dice que acaban de salir, que van a dar una vuelta circular con Furka, Grimsel y Susten. Sus compañeros vienen por detrás. Grimsel acabo de hacerlo y por este lado no es gran cosa le respondo, el Susten lo tengo previsto el sábado. Me dice que tiene mucha ilusión en ir a conocer los Pirineos y sobre todo y como no, el Tourmalet. Vaya, mi segunda casa le comento. Al coronar le escribo mi dirección de correo electrónico por si necesita asesoramiento si se anima alguna vez a venir a los Pirineos. Él se queda en la cima esperando a sus compañeros, yo me despido y comienzo el descenso, que ya hay hambre. Estoy cerca de Gletsch y veo desde mi posición en el Furka al Kulak que está bajando el Grimsel. Pasa por Gletsch poco antes que yo. Me llevará un minuto, quizás algo más. Qué sincronización, vamos a llegar a la vez al hotel. Me lanzo a por él, lo tengo a vista, pero se me pone un coche delante al que no puedo adelantar y se me vuelve a ir. Hasta llegar a Oberwald no consigo deshacerme del coche, bueno no es que me deshaga de él, se me va en el llano. Meto todo el desarrollo del que dispongo 52x13 y a más de 50 a por el Kulak. Le alcanzo finalmente en el túnel largo. Va ciego, el tío dándolo todo y lo único que dice es que quiere llegar antes de las dos para que no le cierren la cocina y poder pedir un plato de pasta en el hotel. Ahora lo comprendo, por eso iba tan desbocado el tío, son casi las dos. Me pongo delante a más de 40 marcándole el ritmo y el tío enseñándome la rueda por la izquierda, metiendo prisa a un coche que nos frena al pasar por un pueblo. Cuando el hambre aprieta como rinde el “jodido”. Llegamos al hotel y éste lo primero que hace es abordar a la camarera y pedirle que nos saquen dos platos de pasta, yo estoy dejando la bici en el coche. Hemos llegado a tiempo porque no hay problema. Nos cambiamos en la habitación y cuando bajamos está la pasta en la mesa, acompañada por un par de cervezas. Intercambiamos impresiones de los puertos de hoy y nos vamos a descansar un rato al hotel.

 

Por la tarde y tras haber echado una merecida siesta, hacemos algunas compras en un supermercado cercano. Fundamentalmente fruta, yogures y líquido. Luego visitamos los pueblos vecinos de Ulrichen. Vuelta la hotel y hacemos un poco de tiempo. A las 21.00 salimos a cenar. Hoy vamos a un restaurante llamado Mühle. Cenamos una ensalada muy rica, un plato de pasta y copa de la casa de postre. Hablamos con el Ondarru que está en Jaca con intenciones de subir Somport y Portalet. También llamamos al amigo Martiñena que aún anda resacoso tras el concierto de U2. Recibimos del mismo modo, la llamada de Morgar. Acaba de llegar al hotel en Meiringen. Quedamos con él para mañana, a las 8.30 en su hotel, así que a nosotros nos tocará madrugar bastante, porque debemos subir y bajar el Grimsel y eso nos llevará algo de tiempo. Le comentó a Kulak que mañana a las 7.00 arriba, se le cambia la cara, así que pagamos y nos retiramos al hotel a descansar.

DIA 10: Ulrichen

El despertador suena y el Kulak ni se inmuta. El Sanetsch me ha cambiado a este hombre. Me levanto, ducha casi de agua fría para despertar. Bajamos a desayunar. Mientras desayunamos éste sigue KO. En la mesa hay un bote de plástico para ir dejando los papeles de la mantequilla o las mermeladas según las vas utilizando y que sea más fácil luego recoger todo. Tenemos también dos recipientes, uno con leche y el otro con café, bien calientes. Voy a servirme otro café con leche y veo que el bueno del Kulak ha echado la mermelada y el papel del azucarillo sobrante en el recipiente de la leche. Le miro asombrado, le comento y me responde que ya no sabe ni lo que hace. Risas….

Habíamos dejado todo preparado de víspera, así que tras lavarnos los dientes salimos disparados. A estas horas hay poco tráfico, pero nos cuesta llegar hasta Meiringen un rato. Meiringen es bastante más grande que Ulrichen y seguro que con más vida. Si vienes para diez días sería un buen sitio para situarlo como centro de operaciones. Nosotros elegimos Ulrichen porque estaba más a mano de los puertos que queríamos realizar. Pero este pueblo no está nada mal. Llamamos a Morgar por teléfono para decirles que nos retrasamos un poco. Nos esperan y salen a nuestro encuentro. Llegamos. Allí están. Nos conocemos personalmente los cuatro, Morgar, Eudal, Iñigo (Kulak, que a este paso se me va a olvidar su nombre) y un servidor. Aparcamos el coche en el parking del hotel donde han estado alojados. Eudal nos consigue una tarjeta para ello. Nos cambiamos y salimos a hacer nuestra vuelta circular del día. Meiringen –Interlaken-Grindelwald-Grosse Scheideg-Meiringen. Aproximadamente unos 80 kilómetros.

Los primeros 35 kilómetros son prácticamente llanos. Hasta Interlaken nos damos un paseo precioso, pasando por unos lugares realmente bellos, con las montañas rodeándonos y el enorme primer lago antes de llegar a Interlaken. Vamos dando relevos, fundamentalmente Morgar y yo. Aquí el Kulak vuelve a dejarme asombrado, porque recorremos en la primera hora casi 34 kilómetros. Para mi que estoy entrenado este llano me viene muy bien y no me cuesta mucho esfuerzo realizar esta media. Además después de estar todo el día subiendo y bajando se agradece mucho un poco de llano. Morgar no parece tener problemas y Eudal, con su corpulencia, no tiene ninguna dificultad para seguirnos. Observo que el Kulak aprende muy rápido las cosas. Os comento por qué digo esto. Este año nos acompañó a nuestra visita anual al Tour, al paso de éste por los Pirineos. El sábado realizamos una etapa circular y a la vuelta en el llano lo pasó muy mal. Primero porque iba justo, y aún y todo en cuanto tenía algo de fuerzas, pasaba al relevo y segundo porque tampoco sabía muy bien cómo ir a rueda. Siempre acababa dejando un espacio y al final el ir detrás tampoco le valía de mucho. Le dije que debía pegarse para aprovecharse de lo que es ir a rueda. Aquí antes de salir le comento dos cosas: que se olvide de entrar en los relevos y que vaya siempre a rueda, bien pegado. Eudal le quita todo el aire, así que estamos en Interlaken en una hora y el Kulak ha aguantado el ritmo perfectamente. El secreto ha sido ir siempre constante, sin acelerones. No hemos pasado de 40, pero es que tampoco hemos bajado de 30.

