CUENCA EL POZUELO
Alcantud
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Altitud: 1241 m Distancia: 6,64 km Desnivel: 398 m Pendiente Media: 6 % Coeficiente: 83
 

Altigrafía y comentarios enviados por:
Javier Martínez

 

Localización: Se inicia la subida en la localidad conquense de Alcantud, donde cogeremos la carretera CU-9201 en dirección a El Pozuelo.

Especificaciones: Carretera en buen estado que cuenta con señalización vertical. Tráfico inexistente. Durante la subida no encontraremos sombra, por lo que hay que evitar las horas centrales del día en los meses de verano. No existe cartel de puerto que nos indique el final de la subida, que tiene lugar al llegar a una torreta de vigilancia forestal. En ese lugar se encuentra el mirador de Cerro Caballo, merece la pena detenerse y contemplar el paisaje que se nos ofrece. Las pendientes mostradas en el gráfico son cada 100 m.

Fuentes: No existen durante la subida. Encontraremos agua fresca en la fuente de la plaza de Alcantud.

Comentario: Cuando el ciclista empiece la subida al alto de El Pozuelo se enfrentará a una de las subidas más duras de la provincia. Es una subida marcada claramente por sus curvas de herradura y sus tres kilómetros centrales en los que tendrá que superar rampas con los temibles dos dígitos de pendiente.
Lo primero que se va a encontrar al iniciar su trayecto será una recta en la que su altímetro ya le indicará el 8% de pendiente, sólo será un aviso, pues una vez que llegue a la primera curva de herradura verá como la pendiente suaviza y puede recuperar el resuello perdido. Poco después el ciclista pasará por delante de una casa de forestales y verá como éstos le miran con cara entre el asombro y la admiración. Pronto descubrirá por qué.
En el siguiente kilometro la pendiente se mantiene rondando el 5% mientras pedalea tranquilamente por un frondoso pinar en la única zona de la subida donde encontrará el abrigo de la sombra. Después de un ligero descenso, y justo cuando el ciclista empiece a pensar que no es tan duro ese puerto conquense del que le habían hablado, se encontrará con la segunda de las nueve curvas de herradura que tendrá que ir sorteando. Y al salir de ella verá un tramo de carretera por encima de su cabeza, y tendrá que subir piñones para superar las rampas del 10% y del 12% que se le irán presentando. Y mirará hacia arriba buscando una referencia de lo que le queda, pero no verá nada, salvo la carretera que tiene delante y que sigue apuntando al cielo.
Y después de haber superado ese kilometro que le ha hecho retorcerse encima de su bicicleta le esperará un pequeño descanso, y pensará el ciclista que ya ha pasado lo peor. Pero al salir de la cuarta curva de herradura verá que la carretera se vuelve a empinar, volverá a buscar referencias con el mismo resultado que la primera vez, solo verá pinos y chaparras, y seguirá subiendo, de nuevo retorciéndose sobre su bicicleta, sin saber dónde le lleva esa carretera que le ofrece hasta cuatro curvas de herradura más. Y no sabe el ciclista que al salir de la octava curva de herradura le espera lo peor, cuando sus piernas ya empiezan a flaquear y ya no tiene más piñones que meter tendrá que superar 500 m prácticamente rectos con una pendiente media cercana al 12%.
Pero ahora sí, una vez superado ese tramo, comprobará cómo su altímetro le marca una pendiente más humana, lo que le permite coger aire y empezar a disfrutar de las vistas que se encontrará al superar la última curva de herradura. Verá Alcantud a sus pies y será consciente de la altura que ha ganado en su esforzada marcha de los últimos minutos. Tendrá una visión privilegiada de ese rincón de la provincia conquense donde se funden dos regiones claramente diferenciadas, la alcarria y la serranía, aunque el ciclista no podrá distinguir dónde acaba una y dónde empieza la otra. Verá el estrecho de Toriles y un poco más allá el estrecho de Priego, auténticas puertas naturales a la serranía. Y también verá, a su derecha, la hoya del Infantado en plena alcarria conquense.
Pero el ciclista no debe relajarse, y si bien ha superado la parte más dura de la subida, aun tendrá que enfrentarse a rampas que superan el 10% que harán que, una vez más, se pregunte hasta donde le va a hacer subir esa carretera cuando aparentemente no hay más montaña dónde subir. Mientras busca respuesta a esas cuestiones y mete un desarrollo más cómodo la carretera le vuelve a dar un respiro en forma de llano. Él sabe que la subida termina en una torreta de vigilancia forestal y ya andará buscándola con la vista cuando se vuelva a encontrar rampas hasta del 11% que acabarán con sus maltrechas fuerzas. Pero una vez superadas estas duras rampas, y cuando salga de una curva a derechas, el ciclista verá aliviado la torreta que marca el final de su sufrimiento.
Sólo le quedan 500 m prácticamente llanos, y una vez que los recorra, sentirá la satisfacción de haber superado esta subida tan exigente y a la vez podrá disfrutar desde el mirador de Cerro Caballo de una amplia visión de la serranía de Cuenca, desde donde podrá ver abajo en el llano la ermita de Nuestra Señora de los Hoyos, y escondidas entre los cerros podrá ver o más bien intuir las hoces de Tragavivos y Somera. Y así, sentado en el mirador, se le pasará el tiempo intentando descifrar diferentes lugares que él conoce de sus andaduras por la serranía a lomos de su fiel compañera, la misma que le ha acompañado en la dura subida al alto de El Pozuelo o del Cerro Caballo.


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