MÁLAGA PUERTO DEL ESPINO
Benarrabás
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Altitud: 844 m Distancia: 8,29 km Desnivel: 662 m Pendiente Media: 8 % Coeficiente: 182
 

Altigrafía y comentarios enviados por:
Miguel Baeza y Martín Cerván

 

Localización: Comenzamos en el Prado de la Escribana, poco después de vadear el río Genal, en la pista que une Benarrabá con Genalguacil.


Especificaciones: Algo más de un km. de pista aún sin asfaltar dará paso a un carril con un poco de gravilla hasta que alcancemos el pueblo (ambos tramos de unos 4 m. de ancho aproximadamente). A partir de ese momento la carretera mejora y se ensancha hasta alcanzar unos 7 m. Llegados al cruce con la A-369, disfrutaremos incluso de un arcén ciclable.
Las sombras son intermitentes durante toda la subida, siendo más abundante durante los primeros 3,5 km. de ascensión.
El tráfico es escaso durante toda la subida excepto en su últimos 1.500 m.

Fuentes: Algo más de un km. de pista aún sin asfaltar dará paso a un carril con un poco de gravilla hasta que alcancemos el pueblo (ambos tramos de unos 4 m. de ancho aproximadamente). A partir de ese momento la carretera mejora y se ensancha hasta alcanzar unos 7 m. Llegados al cruce con la A-369, disfrutaremos incluso de un arcén ciclable.
Las sombras son intermitentes durante toda la subida, siendo más abundante durante los primeros 3,5 km. de ascensión.
El tráfico es escaso durante toda la subida excepto en su últimos 1.500 m.