Tras Interlaken tomamos dirección a Grindelwald. La carretera es ligeramente ascendente. Alguna rampa más dura, pero nada del otro mundo. El Kulak coge su ritmo y nos dice que nos veremos arriba. Sabio hombre, al final de la etapa, será el primero en llegar al coche y el único de los tres que no se habrá equivocado, por suerte para él.

Kulak sufriendo un pelín en la parte dura antes de llegar a Grindelwald.

Grindelwald es muy turístico y de un tamaño majo. Da la impresión de estar a tope.

Primeras casas de Grindelwald.

Dudamos algo sobre qué dirección tomar en el centro del pueblo, pero parece que la cosa está clara, así que rectos en busca del Grosse Scheideg. Estamos siguiendo los carteles amarillos. Otro error. Los carteles amarillos son fundamentalmente para excursionistas que van a pie, deberíamos habernos fijado en los rojos. Pero eso lo íbamos a descubrir un poco más tarde.

Los carteles rojos lo indican muy clarito. Pero nosotros seguimos los amarillos que se ven en la parte superior.

Morgar y yo vamos deteniéndonos para sacar fotos, además Morgar va anotando nombres y datos en una hojita para luego hacer sus gráficos, vamos al estilo Juanto pero sin grabadora. No conocemos el puerto, si bien Morgar me comenta que tiene varios kilómetros al 12% y que en sus kilómetros finales no tendremos coches, pues sólo suben buses una vez pasado un peaje.

Poco nos queda para meter la pata. Eudal sigue subiendo por la estrecha pero bien cuidada carretera.

Llegamos de nuevo a un cruce y tras detenernos no tenemos muy clara la dirección a seguir. Finalmente y tras fijarnos en un cartel amarillo lo tomamos hacia la izquierda.

Acabamos de meter la pata hasta el fondo, ahora a alucinaron la sorpresa que nos aguarda.

Comenzamos a subir pendientes cercanas al 10%. Tras unos metros así nos topamos con un repecho realmente duro, tras pasarlo me comenta Morgar que el ciclocomputador le ha marcado 18%. Eudal ya nos había advertido que podía haber rampas duras, así que seguimos nuestra escalada.

Estamos metidos de lleno en la subida a …. Grindel

 

De repente otro rampón tremendo se levanta ante nosotros. Éste es más largo y más duro que el anterior. Para subirlo paso a un 30x23 y comenzamos a retorcernos. Lo pasamos, esto ya no es 18%, Morgar me dice que era un 23% y era bastante mantenido y continuado. Tras esa rampa entramos en una zona infernal. Rampas muy por encima del 20% con puntas del 23%, 27% e incluso el 30%. Algo realmente terrible. Yo ya he metido todo el desarrollo del que dispongo 30x25, no llevo más. Mientras me retuerzo pienso que esto es lo más duro que subido nunca. Además tampoco iba mentalmente preparado para algo tan duro y eso también se nota. Lo peor es que no sabemos ni cuánto dura ni dónde acaba. Son rampas terribles, más duras que la Cueña les Cabres del Angliru, y por supuesto que puertos como el Zoncolan o Punta Veleno no alcanzan en ningún momento estas puntas.

Comienzo del baile, a subir como buenamente podamos.

Esto se va haciendo cada vez más duro.

Rampas terribles de hasta un 30%

Y esto sigue y parece no tener final…

Morgar en pleno esfuerzo.

Para colmo durante la ascensión me pican hasta TRES TÁBANOS. Soy alérgico a estos bichos y a día de hoy cuando casi han pasado dos semanas y estoy escribiendo estas líneas, aún tengo las secuelas y marcas en ambas piernas. A dos ni los veo, sólo siento los picotazos, al otro “capullo” sí que lo veo. Me estoy retorciendo en una rampa durísima y al mirar un momento al suelo lo veo posado sobre mi tibia derecha. En una rampa del 25% suelto una mano del manillar y le arreo un viaje tremendo. Casi pierdo el equilibrio y voy al suelo. Pero observo que ya me ha picado, de todos modos le he alcanzado de pleno, menudo viaje que me he autoaplicado, así que ese capullo de tábano ya no picará a nadie más. Seguimos subiendo, pero, ¿qué es esto? Tras un sufrimiento enorme entramos en una zona donde la pendiente baja, a cuánto ¿al 12%?, da lo mismo, se nota mucho la bajada.

Aquí se puede ir algo más cómodo. Menudo sofocón que llevamos.

Miramos a mano derecha y Morgar me comenta que cree que nos hemos equivocado. La carretera que va por la derecha allí abajo es la del Grosse. Justo en ese mismo momento bajan dos chicos en BTT. Les detenemos y les preguntamos. Nos confirman que aquella carretera es la subida al Grosse y que por aquí no podremos continuar porque los últimos kilómetros no están asfaltados. En este puerto donde nos hemos metido no anda nadie, excursionistas subiendo a pie, pero nada de microbuses, ni coches y mucho menos ciclistas.

Bueno, dos artistas perdidos que deciden volver por sus pasos. Comenzamos a bajar, muy despacito, que las rampas impresionan aún más en el descenso. Tras bajar un rato, vemos a Eudal que sube empujando la bici y descalzado. Le comentamos que nos hemos equivocado y dice que seguro que sí, que esto no puede ser el Grosse. No llevaba desarrollo para estas paredes, pero ahí venía descalzo y todo, zapatillas en mano, pues con las calas no hay quién suba por estas rampas. Seguimos bajando los tres, ¿y el Kulak?, ¿por dónde andará? Éste ha sido el más listo de todos, ni desvío ni nada. Seguro que ha acertado y no se ha comido estos 900 metros de desnivel de propina, casi nada, como un puerto de primera categoría.

Regresamos al cartel y nos damos cuenta del error tras volver a preguntar. El cártel rojo y en grande nos dice bien clarito la dirección a seguir. Pero entonces, ¿qué hemos subido? Pues tras mirarlo de regreso a casa, Roy Ellefsen nos dice que lo que subimos fue la subida a Grindel, y tras ver el mapa vemos que tiene toda la razón. El que quiera probar rampas duras, ya sabe dónde puede encontrarlas, pero que venga con buen desarrollo, que es imprescindible. La altimetría hecha por Morgar nos habla de 8 kilómetros de subida, para salvar 910 metros de desnivel. Pendiente media del 11,3%. Pero ese no era el mayor problema, ni tampoco los tres kilómetros centrales donde la pendiente media era del 15,6%. Lo terrible son las tremendas paredes de este puerto de Grindel, que en algunos tramos llegaban hasta el 30% y con innumerables zonas por encima del 20%.

