Comentario: Da comienzo esta preciosa ascensión de El Lagarito (o Cuesta de la Estación) en el puente sobre el río Huesna, el único coto truchero de la provincia de Sevilla, y bien merece la pena, antes de comenzar la subida y si se tiene ocasión, recorrer su ribera, ya con bici de montaña por la pista existente ya por la estrecha carretera que desde San Nicolás del Puerto conduce hasta la estación de Cazalla-Constantina, pues tendremos ocasión de deleitarnos con un precioso bosque de galería de gran interés ecológico, constituido por alisos, olmos, fresnos y sauces y así, de camino, llegaremos al comienzo de la subida con un buen tono muscular y una disposición anímica inmejorables. Al poco de iniciar la subida, nos vamos a encontrar con el paso a nivel, en plena curva de herradura, y dejaremos a nuestra izquierda la mencionada estación de ferrocarriles de Cazalla-Constantina que se halla prácticamente a la orilla del Huesna. Se sucede rápidamente otra herradura y antes de llegar a una amplia vaguada ya habremos notado la altura que hemos ganado sobre el río y la estación. Pero este primer kilómetro de subida se ve cortado por un descenso de igual longitud aproximadamente que nos llevará hasta otro río para empezar allí la ya continua -aunque suave- ascensión hasta Cazalla de la Sierra. La carretera traza innumerables curvas constantemente que, junto con la frondosa vegetación, nos impedirá ir viendo la próxima rampa que debemos atacar, de manera que el final no se intuye en ningún momento, así que distraeremos nuestra atención con el valle que se abre a nuestra izquierda y que estamos remontando, cuya belleza hará las delicias de los ojos más exigentes. Después de dos kilómetros en torno al 4%, la carretera cede en mayor medida y ello nos permitirá relajarnos otro tanto más, si cabe. Ahora vamos viendo cómo en el valle se suceden las cortijadas con sus toros, sus caballos, sus guarros y otros animales de granja. Ello nos hace intuir que el pueblo ya está cerca y más aún cuando pasamos por el desvío que conduce a la Cartuja, restaurada para prestar servicios como hotel en la actualidad. Por esta vez, dejamos a la derecha el desvío, proponiéndonos visitarla en otra ocasión para contároslo y continuamos nuestra marcha que, de nuevo, vuelve a endurecerse levemente, aunque nunca lo suficiente como para hacernos desistir en nuestro empeño de alcanzar el objetivo marcado, que no es otro que Cazalla. Y en efecto, tras una última curva a derechas, veremos, por fin las primeras casas del pueblo hasta el que nos dejaremos caer para degustar, si las ganas apetecen, sus platos típicos elaborados con su propio aceite de oliva: setas, carnes de caza, verduras; o aquello por lo que es probable que muchos conozcan el nombre de este pueblo: por ser el mismo de uno de los aguardientes más famosos desde el siglo XVII. No es de extrañar, pues, que Felipe V escogiera este enclave para pasar los meses de verano de 1730... Y eso que no era cicloturista como nosotros.
Fotos: Atravesamos el paso a nivel sobre la misma curva de herradura:
Inmediatamente después de la primera, se sigue una segunda herradura:
Y así, sin darnos cuenta, habremos ganado altura sobre el valle del río Huesna, dejando abajo la estación de ferrocarril:
Después del descansillo, la carretera vuelve a mirar hacia arriba, aunque muy suavemente:
Ahora remontamos otro valle hacia nuestro destino:
A pesar de encontrarnos en época de sequía, el verde de la arboleda se impone en el paisaje:
El mojón de la izquierda nos retrotrae al pasado: la carretera parece una reliquia de tiempos lejanos...
...Y el estado y tipo de asfalto lo confirman:
El valle está jalonado de fincas:
A medida que nos acercamos a Cazalla de la Sierra, la vegetación parece hacerse más espesa...
... Y por ello más sombreada...
... Aunque el estado del firme sigue dejando mucho que desear:
Por suerte ya quedan pocos metros de subida...
... Y al salir de una curva a derechas nos topamos con las primeras casas del pueblo y el final de la ascensión:
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