Comentario: Retornamos al Valle del Genal para deleitarnos con este corto -aunque durísimo- ascenso hasta el puerto del Espino por el pueblo de Benarrabá. A poco más de 180 m. de altitud y a una centena del vado sobre el río comenzaremos esta ascensión, la más abrupta de todas las que coronan en este puerto y probablemente también de las que toman inicio en el río Genal.
En efecto, estamos hablando de unos primeros 4 km. al 10% de media, en los que destaca el primero por encima del 12% y los muchos tramos mantenidos a más de dos dígitos y con máximas de hasta el 17,5%, casi “na”.
Partiremos de un paraje conocido como “Prado de la Escribana”, donde el Genal recibe las generosas aguas del río Almarchal.
Esta zona ha sido adaptada para el baño con una serie de piscinas fluviales que harán las delicias de la familia -¿no pretenderéis dejarlos en casa y disfrutar de esto vosotros solos?- y con una zona de recreo bastante amplia.
Pasado el vado, nos encontraremos con unos metros aún en falso llano descendente que nos servirán para coger carrerilla ante lo que se nos avecina. Frente a nosotros se sitúa un impresionante rampón de bienvenida, un muro que alcanza ya una pendiente máxima del 17,5% como quien no quiere la cosa. En 1,3 km. tan sólo encontraremos un respiro de 60 m. al 5%, mientras que el resto es una auténtica pared: más parece esto alpinismo que ciclismo.
Se une a ello el hecho de que actualmente este primer tramo está aún sin asfaltar (esperemos que no por mucho tiempo), por lo que hay que olvidarse de levantar el trasero del sillín y tirar de riñones como nunca.
Atravesaremos una barrera canadiense prácticamente cubierta de tierra y al punto, avistamos la primera de las fuentes que hay en el puerto. Al pasar junto a ella -¡primera tentación para hacer una paradita... tan pronto!- más nos valdrá no echar pie a tierra, pues arrancar de nuevo nos costaría dios y ayuda.
Aún no hemos subido ni medio km. y ya hemos jurado varias veces en arameo y maldecido la hora en que se nos ocurrió venir a subir esto.
Sin embargo, pactamos con nosotros mismos aguantar el tipo hasta que lleguemos al asfalto... y no será vaga empresa. Así pues, seguimos trepando, a rastras por el carril evitando los surcos causados por las escorrentías de las últimas lluvias y las piedrecillas que, aisladamente, resultan demasiado grandes y podrían hacernos caer de nuestra bicicleta.
Hasta ahora, si el paisaje y el entorno que nos rodean merecen la pena es algo que no estaremos en condiciones de decir, pues, por más que lo hayamos intentado, no nos habrá sido posible echar un vistazo a nuestro lado para comprobarlo: bastante tenemos ya con mantener el equilibrio.
Mitad alpinistas, mitad funambulistas, continuamos la escalada y encontramos, por fin, un leve descanso al pasar por una curva de vaguada que ha sido cementada para que el agua de la lluvia no la destroce. Luego de este exiguo oasis, volvemos a afrontar un nuevo tramo bastante duro aderezado por dos curvas de herradura que sólo seremos capaces de trazar por el exterior.
Así, un centenar de metros después damos cumplimiento a nuestro objetivo de alcanzar el anhelado asfalto sin parar hasta el punto de que, al llegar éste acompañado de un descansito, nos volvemos a engañar prometiéndonos que, al llegar al pueblo -esta vez sí- nos detendremos para recuperarnos.
Afortunadamente la subida nos va a dar alguna tregua a partir de este momento. De esta manera, a rampas con fuertes pendientes se sucederán tramos más dulces que nos permitirán paladear -¡ya era hora!- la riqueza del entorno: encinas, alcornoques, pinos e incluso frutales adornan las márgenes de la carretera y nos brindan su sombra sabrosa.
El tercer kilómetro muy similar al anterior, se caracteriza principalmente por albergar dos duras rampas mantenidas al 17,5%, siendo la segunda una preciosa sucesión de dos herraduras enlazadas, que nos dejarán las piernas “a caldo”. Al concluir este kilómetro, una nueva herradura a derechas nos pondrá al pie de unos últimos 500 m. a más del 10% hasta alcanzar el pueblo. En este trecho aparecen las primeras viviendas y, a la vegetación mencionada anteriormente, se unen también las espinosas pitas. Al echar un vistazo atrás vemos un cartel que nos advierte del peligro que suponen los porcentajes de la carretera... ¡al 5%! Es de creer que no los tuvieran con una cifra más elevada, porque otra explicación no cabe, ¡que nos lo digan a nosotros con el tute que tenemos en las piernas!
Al entrar en el pueblo la carretera se estrecha hasta poco más de 3 m. y en un cruce trazamos una herradura a izquierdas para seguir subiendo en dirección al Espino. Como quiera que hemos llegado hasta aquí sin parar, tal que nos habíamos propuesto, y ya hemos transitado lo más difícil, volvemos a razonar con nuestra cabeza y le proponemos ampliar el trato hasta coronar el puerto: si ya nos hemos engañado dos veces, tampoco costará tanto hacerlo por tercera vez. Y allá que vamos.
Después de una corta y dura primera rampa por el pueblo, la carretera se ensancha bastante y la pendiente baja unos puntitos que son muy de agradecer. Debajo nuestra contemplamos, tras unas pedaladas, el pueblo de Benarrabá, todo blanco reluciente.
Posee esta localidad los encantos propios de los pueblos de la Serranía de Ronda, con sus callejuelas encaladas y estrechas cuyos orígenes se remontan a los berebere.
Lo cierto es que, aunque el quinto kilómetro sobrepasa con creces el 8%, sentiremos en nuestras piernas cierto alivio y notaremos cómo la pendiente va bajando progresivamente en el trecho que nos resta hasta coronar el puerto. Mientras, el paisaje ha ido cambiando casi sin que nos demos cuenta: ahora podemos contemplar los castaños de las lomas cercanas.
Además vemos cómo la carretera sube encaramada a una de estas lomas por encima de nuestras cabezas, aunque la verdad es que poca resistencia opondrá a nuestras piernas y nuestra pletórica moral.
Al llegar al cruce con la A-369 y trazar la última herradura, a derechas, un falso llano ascendente nos conducirá irremediablemente hasta la cima del puerto de El Espino.
Y, si no hemos tenido bastante con esto, no hay motivos para quedarse con ganas de más, pues siempre podremos bajarlo y, desde el mismo Prado de la Escribana, afrontar la subida a Peñas Blancas-Los Reales por una vertiente que rivaliza en dureza con la más afamada de Estepona. Aunque, a buen seguro, volver a pasar por el río será una tentación demasiado fuerte como para no quedarnos en remojo con los nuestros.


Fotos:
El vado sobre el Genal:


Primera y terrorífica rampa:


La primera fuente:


En ½ km. ya hemos subido un buen puñado de metros:


La pista alterna tramos en muy buen estado como éste, con otro que no lo están tanto, como veremos más abajo:


Fuerte pendiente sin tregua. Al fondo, Genalguacil:


De hecho, aquí tenemos un tramo al 17,5%:




Entre las sombras vemos las huellas que las últimas lluvias han dejado en la pista:

Altimetrías de Puertos de Montaña
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