Grindel. Perfil obtenido por Morgar.

Tomamos la carretera dirección al Grosse, por fin la buena. Rápidamente llegamos a un restaurante enorme que esta repleto de gente comiendo en la terraza, porque, a todo esto, hace un día espléndido. Comenzamos a subir por una carretera estrecha, pero no tanto como la subida a Grindel y cortada al tráfico a vehículos a motor, salvo para los microbuses que suben a la gente hasta la cima.

Fin de la carretera para vehículos a motor, con excepción de los minibuses de pago.

De inmediato la pendiente se estabiliza entorno  a un 11-12%. Muy constante y sin ceder en un solo momento. Yo le comento a Morgar que esto es un paseo comparándolo con el puerto que acabamos de subir. Pongo mi 30x21 y a 10 a la hora. Vamos disfrutando muchísimo de esta subida, por su dureza y por sus paisajes tan bellos.

Subida al Grosse Scheideg. Por fin.

El paisaje es precioso, con el Eiger y otras montañas presidiendo toda la subida.

En una larga recta, vemos que baja un microbús. Nos queda muy poco para cruzarnos con él, ni treinta metros. La anchura de la carretera no da para más, no pasamos ciclistas y microbús. Diez metros antes de cruzarnos vemos que la carretera se ensancha un momento, a buen seguro para poder permitir el paso de dos microbuses que se crucen. Morgar me dice “ya verás como no se detiene un momento y espera”. No le costaba nada hacerlo, estábamos casi al lado y no hubiese perdido ni cinco segundos. Pero “amigos” desgraciados hay en todas partes y en Suiza también. No sólo no se detiene, sino que el simpático conductor, en cuanto llega a nuestra altura nos obliga a echarnos a la hierba y poner pie a tierra, y no contento con eso, comienza a tocar el claxon, muy ruidoso por cierto. ¡Éste se piensa que la carretera es suya! Ahora sí que para el autobús, pero no para dejarnos pasar, sino para increparnos. ¡Pero que te costaba frenarlo quince metros antes, desgraciado! y comienza a hablarme en alemán. Ni corto ni perezoso le respondo en castellano, llamándolo desgraciado y haciéndole saber que no le costaba nada esperarnos en el paso donde la carretera era más ancha. No veas qué bien nos entendemos, entiendo perfectamente el alemán y me imagino que él el castellano porque nos mandamos “a tomar por culo” mutuamente y cada uno prosigue su marcha. Él hacia abajo y nosotros hacia arriba. Voy indignado, qué mala persona, tenía hasta pinta de ello. Oiga, no es mi culpa que usted esté trabajando mientras todo el resto aquí estamos de vacaciones, pero no pague sus frustraciones con nosotros por ello. En fin, voy caliente porque se me acerca Morgar y me comenta que la pendiente sigue igual pero que hemos pasado de subir de 10 a la hora a 12. Le comento que es fruto del calentón que llevo, nos reímos. Deberé llamarle a este artista para que se pase por el Marie Blanque el día de la QH, a ver si tengo otra enganchada con él y fruto del calentón los subo a 14. Mejor no, bastante tiene con ser como es.

El resto de la subida es igual, se hace dura porque al final es larga y no cede nunca. No baja del 10%, siempre al 12% y con puntas del 14%, muy constante. Coronamos este puerto, antes nos han adelantado un par de microbuses, eran otros conductores y no hemos tenido ningún problema con ellos, no había sitio y nos hemos apartado sin problemas. Pero este tipo, creedme que no tenía mas que frenar, meterse a la derecha y esperarnos cinco segundos. En fin, dejémoslo que no merece la pena.

Impresionantes vistas durante la subida.

Últimos metros de la subida.

En la cima de Grosse no está el Kulak, le llamo y no responde. Al llegar se habrá extrañado de no ver a nadie y se habrá dirigido al coche. Tomamos una coca cola en la cima mientras aguardamos la llegada de Eudal. Hay una terraza y está plagada de excursionistas que van a pie y han subido en los microbuses o que lo han subido en bicicleta. Llega Eudal, nos sacamos una foto en la cima y llama el Kulak. ¿Dónde estáis? En la cima aún. Ya te contaré, nos hemos perdido.

Morgar, yo y Eudal en la cima del Grosse.

 

Kulak en la cima. No hay duda que esta vez fue el primero en llegar.

Grosse por Grindelwald. Perfil cortesía de Morgar.

En la bajada sacamos fotos y disfrutamos de esta otra vertiente. Muy bella también y no exenta de dureza, pues son 18 kilómetros al 8% de media. Pero tiene descansos y dos kilómetros centrales casi llanos, así que echad cuentas de la dureza de sus rampas cuando el puerto mira hacia arriba.


Grosse por Meiringen. Una vez más agradezco a Morgar el perfil.

Por fin llegamos a Meiringen. Han sido cerca de 90 kilómetros. Nos cambiamos, mientras lo estamos haciendo aparece un sonriente Kulak. Le explicamos la jugada y no da crédito, me dice que somos unos globeros. Él cada vez que tenía dudas preguntaba por Meiringen y el Grosse Scheideg y no ha tenido ningún problema en acertar con la ruta buena.

En el parking del hotel y una vez ya cambiados. Morgar, Eudal, yo y el Kulak.

Vamos a un supermercado y compramos algo para comer. Morgar y Eudal deben salir a Andermat para correr mañana una prueba. Hay varios circuitos. Van a hacer el C, que sube Susten, Grimsel y Furka . En 120 kilómetros más de 3000 metros de desnivel, ya está bien. El B tiene 180, pero el A. El A es una animalada como no he oído en mucho tiempo. 260 kilómetros y 6600 metros de desnivel. Hoy han quedado con un forero de APM, Sirhcar, que se la va hacer y no tenemos dudas después de haber leído sus crónicas, que la acabará con éxito. Menudos fenómenos que tenemos en el Foro. Eros Poli que vuela, Sirhcar que puede ir de aquí a China y volver, por no hablar de Berritxu, Morgar, Nuria, que lo sabe todo, y por supuesto muchos más, a los cuáles os dedico estas líneas. Y cómo no a los jefes: Webmaster,  Portusmaster y Alaznavi que han permitido que todos nosotros entremos en contacto.

