Comentario: No se trata de un puerto, su coeficiente lo dice todo, sino de una cómoda ascensión que nos lleva, otra vez más a un escondido pueblecito leonés. Habitualmente pedaleamos por carreteras siguiendo rutas preconcebidas que nos vuelven al punto de inicio. Raramente se nos ocurre desviarnos de ellas por carreteras de tercer orden, sin salida, que conducen a veces a lugares con especial encanto e historia, que nos pasan totalmente desapercibidos, lo cual es una pena. Sirvan pues, estas pequeñas altimetrías para animarnos un poco a no recorrer siempre caminos trillados. Esta en concreto, nos lleva hasta el pequeño pueblo de Aviados, bajo las rocosas peñas de Sierras Blancas que lo protegen de los vientos del norte. Núcleo no muy poblado, apenas 50 vecinos censados, pertenece al municipio de Valdepiélago y a primera vista puede parecer un típico pueblo minero de la zona. Sin embargo, cuenta con una larga historia, como lo atestiguan las ruinas, ya apenas visibles, del castillo erigido sobre la roca que domina el pueblo. Es una historia bastante complicada, ya que hay diferentes versiones. Lo que es un hecho, es que este castillo fue la cuna de la noble familia de los Guzmanes, propietarios también del palacio de su nombre en la capital leonesa. Parece ser que este apellido deriva de un noble visigodo llamado Gundemaro, que en los primeros años de la reconquista se asentó en Aviados, expulsando a los árabes. Se habla de que aún hay vestigios de un aljibe construido por éstos. Así pues, el primer asentamiento del castillo dataría del S.IX. Sin embargo, la versión oficial es que se construyó en el s.XIV. Lo más probable es que se tratara de una reconstrucción, ya que hay datos de que fue destruido por Pedro I. Posteriormente parece ser que también fue destruido por los Reyes Católicos, y de nuevo reconstruido, ya que hay constancia de que Juana la Loca pasó temporadas en él. La destrucción final fue obra de Carlos I, por haberse aliado los Guzmanes con los comuneros. Como veis, toda una densa historia escondida en un minúsculo y recóndito pueblo. En cuanto a la ascensión, poco que decir. Como curiosidad, decir que cruzaremos tres veces el ferrocarril León-Bilbao, más conocido como el de “La Robla”. Su origen fue un tren minero destinado a llevar el carbón a los altos hornos de Bizkaia. Su recorrido es de una gran belleza, tanto que ahora es usado por el Trascantábrico como viaje turístico de lujo a León. Volviendo a la ruta, tras una primera parte casi llana atravesando La Vecilla, nos encontraremos con la rampa más fuerte al final del primer km, justo en el paso bajo el ferrocarril. Vienen luego unos toboganes, pasando por Campohermoso, hasta llegar al desvío a Aviados, perfectamente señalizado. De aquí al final, un km con una pendiente media del 6%. Al llegar a Aviados, tomamos la primera calle a la izquierda que lleva a la plaza. De ésta, parten tres calles. Tomamos la central, llamada “de las fuentes”. Al final, la calle muere frente a un roquedo, junto a unas fuentes a un nivel inferior a nuestra izquierda. Pero si queremos refrescarnos, es más cómodo volver a la plaza con su espléndida fuente.
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Fotos:
Primer tramo suave atravesando la localidad.
La rampa más dura, aunque corta, pasando bajo el ferrocarril.
Tras pasar por Campohermoso, cruzamos sobre el ferrocarril.
Un tramo suave y llegamos al desvío hacia Aviados.
Al poco, cruzamos de nuevo el ferrocarril, en este caso por un paso a nivel.
Llegando a Aviados. En lo alto, podemos ver los escasos restos de su castillo.
Una de sus calles, con las ruinas al fondo.
Aquí acaba el pueblo y la ascensión.
La gran fuente de la plaza.
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