Localización: Este puerto puede resultar complicado de localizar porque la carretera no aparece en los mapas usuales y porque, de hecho, carece de nomenclatura. Habría que descender la Cuesta de la Fanega por la vertiente del Kung Fu (cf. altigrafía en esta misma web) y continuar el curso del río Ribera de Huelva hasta que, después de una nueva bajada, da comienzo la subida en un puente sobre vaguada. A los pocos metros debemos girar a la derecha en un cruce y nos topamos con una barrera (se puede sortear a pie, en caso de estar cerrada).
Veamos un mapa clarificador de la situación:
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Especificaciones: La carretera comienza siendo muy estrecha, de algo más de tres metros a lo sumo, pero al tomar el primer giro a la derecha y pasar la mencionada valla se ensancha notablemente. El piso es muy rugoso y, por momentos, bacheado. Carece de señalización horizontal y la vertical es escasa. Así mismo, las sombras se echan en falta en la totalidad del camino.
El trafico es prácticamente inexistente, tan sólo los operarios de la central podrían cruzarse en nuestro camino.
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Comentario: Suave aunque interesante subida ésta, sobre todo por el recorrido previo por donde hemos de transitar. Antes de llegar al inicio de la subida pasaremos, con cierta elevación además, por la garganta que ha excavado el río Ribera de Huelva. La carretera serpentea estrecha siguiendo el curso del río hasta que nos lleva al pie del puerto que comentamos.
A 400 m., una valla, al girar, nos impide continuar sobre nuestras bicis, aunque podemos sortearla andando por nuestra derecha si, como es costumbre, está cerrada. Pronto vamos a salir de esta zona húmeda y con abundante vegetación pasando a una zona ostensiblemente más seca. De hecho, abandonamos la umbría de la montaña, para pasar a la solana. A nuestra derecha se abre lo que parece un valle y, aunque no se aprecia corriente de agua, sí que se distinguen ciertas manchas verdes donde la vegetación claramente es más abundante.
No es de extrañar que nos crucemos en nuestro pedalear con algún cervatillo, por no hablar de las liebres y perdices, numerosas por estos lares, pues la carretera está ubicada dentro de un coto de caza privado.
Pero el amo y señor de esta parcela de la Sierra Norte sigue siendo el toro. Al contemplarlos viene a la mente aquél que el genial Picasso creara con el sillín y el manillar de una bici... ¿Cómo negar, siendo ciclistas, la hermosura de este animal?
Ahora bien, hemos de tener cuidado porque los bichos merodean a sus anchas por aquí y pueden depararnos algún susto: si son mansos o bravos tendréis que comprobarlo vosotros mismos, pues nosotros –como podréis suponer- no nos entretuvimos en tales menesteres. Eso sí, os adelantamos que caminan con las sienes bien pertrechadas.
Así pues, seguimos ascendiendo siempre sin dificultades y buscando con la mirada el lugar por donde continúa la carretera o intentando adivinar la cima del puerto. Pasamos una barrera canadiense, dejamos atrás un cruce a la izquierda y coronamos el puerto justo donde hay una valla que nos impide seguir por la carretera. Antaño era común encontrar abierta dicha valla o, si por el contrario estaba cerrada, saltarla sin mayores problemas. Actualmente –quizás por la afluencia de furtivos- la han elevado con una verja metálica, así que, o bien intentamos saltarla por otro sitio, o bien damos la vuelta –es lo más recomendable- y subimos la Media Fanega por su vertiente más atractiva.
Fotos:
Antes de llegar a la subida, atravesamos la garganta excavada por el río:
Conviene echar un vistazo, pero con cuidado, porque un traspiés nos puede costar caro:
En este puente comienza la ascensión:
Subimos por la carretera que viene por la derecha de la imagen y luego giramos también a la derecha:
Hoy tenemos suerte, la primera valla está abierta (aunque por el pequeño hueco que se ve a la izquierda se puede pasar a pie):
Una de las últimas sombras de las que gozaremos en lo que nos resta:
De nuevo el puente donde comienza la subida... vamos ganando altura:
A la derecha siempre nos acompañará el barranquillo:
Enfrente siempre contemplaremos unas lomas con las mismas características:
En estos primeros kilómetros podemos contemplar por dónde va subiendo la carretera:
Un vistazo atrás en una curva para ver por dónde hemos venido:
Seguimos sin sobresaltos, la carretera nunca ofrece demasiada resistencia:
Llegados a este punto empezaremos a buscar con la mirada el final de la subida, pero no conviene equivocarse con una pista que veremos por la derecha:
Una zona con mayor abundancia de vegetación. Enfrente la pista mencionada:
Continuamos:
Un postrer vistazo hacia atrás. Sobre la cresta de la última colina se adivinan las urbanizaciones que hay junto a la Venta del Alto:
Después de esta curva la carretera suaviza aún más:
Pasamos la barrera canadiense y dejamos atrás este cruce:
Última rampa con la valla al fondo. Habrá que dar la vuelta.
Por suerte cuando estábamos apunto de volvernos, salía un vehículo y aprovechamos. En la corta bajada, nos cruzamos –como no podía ser de otra manera- con cierto animalillo, aunque, por suerte, había verja:
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