Comiendo con Morgar y Eudal nos comentan sus planes para el Domingo. Van a subir el Rionda. Me seduce la idea y modifico planes sobre la marcha. El Domingo y como traca final iba a realizar al última etapa que hicieron en la Vuelta a Suiza este año. Aitor González se marcó una exhibición y se llevó la vuelta, arrebatándosela a Michael Rogers y con Jan Ullirch tercero. Poco más de 100 kilómetros con el Nufenen, Gotardo y Furka y más de 3000 metros de desnivel. Si quiero ir al Rionda debo subir Nufenen y Gotardo antes, porque el Furka ya lo tengo hecho por ambos lados. Así que hoy mismo al llegar al hotel me subiré el Nufenen. Me miran extrañados, pero qué otra cosa puedo hacer su quiero ir al Rionda. El Gotardo habrá que incluirlo en la etapa de mañana, que eran Oberal y Susten. Así que meteremos un tercero.

Terminamos de comer y nos despedimos. Ha sido un placer conocer y pasar este día en Suiza con Ángel y Eudal. Espero que podamos repetir este tipo de encuentros, a buen seguro que sí.

Tras despedirnos, Kulak y yo hacemos alguna compra en Meiringen y regresamos al hotel. Sobre las cinco llegamos y yo comienzo a vestirme de ciclista ante la cara de sorpresa del Kulak. “¿Qué te pensabas, que iba de farol?” le comento. Me responde que ya ve que no. La cosa es muy sencilla el puerto comienza junto al hotel, sino puedo o voy mal, pues bajo y ya está. Pero no creo. Son algo más de las cinco y no estoy para nada cansado, así que de inmediato tomo dirección Nufenen, el puerto más alto de los que hemos subido en Suiza con sus 2478 metros. Sus números no son ninguna broma, estamos hablando de un puerto de casi 14 kilómetros con una pendiente media superior al 8%. Poco tiene que envidiar al mismísimo Alpe d’Huez.

Nufenen desde Ulrichen. Gráfico Javi Fuertes.

La verdad es que después de todo lo que llevo, algunos por su longitud, otros por su desnivel y otros por su dureza, hacen que este Nufenen no me asuste y lo vea como la cuesta que está al lado de casa. Catorce  kilómetros pienso, para cuando me de cuenta ya estaré por debajo de la barrera psicológica de los diez kilómetros y cuando empiece a hacérseme largo estaré a unos tres o cuatro kilómetros para coronar, así que casi en su cima. Sus pendientes son muy constantes, entorno al 9 o 10% mantenido y eso a estas alturas, pues tampoco supone demasiado problema. Temo más a que pueda ponerse a soplar viento, que si entra de cara y conociendo el puerto, puede hacerlo muy duro. El tiempo está cambiando y no hace para nada el calor de la mañana, para subir no es problema, y para bajar mientras no empeore y con el hotel tan cerca, pues la verdad que tampoco. El tráfico es muy escaso, así que disfruto mucho de la ascensión en compañía de las marmotas que veo durante la subida. Comienzo con el 39x23 y luego paso al 25. Los últimos kilómetros y para llevar un pedaleo alegre, paso al 30x21. Subo la cadencia, las pulsaciones y mantengo la velocidad. Como de caja he ido siempre sobrado no me supone mucho esfuerzo. Corono este puerto en una hora y dos minutos. Un par de fotos en su cima y enseguida estoy bajando.

Nufenen a falta de unos 5 kms.

Casi en la cima del puerto.

Puerto más alto de los que hemos subido en Suiza con sus 2478 metros.

Regreso al hotel. Ahí está el Kulak tumbado, viendo el atletismo. Yo me ducho, escribo y descanso un poco. Pasadas las nueve nos vamos a cenar. Repetimos en el Baschi, donde cenamos a gusto hace unos días.

Damos una pequeña vuelta para bajar la cena y regresamos a la habitación. Mañana espera otro duro día. A mi tres puertos, el Kulak intentará el Gotardo y luego el Nufenen, así que va bien servido también. Un poco de lectura, aquí estoy terminando el famoso “Código da Vinci”, mientras el Kulak lee el primer libro de Lance Armstrong “Mi vuelta a la vida”

Cuando nos cansamos, se apagan las luces y a dormir.

 

DIA 11: Ulrichen

Hoy dormimos un poco más y nos levantamos a las nueve, para compensar el madrugón de ayer. De nuevo me toca ir primero a la ducha. Bajamos a desayunar.  Por tercer día consecutivo el amigo Kulak la vuelve a liar. Hoy tira una buena ristra de vasos al suelo. Este cada día anda más dormido por la mañana. Tras el desayuno regresamos un rato a la habitación para descansar y sobre las diez nos ponemos en marcha. Para subir el primer puerto del día, el Gotardo debemos ir a Airolo. Así que cogemos el coche y volvemos a subir un puerto ya muy conocido, el Nufenen. Comenzamos su descenso por su otra vertiente, la cuál no conocíamos. Mucho más larga y bastante menos pronunciada, si bien tiene un desnivel global mayor, ya que debemos bajar hasta los 1159 metros, altura a la que está situado Airolo.

Llegamos poco antes de las once. Hay muchos ciclistas subiendo el puerto. La idea es subirlo por la vertiente de Val Tremola, la misma por donde lo hizo la vuelta a Suiza. Os comento esto porque existe la posibilidad de subir el puerto por autopista, aunque parezca increíble, es cierto.

El Kulak se cambia antes que yo y sale. Él bajará luego aquí de nuevo y cogerá el coche hasta Wassen, donde hemos quedado. Yo me lo tomo con más calma y salgo unos minutos más tarde. Hace bastante frío y sopla aire. El puerto de San Gottardo es un puerto algo especial, diferente a los demás. Con muchos tramos de adoquín y sin duda un puerto de primera categoría. Longitud de 12,7 kms, para salvar un desnivel global de 932 metros, con una pendiente media del 7,4%.

San Gottardo. Gráfico Javi Fuertes

Los primeros kilómetros del puerto no son muy agradables, hay tráfico y tampoco las vistas son espectaculares. Pero una vez tomada la ruta de Val Tremola, la soledad del ciclista es casi total, sólo se ve interrumpida poro algún que otro coche que prefiere disfrutar de las vistas y de este paisaje, en lugar de la comodidad de la autopista. De todos modos yo no voy a gusto por el frío. Voy helado, el aire que viene de arriba me molesta muchísimo y no acabo de romper a sudar. Por primera vez en todo el viaje me acuerdo de la camisa térmica, no la he utilizado en todo el verano y la tengo en la maleta. Voy tranquilo y sin forzar, así que para entrar en calor, los últimos kilómetros del puerto los hago a tope. Corono el puerto en menos de una hora, pero yo sigo helado. Me abrigo con los manguitos y el chaleco, pero en el descenso sigo “pajarito” No me detengo ni para sacar fotos, el Kulak lo hará por mi.

Adoquín y más adoquín.

