Comentario: Igual que montarse en una montaña rusa, una divertida atracción siempre y cuando uno sepa dónde se está metiendo y no acabe por marearse, es introducirse en la Sierra Morena cordobesa: subes y bajas, subes y bajas, disfrutas de lo lindo hasta que, de repente, no sabes ni dónde estás.
Perderse por estos lares debe ser una de esas experiencias inolvidables que es mejor que te cuenten a sufrirla en las propias carnes. Kilómetros de carreteras sin apenas más sombra que la que brindan los olivos al pie de la cuneta, mucho calor en verano, frío en invierno y, sobre todo, cuestas y más cuestas. Cuando parece que acaban, siempre aparece otra. Y, luego, otra más.
Pues bien, nada mejor para reflejar lo que es propiamente la sierra cordobesa que este pequeño puerto, pequeño, sí, pero matón: es la típica carretera en la que uno jamás querría verse solo.
Para empezar, su inicio es difícil de situar. Una carretera que no suele aparecer en mapas generales. Por si fuera poco, hasta llegar a él partiendo desde la capital cordobesa, habrá que superar varias dificultades. Y conviene no olvidar que luego hay que volver.
Tras una sucesión de repechos, llegamos a una vaguada que resulta ser el punto más bajo e inicio del puerto. A partir de aquí, la tónica es la de subir para volver a bajar, aunque los tramos de ascenso son cada vez más largos y, sobre todo, más empinados que los de descenso.
No hemos empezado a coger el ritmo de subida cuando ya nos hallamos en el primer descansillo. Sin embargo, cuando queremos darnos cuenta, nos encontramos rodeados de navas y olivos… intuimos que la salida no será cómoda.
Pronto comprobamos que nuestros temores no eran infundados. Al pasar junto a la Era Grande ya tenemos visión directa sobre el repecho que nos aguarda. Rampas de hasta el 14% nos van a poner a prueba durante un kilómetro hasta que, como no podía ser de otra manera aparece un nuevo descanso. Claro que este descansillo casi ni se aprecia, pues no hacemos más que coronar el altillo cuando ya estamos viendo un nuevo repecho que viene a dar continuidad al anterior… y nuevo rampón.
Éste lo vamos a coronar en el cruce con la carretera que viene de Obejo, instante en que cambiará el estado de la carretera notablemente para añadir un puntito de dureza, faltaría más.
También nos topamos con un descenso algo más largo que los anteriores y también más pronunciado. Hemos dejado de estar encajonados entre lomas y ahora disponemos de una excelente panorámica sobre el valle del río Cuzna, que se abre a nuestra derecha. Al fondo, en los días claros, tras una sucesión de colinas podemos observar las sierras jienenses y Sierra Nevada.
Concluido el descenso retomamos por enésima vez la subida y, aunque aún nos queda algún respiro, la tendencia de estos casi 3.000 m. finales no será otra. De hecho, como no podía ser de otra manera, aún nos aguarda una sorpresita.
En efecto, la cuesta empieza a situarse en unos números constantes muy próximos –y en no pocas ocasiones por encima- al 10%. Vamos trazando un giro hacia el Oeste y nos adentramos en un pinar en un momento en que, por si faltaba algo, nos encontramos con el firme degradado, con gravilla suelta y piedrecillas fruto del abandono a que está sometida la carretera.
Nuestro único consuelo es que la cima del puerto no debe quedar muy lejos. Claro que, tras tanto tobogán, ya no sabemos si aún nos resta otra bajada y un posterior repecho o si estamos a punto de corornar definitivamente. Afortunadamente para nosotros, se da el primero de los casos y, además, vuelve a mejorar la carretera. Salimos del pinar para coronar a poco más de 800 m. de altitud, cota que unos cerros próximos apenas sí superan, por lo que ganamos una excepcional panorámica sobre el Valle del Guadiato hacia el Oeste con el cerro de la Chimorra, cumbre de la Sierra Morena cordobesa, dominándolo.
La carretera desaparece en bajada e intuimos que pronto cambiará de dirección. Ahora, a medio camino entre Obejo y Pozoblanco, dar la vuelta hacia el primero o proseguir la ruta hasta el segundo es un dilema que nos ofrece una fácil solución: más vale lo malo conocido…
Fotos:
Puente sobre el arroyo de la Peña del Águila:
Un olivar inmenso cubre las lomas:
Nos aproximamos a la finca de la Era Grande:
Después de un descansillo, retomamos el ascenso con rampas más duras:
Otro descansito y un nuevo repecho:
Llegamos al cruce:
Más bajada. El valle del Cuzna se abre ante nuestros ojos:
Y seguimos subiendo:
A lo lejos, entre la bruma, las sierras de Jaén, Sierra Nevada y las Subbéticas cordobesas:
Y la pendiente empieza a situarse en torno al 10%:
La panorámica que se abre a nuestras espaldas es bellísima:
Pero lo que nos preocupa ahora es el estado de la carretera:
Por momentos, tierra, piedra y baches:
Por momentos, gravilla:
Pero no hay mal que cien años dure:
El cambio de rasante anuncia la cima del puerto:
Sierra Nevada hacia el Este:
Sierra Morena hacia el Oeste:
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