Comentario: Nos encontramos ante el puerto asfaltado que es, con diferencia, el más duro de la provincia de Sevilla, no siendo ésta, por cierto, su vertiente con mayor coeficiente.
En realidad, estamos ante un alto (mejor que puerto) con múltiples variantes (mejor que vertientes) –hasta un total de cinco- en el que sus últimos 3 km. marcan la diferencia respecto a otras subidas de la provincia, pues vienen a conformar un durísimo añadido a cualquiera de las opciones que hay de ascender hasta el Cerro de San Cristóbal en que se ubica la localidad de Estepa (o lo que es su antigua fortificación).
Comenzamos nuestro ascenso entre lomas plagadas de olivos, lo cual no es de extrañar, ya que la fama del aceite de la comarca viene de largo.
Son llevaderas estas primeras estribaciones, con algún descanso y sin rampas fuertes, aunque un kilómetro cercano al 5% nos podría poner en leves apuros, si no hemos calentado bien.
Nos desviamos a Gilena y la pendiente a lo largo del pueblo desciende hasta convertirse en un falso llano hasta que salimos de él. En este punto en que empeora la carretera y se estrecha empezamos a sentir que nos adentramos en la sierra.
Nuestra marcha traza un giro hacia la izquierda y nos adentramos en una precioso –y pequeño- valle donde cambia la vegetación: pinos, almendros, arbustos, cubren las lomas circundantes cuando la roca lo permite -aunque el olivar no deje de estar presente- y a menudo, a uno u otro lado, nos topamos con algún cortijillo o chalet.
Precisamente coronamos la Loma de las Flores entre pinos, los pocos árboles que nos van a ofrecer su sombra durante la subida, después de tres km. próximos al 6% en todo momento.
Al pasar el alto se abre ante nosotros una espléndida panorámica que se irá ampliando a medida en que hayamos descendido unos metros y se abra la perspectiva. La sierra en sus últimas estribaciones deja paso al amplio y fértil valle excavado por el Guadalquivir y sus distintos afluentes, como el cercano Genil. Una pléyade de pueblos salpica la extensísima llanura.
A medida que descendemos vamos virando a la derecha y nos topamos con la preciosa planta de Estepa.
Los orígenes de este pueblo remontan a tiempos remotos: fenicios, romanos, visigodos, musulmanes pasaron por aquí... y es que Estepa se encuentra en una encrucijada de caminos, siendo un enclave estratégico de gran importancia a lo largo de la historia. No en vano, desde el castillo y en los días claros, dicen que se atisba Sevilla, Córdoba y las sierras malacitanas y granadinas, lo que le ha valido el sobrenombre de “Balcón de Andalucía”.
Más recientemente fue también tierra de bandoleros: por ella camparon el Vivillo, el Tempranillo o el Pernales.
Pero lo que hace verdaderamente famosa esta localidad, sin desmerecer su excelente aceite, es la producción de alimentos navideños: polvorones, mantecados, mazapanes... no hay que desaprovechar la oportunidad de degustarlos en las fechas indicadas.
Pero nosotros rondaremos siempre la ciudad por el Sur hasta que llegamos al cruce de la Repetidora Becerrero. Al girar a la derecha la carretera se estrecha y empeora notablemente, además de situarse en una fuerte pendiente.
Una terrible curva a izquierdas que alcanza el 20% nos deja en una zona más o menos rectilínea que sube junto a la ciudad regalándonos las mejores vistas del castillo y de los pueblos del valle.
Llegamos a una cadena, que nos obliga a bajarnos, y el mal estado de la carretera da paso a un asfalto recién echado y perfectamente liso.
La pendiente disminuye e incluso nos va a permitir un leve descenso, pero es en este momento cuando ante nuestros ojos aparece en forma de curva a derechas la pared que habremos de afrontar a continuación: un primer km. a casi el 11,5% y 900 m. más de propina a casi el 10%. Tan sólo un pequeño descansillo –más bien un leve descenso en la pendiente- nos brindará un respiro justo antes de afrontar la única herradura de todo el puerto.
Esta zona, un pedregal completamente pelado de vegetación a no ser por algún que otro almendro y numerosos palmitos, está completamente desprotegida a los envites del viento que suele soplar con fuerza. La panorámica se ha abierto hacia el Sur y nos permite contemplar la Sierra Sur de Sevilla, la Sierra de Líjar, la Sierra de Grazalema e incluso la Sierra de Ronda.
A chepazos coronamos a 841 m. de altitud, tras unas últimas rampas a más del 15%, y en la cima, junto a las antenas, tan sólo nos queda coger aire y deleitarnos con esta agradable sorpresa que nos ha deparado la geografía hispalense.
Fotos:
Iniciamos la subida en esta rotonda, junto a una gasolinera y al lado de la autovía A-92:
Al principio pedaleamos siempre rodeados de olivos:
Llegamos al cruce de Gilena:
La travesía es tranquila, pues el pueblo es pequeño:
La carretera vuelve a picar hacia arriba:
El paisaje va adquiriendo una fisonomía más montañosa:
La pendiente en pocas ocasiones sobrepasará el 6%:
Al fondo ya adivinamos el final del primer collado:
La carretera está cuarteada, pero no hay muchos baches:
Como es natural, a medida que subimos la panorámica mejora:
Al coronar la Loma de las Flores, unos cuantos pinos nos ofrecen su sombra:
Desde la cima dominamos el Valle del Guadalquivir:
En el descenso sí que nos encontramos el asfalto en peor estado:
Cada vez son más los pueblos en forma de manchas blancas que atisbamos en lontananza:
Hasta que llegamos a Estepa:
No hay necesidad de abandonar la carretera que traemos...
Hasta que llegamos a este cruce:
La carretera sí que empeora aquí, pero sólo unos cientos de metros. Lo peor, sin duda, la fuerte pendiente:
Al pasar la cadena el asfalto está impecable. Abajo, a la derecha, vemos el cruce:
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