El frío me impidió disfrutar de estas magníficas vistas, qué lástima.

Impresionante el final de este atípico puerto.
Soledad casi total para el ciclista. Se agradece.

Kulak, disfrutó muchísimo en esta ascensión.

 Albergue en la cima.

El descenso es rápido hasta Andermatt. Allí comienza el segundo puerto del día, el Oberalpass. Por este lado es facilito, son unos 600 metros de desnivel en poco más de diez kilómetros. El desnivel se gana en la primera parte, la más dura, con rampas constantes del 7-8%. La parte final es muy simple.

Andermatt visto desde el comienzo del Oberal.

Estoy subiendo con los manguitos, ni me acuerdo de la última vez que subí un puerto con los manguitos puestos. No he pasado tanto frío como hoy en todo el año y con la política que llevo de si hace malo no salir, creo que es el día que más frío estoy pasando en la bicicleta en los últimos tres años. Tampoco hace un frío tan grande, pero el aire helado se me ha metido por todo el cuerpo y no hay manera de entrar en calor. Subo el Oberal, por este lado no tiene nada. Bueno sí que tiene una cosa: mucho tráfico e infinidad de “moscardones de dos ruedas a motor”.

Las rampas más duras por este lado están al comienzo.
 Cima del puerto. Éste también sobrepasa los 2000 metros.    

Bajo por el mismo lado, pese al frío le doy caña para ver si perdiendo altura entro en calor. Ni por esas. De Andermatt a Wassen hay un pronunciado descenso, no es puerto ni nada, pero bajo más de 500 metros de desnivel. Así que me presento en un suspiro a pie del Sustenpass, último puerto del día. Me meto en un restaurante y pido algo caliente para entrar en calor. Como apenas he comido, pido un filete y un café.

Mientras como y al calorcito de la chimenea, comienzo a sentirme mejor. Tras comer llamo al Kulak. Estoy un rato en el restaurante esperando hasta que por fin llega. Se ha retrasado algo más de lo esperado, pero es que se ha entretenido sacando fotos en el Gottardo.

Le digo que coma tranquilamente y que luego comience a subir.

De nuevo vamos a subir muy arriba, la cima de este Sustenpass está situada a 2224 metros. Menos mal que luego no lo voy a bajar en bici, así que dejo la ropa de abrigo en el coche. Tengo los datos y el perfil y tiene pinta de ser un puerto serio. Sus números son muy similares a los del Tourmalet. 17,5 kilómetros de ascensión, pendiente media del 7,5% y un desnivel global superior a los 1300 metros.


Fuente: www.salitomania.it

Mientras me estoy cambiando comienza a subir el puerto un grupo numeroso de ciclistas. Mejor, a ver si les alcanzo y puedo subir parte del puerto acompañado, no estaría mal. Me doy algo de prisa para que no me saquen demasiada ventaja y en unos minutos comienzo la ascensión. Son las tres de la tarde, yo echo mis cálculos y pienso que en hora y diez llegaré arriba.

Meto el 39x21 y con un pedaleo bastante alegre comenzamos. Wassen está por debajo de los 1000 metros, la comida caliente me ha sentado muy bien y rápidamente comienzo a sudar. Son sensaciones muy distintas a las que he tenido durante la mañana. El comienzo del puerto tiene varias curvas de herradura y se gana altura muy rápidamente. Llego a una zona de galerías. Alcanzo al grupo de ciclistas que había visto pasar. Llevan un ritmo bastante más suave que el mío, al adelantarles, lo hago lentamente para ver si alguno de ellos se anima a seguir conmigo. Nos vamos saludándonos, cuando llego al primero le hago un gesto a ver si se anima, desgraciadamente siguen su ritmo y ni se inmutan. Me despido de ellos y vuelvo a acelerar un poco. Pues nada pienso, habrá que seguir sólo. Juanjo, ¿por dónde andas? Con lo bien que marcas tú un ritmo constante. Tras pasar las galerías entro en una zona de rectas larguísimas. El paisaje es espectacular. Rodeado de montañas, carretera en perfecto estado y os puedo asegurar que estoy disfrutando de cada pedalada.

Así como al Kulak le ha maravillado el Gottardo, a mi el Susten me está dejando impresionado. Es el tipo de puerto que me gusta. Rampas muy constantes entre el 8% y el 10%, carretera de alta montaña y enclavada en un paisaje alucinante.

El Susten un puerto duro y bonito de verdad.

Voy completamente sólo y la tranquilidad total sólo se ve enturbiada por algún que otro motorista que me adelanta, como casi siempre montando un ruido de narices. ¿Es que necesitas revolucionar tanto la moto para subir?, pienso, mientras me acuerdo de los parientes de alguno de estos pesados con tanta afición a hacer ruido.

Voy embobado, mirando todo el paisaje, con el 39x25 metido y subiendo tranquilamente a 12 o 13 a la hora. Me quedan unos cuatro kilómetros, de repente me adelanta un ciclista. Viene muy fuerte y por la bici y la pinta que trae éste anda mucho, muchísimo diría yo. Puede que sea neoprofesional por el maillot que lleva. Me pego a su rueda para ver la velocidad a la que viene. Buff vamos a 15, 16 a la hora. ¿Podría aguantar? Hombre, si nos ponemos a sufrir a tope pues podría seguir ese ritmo, pero traigo mucha tralla y no sólo de hoy. Así que le doy un golpecito en la espalda y le digo que se vaya, yo a seguir a 13. La estela de este ciclista me hace subir un poco la velocidad en estos últimos kilómetros. Por fin corono el Susten. Me ha llevado algo más de lo que esperaba, casi una hora y veinte minutos. Sin duda vengo tocado, pero no sólo de hoy. De todas maneras no merecía la pena bajar unos minutos el tiempo y desaprovechar las impresionantes y magníficas vistas que el Susten ofrecía. De todos los puertos que he subido en Suiza, es el que a mi más me ha gustado.

Últimos kilómetros del Susten.

Largas rectas y pendientes constantes.

Se acabó por hoy. Foto rápida que hace un frío y una niebla de narices.

En la cima está el Kulak. Sacamos una foto y me cambio rápidamente. Aquí arriba hace un frío tremendo. Estamos a cinco grados y hay una espesa niebla. Menos mal que no tengo que bajarlo en bici, sino me da algo, porque con la humedad y la sudada que me he pegado, estoy empapado, y bajar esto con este frío hubiese sido duro.

Bajamos el Susten por la otra vertiente. La de Interkichen. Una vertiente menos empinada, pero interminable. Son unos 28 kilómetros y bajamos 1600 metros de desnivel. ¡Pero qué pedazo monstruos hay aquí! Desde allí volvemos a subir el Grimselpass para bajar luego a Ulrichen.

