ASTURIAS LAGOS DE COVADONGA
AS-114
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Altitud: 1124 m Distancia: 13,9 km Desnivel: 962 m Pendiente Media: 6,92 % Coeficiente: 267
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COLORES RAMPAS

AS07
Lagos de Covadonga






Localización: En la AS-114 en dirección a Arenas de Cabrales y unos 3 kms. pasado Cangas de Onís deberemos tomar a la derecha la AS-262, en una gran rotonda, y tras 5 kms que nos acercan al Santuario tomaremos la CO-4, a la izquierda, justo cuando llegamos a la zona del Santuario de la Virgen de Covadonga.
Especificaciones: Carretera ancha y con señalización hasta el Santuario que, aunque luego se estrecha desapareciendo dicha señalización, no deja de hallarse en muy buen estado. Las sombras tapan totalmente nuestra ruta en los primeros kilómetros para ir abriendo paso posteriormente a la vegetación de montaña. El tráfico es muy abundante los fines de semana y se necesita suerte para conseguir coronar sin que la niebla haga acto de presencia y nos prive de un espectáculo grandioso.
Fuentes: Desconocidas; conviene aprovisionarse antes.
Descripción: Cuando el célebre ciclista galo Bernard Hinault se atrevió a comparar esta subida con la mítica del Alpe d'Huez empezó a tomar fama universal uno de los puertos de más solera en los ambientes ciclistas mundiales. Y si el propio "Blaireau (tejón)" tuvo que rendirse a la mayor facilidad escaladora de nuestro sin par Marino Lejarreta, conviene que acudamos preparados a afrontar sus duras rampas si no queremos volver derrotados por una de las escaladas más atractivas de la geografía peninsular. Y es que el ascenso a los Lagos de Enol y de la Ercina continúa ofreciendo a todo aficionado que se precie la belleza de un paisaje sin parangón y la enorme dureza de las rampas de La Huesera y el Mirador de la Reina, que han otorgado a esta escalada un renombre que trasciende cualquier frontera. Desde la rotonda indicada donde tomamos dirección al Santuario la carretera se va inclinando suavemente, sin que apenas pueda alcanzar la consideración de falso llano en ese primer tramo a través de pequeños núcleos de población repletos de bares y tiendas de recuerdos. Cuando pasamos por una especie de pórtico de acceso al Parque Natural de Covadonga la pendiente alcanza ya la suficiente entidad como para que empecemos a sentirnos en el inicio de nuestro desafío. Al llegar a la altura de la "Santina" miraremos hacia lo alto y nos encomendaremos a su protección para que nos acompañe en los próximos kilómetros en los que la dureza apenas si nos va a dar tregua. Tras alguna curva por encima del 10% afrontaremos un trazado rectilíneo a la derecha del encajonado valle para, tras superar un pequeño puente, encontrarnos con una nueva serie de curvas, varias de ellas de herradura y con rampas de gran dificultad. La sombra de esa zona inicial nos impide ver lo que nos aguarda un poco más arriba. Cuando por fin divisamos, aún algo lejos, la temible recta de La Huesera, nuestro pedaleo se va haciendo imperceptiblemente más y más lento, y es que el miedo que provoca en los aficionados el simple hecho de escuchar ese nombre, hace que nuestras piernas obedezcan a una orden de calma y tranquilidad que el cerebro les envía con urgencia. Los 800 m. de esa fatídica recta - ya que apenas si se dibuja un leve curveo en toda su longitud y que las más de las veces se debe al que va trazando nuestra bicicleta - apenas si bajan en algún momento del 12%, llegando a un máximo del 15%. Y lo peor no es eso, sino que cuando llegas al Parking de Cañavales al final de la recta, la pendiente parece no querer rendirse y pretende dar con nuestros huesos en el asfalto, haciendo honor al nombre con que los lugareños conocen a ese paraje. Todavía nos quedan casi dos kilómetros hasta alcanzar un collado que nos va a permitir un breve reposo antes de enfrentarnos a las rampas del no menos conocido Mirador de la Reina. Ahora bien, en este caso siempre podremos recurrir al consabido truco de parar nuestra marcha para admirar el paisaje, si la niebla traicionera no nos deja sin falsas excusas. Poco más de un kilómetro, que se nos hace eterno, más tarde coronamos un primer alto que da paso a un breve descenso de unos centenares de metros con curva de herradura a la derecha, que nos va hacer pensar inmediatamente en lo que nos vamos a encontrar cuando "bajemos" en sentido contrario. De nuevo las rampas se oponen a nuestro pedaleo durante otros casi dos kilómetros, en los que el barranco a la derecha y las praderas que alternan con peñas rocosas entretienen nuestro pensamiento que sólo va centrado en una cosa: terminar de sufrir cuanto antes. En otro alto en el que dejamos a la derecha la pista hacia el Refugio de Vegarredonda damos por fin vista al Lago Enol y pasamos en la bajada junto a un curioso monumento a los muertos hace unos años en un fatídico accidente de helicóptero. A la altura del agua dejamos a la izquierda la entrada al Lago Ercina y ya sólo nos queda el tramo final, de reciente factura, hasta el final en la zona conocida como Vega La Tiese. Si encontramos el bar abierto no hay duda de lo que haremos en la siguiente media hora, ¿verdad? Y luego de gozar del entorno deberemos hacernos a la idea de iniciar un traicionero descenso en el que nunca podremos desviar nuestra atención del asfalto, especialmente si la niebla lo mantiene húmedo. Y es que sólo faltaría que empañáramos nuestro gran día con una caída tonta en las rampas del coloso que tanto nos ha costado vencer.

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