El Grimsel por Interkirchen. Impresionante.

Lago en la cima del Grimsel.

Al llegar al hotel son las seis de la tarde. El Kulak se cambia y se dispone a subir el Nufenen, como hice yo ayer. Le digo que lleve ropa de abrigo y el móvil y que si tiene algún tipo de problema que me llame. Yo a la habitación a ducharme con agua bien caliente. Hoy la ducha ha entrado mejor que otras veces. Luego me tumbo un rato a descansar.

Cuando regresábamos a Ulrichen en el coche, hemos estado analizando el plan de mañana. Con un esfuerzo extra estos dos últimos días, hemos subido todos los puertos que teníamos planeados, a excepción del Glandon, por causas de fuerza mayor, pero ya te agarraré ya…

Queríamos dejar el Domingo libre para subir el Rionda con Morgar. Pero tras comentarlo vemos que va a ser una paliza ir para luego volver (tenemos pagado el hotel) y mañana tener que pasar por allá de nuevo nos da bastante pereza. Además hablando por teléfono con Tana, nos ha comentado que el Rionda no está asfaltado desde la cota 1500 . Hombre eso tampoco acojona demasiado después de haber subido el Finestre, pero vete tú a saber qué nos podemos encontrar. Una pista o un camino completamente impracticable. Tana, nos comenta además que tiene localizado un puerto con rampas de hasta un 28%. Nos da los datos y parece interesante, porque está cerca de Interlaken y así podremos visitarlo antes de irnos, ya que el día del Grosse, sólo lo vimos de pasada, sobre la bicicleta. Así que el plan de mañana ya está decidido. Iremos a subir Griesalp y vamos completamente a ciegas, como más de una vez en este viaje. ¿No lo hace más emocionante? No se, no se. Que luego te llevas unas sorpresas…

Me despierto de una pequeña siesta, miro el reloj y el Kulak sin aparecer. Aquí algo no cuadra, son las 20.15 y este pájaro salió a las 18.00. Vamos a calcular tirando por arriba. Subir el Nufenen, pues hora treinta o cuarenta como muchísimo. Es muy duro, pero no llega a catorce kilómetros. Sacar alguna foto y bajar. Eso como mucho media hora. Así que sobre las ocho debería andar por aquí y son y cuarto. Le llamo al móvil y no da llamada, bueno, eso tampoco es ninguna novedad, el glorioso móvil del Sr. Eizagirre. Sino falla la compañía, falla la batería y sino como decimos aquí “auskalo” (vete a saber). Eso daría para un capítulo entero dedicado a él. Si señor, vas con la intención de comprarte un NOKIA y acabas con un móvil de una marca que ni se conoce. Eso sí, la vendedora de Pascual debía estar de escándalo, según comentó. Hasta el señor Juanmartiñena quería pasarse por allí preguntando cualquier tontería sobre el funcionamiento del mismo. Tranquilo “Martillo” que nos pasaremos los tres y seguro que Tana también se apunta a ver cómo funciona el móvil del amigo Kulak, que aún no se aclara.

Bueno a lo que iba. Me visto en un segundo y salgo en coche en dirección al Nufenen. Acabo de empezar a subir el puerto y suena mi móvil. Es el Kulak, me dice que va camino del hotel y que no suba el puerto. Pero este tío ¿dónde se ha metido?, si del hotel al Nufenen hay un único camino.

Vuelvo al hotel y allí aparece. Nada, al artista le hacía ilusión irse al mini aeropuerto que hay en Ulrichen a emular a Aitor González cuando entró y se adjudicó la Vuelta a Suiza. Es la ley de Murphy, si salgo un minuto antes o uno después seguro que nos cruzamos, pero he estado a punto de subirme el Nufenen en coche y menos mal que me has visto que iba con el coche , porque imaginaos mi cara si subo el puerto y no le veo por ningún lado. Mejor no pensar. Hubiese sido otra “jaimitada” más. Nada, que le hacía ilusión ir al aeropuerto. Ya le he dicho, tenía que estar en ese momento aterrizando un avión, ya hubieses visto qué risas, sustos a parte, luego te las cortan seguro…

Venga vete a la ducha, que la cocina del hotel va a chapar en breve y hay hambre.

Cenamos en el hotel. Damos una vuelta por Ulrichen. Hace mucho frío y hoy sábado por la noche no creáis que cambia mucho la cosa. No hay ni un alma en la calle. ¡Menudo ambientazo! Aquí voy a traer a unos cuantos y a unas cuantas de Badminton, jeje. En plan ejercicios espirituales… no pienso en nadie en concreto, ¿verdad Jon, Marco, Paula, Sara…?

Tras esta super vuelta regresamos al hotel y a descansar. Mañana es el último día del viaje y el amigo Tana nos ha encontrado un puerto inédito. El Kulak me dice que no se fía ni un pelo, y algo de razón lleva, ¿dónde nos habrá metido este hombre? La respuesta, mañana mismo la tendremos.

Día 12: Ulrichen

Me levanto como de costumbre un poco antes de las nueve. Despierto al compañero que tengo al lado y venga a desayunar. Por raro que parezca, hoy no ha montado ninguna en el desayuno. Pero de camino al buffet casi se cae con un doblez que había en la alfombra del pasillo. Puede pasarnos a cualquiera.

Preparamos la maleta con ropa seca para luego y marchamos dirección Interlaken, para ello debemos pasar por el Grimsel una vez más. Ya nos lo conocemos de memoria.

Tras llegar a Meiringen, tomamos dirección Spiez.

Por fin llegamos. Nos ha costado un buen rato. El tiempo es bastante triste, amenaza lluvia, pero esperamos los dos que aguante. Nos ponemos en marcha, algo de llaneo para prepararnos para esta última ascensión. El Kulak no llanea nada mal, aguanta sin problemas velocidades superiores a los 30 km/h. Ya le prepararemos alguna “gincana” al amigo Tana con un recorrido quebrado y rompepiernas a nuestro regreso.

Por fin llegamos a Reichenbach, lugar donde comienza la subida. Vamos a preguntar para no liarla, que en eso yo tengo experiencia. Entra el Kulak en un quiosco que vende prensa y yo le espero fuera sujetándole la bicicleta. Sale al rato con la cara cambiada. ¿Qué pasa le pregunto? Me dice por dónde es, que son unos 20 kilómetros y que el del quiosco le ha dicho a ver si estamos locos al ir en bicicleta. Que eso es una pared. Se lo ha tenido que poner muy crudo por la cara con la que ha salido Kulak del quiosco. Eso no puede ser mucho peor que lo del viernes, pienso. Tomamos el desvío a Griesalp que estaba justo frente a nosotros. De inmediato el Kulak comienza a preguntar a un excursionista. El hombre muestra buena disposición, pero ni entiende ni habla mucho inglés y creo que tampoco tiene muy claro como es el puerto. Yo le pregunto si tiene 20 kilómetros y dice que sí, le pregunto también si sube hasta los 2000 metros y asiente. Me recuerda a cierto personaje que me encontré por Ovaro hace un par de años, pero éste al menos sí que nos escucha. Le damos las gracias y retomamos la marcha. Le digo al Kulak que no haga mucho caso, que no tiene mucha idea. No se que le habrán comentado al bueno del Kulak, pero me lo han “acojonado” por completo entre Tana y el de la tienda. En ese mismo momento y afrontando las primeras rampas, comienza a llover. Al principio suavemente. El Kulak me dice que no está dispuesto a sufrir en demasía y echar el resto por subir a Griesalp, por otro quizás sí, pero por este no.

Primeros metros de la subida. Reichenbach al fondo.

Le entiendo, hasta creo que en este viaje ha hecho más de lo que yo sinceramente esperaba. Al fondo se ven montañas muy grandes y una de ellas está toda blanca. ¿A dónde y hasta qué altura habrá que subir?

Ok, le digo. Cada uno tenemos una llave del coche y no hay pérdida posible. Nos despedimos. Los primeros kilómetros son en clara subida, no excesivamente dura, pero luego entramos en una zona de falsos llanos donde se puede subir a plato sin problemas. Cada vez llueve con más fuerza, pero como el punto de partida estaba a 700 metros de altura, no hace demasiado frío. El paisaje es bonito y entretenido. Paso por un letrero que marca 11 kilómetros a Griesalp. Aquí la gente no se aclara, porque me habían dicho que había unos 20 y si ese 11 es correcto, habrá 15. Tras recorrer los primeros siete kilómetros, los últimos muy facilitos llego a Kiental.

Le pregunté al cocinero de este hotel-restaurante para informarme sobre este desconocido puerto.

Allí en ese momento está el dueño de un restaurante dándole un paraguas a un cliente. Seguro que éste sabe y me puede informar bien. Es un hombre muy simpático, lo primero que hace es darme la mano y decirme “nice to meet you” (encantado de conocerte). Lo mismo digo. Habla en perfecto inglés. Le pregunto a qué altura estamos. Me dice que a 950 metros. ¿A qué altura está Griesalp? A 1440 metros me responde. Bien me digo, los datos del mapa eran correctos. Por último le digo, ¿es muy empinado? Sonríe y me dice orgulloso que es la cuesta asfaltada más empinada de Europa con un 28% de inclinación. Yo también sonrío mientras pienso, “no dudo de ese 28%, pero de ser la más empinada de Europa, no se yo, ya te voy a presentar a un par de amigos míos como Juanto o Morgar para que eso lo discutas con ellos” Le doy las gracias por la información y me desea suerte este simpático caballero.

Reemprendo la marcha. A mi a estas alturas no me van a “acojonar” rampas del 28%. Además el tema está claro, no hay mucho desnivel que ganar, así que la cosa no puede prolongarse por muchos kilómetros. Sigo sin ganar altura y hasta tengo alguna pequeña bajadita. Continuamos bajo un aguacero, menos mal que es el primer día que me llueve de verdad y que es el último, porque tengo la sensación de que el tiempo está cambiando y de haber llegado una semana más tarde nos habría llovido mucho más. Los siguientes kilómetros discurren por una carretera estrecha, bien asfaltada y con un paisaje precioso. A ratos subo rampas bastante duras, pero cuando parece que la cosa se va a poner seria, siempre hay algún descanso o la pendiente cede. Así que voy ganando altura, pero no demasiada.

Carretera estrecha y preciosa subida.

A ratos la pendiente es fuerte, pero concede mucha tregua.

Entre la lluvia, el paisaje y la expectación por esas famosas rampas, esta parte se me hace muy corta.

Yo voy con el cuentakilómetros en la función de distancia. Mi referencia es el cartel que indicaba 11 kilómetros y que pasé hace ya un rato. Paso por un peaje, el guarda al verme en bici también sonríe y me deja pasar. Creo que para subir utilizan microbuses pequeños y para hacerlo con tu propio coche habrá que pagar. Tras una larga recta llego por fin a un cartel donde indica que me quedan 2 kilómetros para Griesalp y marca peligro con rampas de hasta un 28% de inclinación.

Comienza la parte final para llegar hasta Griesalp.

Empieza lo bueno. El suelo esta mojado y sigue lloviendo. Bien esto va a ser una gesta, jejeje, porque no me voy a poder casi ni levantar ya que la rueda trasera patinará. ¡Comienzo!

Meto el tercer plato y pongo el piñón del 21. La primera rampa que me recibe es dura, muy por encima del 10%. Pero las siguientes son mucho peores. Pasamos a rampas por encima de 20%. Curvas y más curvas dentro de un entorno espectacular. Cascadas, y todo muy cubierto y muy verde. ¡Impresionante! Paso al piñón del 23 y tras un rato y para seguir sentado al 25. Voy muy bien, no me está costando mucho y estoy subiendo a ratos rampas cercanas a ese 28%. Pero hoy voy sobrado. En este viaje en general he andado muy bien todos los días, pero las sensaciones de hoy son inmejorables. Sigo subiendo con pendientes espectaculares.

Primeras rampas duras. No son ni mucho menos las peores.

Aquí no hay truco. La pendiente es mayor del 20% como se ve en la foto. El entorno espectacular.

Seguimos subiendo por las empinadas rampas. Curvas de herradura.

El asfalto está mojado, así que hay que subir sentado, la rueda trasera patina.

Al final llega lo más duro.

Rampas terribles, muy por encima del 20% como esta.

Mejor no mirar abajo. ¿Cómo voy a bajar esto? Jeje

Nos acercamos al final. Que pena no llevar un altímetro para calcular las pendientes de estas paredes.

Allí se ve el final. Aún queda una rampa durísima por salvar.

Última rampa antes de llegar arriba.

Hay excursionistas que van a pie y se quedan asombrados mirando al chalado que bajo este aguacero está subiendo en bicicleta por estas rampas. Al final todavía se pone la cosa más dura, pero hoy me ha pillado con un día “super”, así que llego a Griesalp casi sin darme cuenta. Es una zona para excursionistas claramente. Con un restaurante y algún refugio. Ahí es donde me doy cuenta que se puede seguir subiendo, y comienzo a hacerlo, pero la carretera está sin asfaltar y con la que está cayendo, pues resulta muy difícil por la mezcla de barro y piedras con las que me estoy topando. Podría hacerse con un 4x4 o con un coche (y un conductor tipo Tana) jugándotela un poco.

Consultando a posteriori en un mapa, observo que esa carretera sin asfaltar parece que llega hasta los 2700 metros y que desde ahí podrías atacar alguna montaña. Esas montañas tan grandes y lejanas que se ven desde abajo. De estar asfaltada esta carretera y llegar hasta esa altura estaríamos ante un puerto monstruoso. Yo he hecho unos metros, la pendiente era cercana al 10%, pero es que habría que salvar aún un desnivel de 1300 metros.

Ya estamos arriba.

Cartel de bienvenida a Griesalp

Alojamiento para los montañeros. Hoy no entro. Estoy calado. Mejor será bajar cuanto antes.

Me abrigo para la peligrosa bajada. Para las rampas más difíciles voy con un pie fuera del pedal y muy despacito, bajando con muchísima precaución. Saco un montón de fotos, a ratos no creáis que no pienso que hago yo bajo este diluvio parándome para sacar fotos una y otra vez. Bueno todo sea para poder compartir esta inédita subida con todos vosotros y que si alguna vez alguno se anima, pues que sepa donde se mete y no se lleve sustos como el que se ha llevado el Kulak. Por cierto, dónde andará. Seguro que cerca del coche. A mi todavía me resta bajar este puerto y luego llanear unos kilómetros y voy completamente empapado. Ayer os decía que no había pasado tanto frío encima de la bicicleta en mucho tiempo, pues hoy os digo que hace mucho tiempo también que no me pego una calada como esta.

Desde hace unos añitos me dije a mi mismo que la bicicleta estaba para disfrutar y que chupando frío o calándome hasta los huesos, pues la verdad es que yo al menos disfrutaba bien poco. Así que si hace malo, señores yo voy al rodillo o hago otra cosa. Hombre lo de este viaje es otra cosa. Por aquí no se cuándo volveré o si regresaré algún día. Tampoco me pilla al lado de casa. Así que tanto los puertos de ayer como el de hoy, o los subía en esas condiciones o vete a saber cuándo se presentaba la próxima ocasión. Así que si toca pasar algo de frío o mojarse un poco, pues nos aguantamos. Ayer disfrute muchísimo en el Susten, no así en el Gottardo y el Oberal. Hoy en Griesalp me lo he pasado en grande, pese a la lluvia, la prefiero del frío. El problema es cuando se juntan los dos y si le añadimos el tercer compañero de viaje, el viento. Entonces ni te cuento, las tres grandes “marías” encima de la bicicleta, como yo las llamo.

Como os digo, bajo rapidito. Llego al pueblo y de ahí a llanear. Hoy voy tremendo porque no bajo de 45 a la hora en el llano, y hasta podría ir más rápido. Al final de este viaje voy como se dice sin cadena. A este ritmo no tardo mucho en llegar al coche. El Kulak está allí, ya cambiado. Me apresuro para no enfriarme y cojo el coche. Venir nos ha costado, pero volver hasta Meiringen se hace cortísimo y para el Kulak ni os cuento. Ha venido todo el viaje dormido, así que cuando abre los ojos y le digo que vamos a comer no sabe dónde se encuentra. A lo mejor le digo que estamos en Zarautz y cuela. Encontramos un restaurante que pese a la hora nos da de comer. Es domingo y con el día tan pésimo que hace está todo cerrado y no anda nadie por la calle.

Damos una vuelta después de comer, y visitamos una cafetería que tiene pistas de tenis y de Badminton. Hombre, por aquí también se juega. Sí, los Suizos a nivel Europeo no son para nada malos. A ver si encuentro a algún entrenador y hacemos un intercambio. Que buena excusa para regresar por aquí y volver a subir un montón de puertos. No hay suerte, sin duda con el día que hace todo está bastante muerto.

No hubo suerte. Nadie jugando ni a tenis ni a badminton. El día no estaba para muchas alegrías. Frío y lluvia.

Tomamos el coche y nos vamos a Ulrichen. Subimos el Grimsel por última vez. De vuelta al hotel una duchita, un poco de descanso y a ordenar el equipaje. Dejamos todo listo y sobre las nueve salimos a cenar. Hoy variamos de sitio y nos vamos a un hotel a cenar. La cocina está cerrada, pero la simpática camarera pregunta al cocinero si nos puede dar de cenar. Asiente. La verdad es que nos tratan de maravilla, tanto ella, que por cierto es su primer día de trabajo en el hotel, como el cocinero que viene repetidas veces para preguntarnos como está todo. Como mañana no hay bicicleta ni nada, nos damos todo un homenaje. Tras dejar una buena propina, se lo han ganado sin duda, nos vamos al hotel. Llueve bastante y hace mucho frío. Definitivamente parece que los próximos días van a ser duros.

Regresamos a la habitación y a la cama, mañana hay que madrugar y nos espera un largo viaje.

Día 13: Ulrichen – San Sebastián

El despertador suena a las siete. Ducha fría para despertar y bajamos a desayunar. Por la ventana vemos que el Nufenen está nevado, no sabemos a qué altura, pero lo que tenemos claro es que nos hemos librado de buena. En la cima del mismo a casi dos mil quinientos metros, tiene que hacer un frío tremendo.

Tras desayunar y pagar el hotel, cogemos el coche y de vuelta a casa.

El viaje lo hicimos entrando a Francia por el Col del Forclaz, luego costó bastante cruzar los pueblos de montaña franceses cercanos a la zona de Chamonix, Por fin llegamos a Albertville. De allí a casa es TODO autopista, salvo que yo esté dormido, el Kulak conduciendo, se despiste y aparezcamos en la nacional, cosa que por supuesto ocurrió.

De todas maneras el viaje fue largo, pero muy cómodo, cambiándonos al volante cada dos, tres horas.

Sobre las diez de la noche llegamos a San Sebastián.

Esto ha sido todo. Al final ha salido todo bien, menos mal, ya que el comienzo fue desesperante, el uno con la pierna tocada y el otro con la herramienta fastidiada.

Creo poder hablar en nombre de ambos al afirmar que lo hemos pasado muy bien y opino que sólo nos hemos dejado dos cosas pendientes. Yo aún tengo que visitar al Glandon, por una razón u otra aún no he podido subirlo y el Kulak deberá resarcirse del Finestre, un puerto que después de lo que me ha demostrado, estoy seguro que está dentro de sus posibilidades. Así que con este par de excusas, no se cuándo ni cómo, pero habrá que volver. ¿Quién se apunta?.



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